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«Los Cuatro Fantásticos», de Stan Lee y Jack Kirby: núms. 4-6 (mayo-septiembre de 1962)

El cuarto número de Los Cuatro Fantásticos (mayo de 1962) hizo habitual algo que hasta el momento era una novedad. En 1962, muy pocos cómics de superhéroes utilizaban todo el cuaderno para narrar una sola historia. E incluso en esta etapa temprana, 23 páginas no siempre eran suficientes, como vimos en el caso de Johnny Storm renunciando al grupo y continuando su periplo en este siguiente número.

La misma idea de un superhéroe adolescente vagabundeando por el Bowery neoyorquino y buscando refugio en un albergue de la beneficencia ya lo convierte en una excepción.

Y relacionado con lo anterior, otro cambio: a partir de este número 4, la ciudad ficticia donde transcurrían las aventuras del cuarteto, Central City, se convierte en Nueva York, una idea que Lee probablemente tomó, ya lo apunté, de las historias de Doc Savage. La metrópolis fue desde entonces el hogar de la mayor parte de héroes de la casa (excepto Hulk, que sólo se pasaba de visita). Nueva York se convirtió en un elemento fundamental de la serie. Su presencia tangible era tan importante como los personajes. Hombres normales con trajes (todos con acentos propios del Bronx) y mujeres tocadas con sombreritos a la moda, contemplaban desde la calle el vuelo de héroes y villanos, sus combates y la destrucción que causaban. Kirby, un nativo de la ciudad, obviamente sentía un profundo afecto por ella. La Gran Manzana, vista desde todos los ángulos a través de la particular interpretación que de ella hacía Kirby, asentó a los Cuatro Fantásticos en el mundo real.

Emborronar la línea que separaba al héroe del villano fue una de las principales preocupaciones de Lee y Kirby para con sus creaciones. Este enfoque había empezado a detectarse ya desde el número 1, con El Topo, continuó con la presentación de Sub-Mariner en el 4 y alcanzó su culminación en el nº 5 (julio de 1962) con el Doctor Muerte. Su aspecto remitía directamente al Dr. Droom, aquella creación de Lee y Kirby fechada unos meses antes y que había desaparecido sin cosechar el menor éxito.

Desde la primera viñeta se nos indica claramente su dualidad: en una mesa, junto a él, hay dos libros: Demonios y Ciencia y Brujería. Y es que Victor von Doom es un genio trastornado, paradigma del científico loco de ambiciones imperialistas, que no rechaza profundizar en las artes arcanas con tal de alcanzar sus fines de dominación mundial. Reed Richards cuenta a sus colegas la trágica historia de este antiguo compañero suyo de la universidad, cuya soberbia le llevó a sufrir un accidente durante un experimento que le desfiguró la cara y la valió la expulsión. Lo último que sabía Richards de él es que había marchado al Tibet. El resto de su historia iría narrándose en episodios posteriores: su ascenso al trono de Latveria, el origen de su grotesca e inconfundible armadura… Aquí tan solo aparece un castillo como su base de operaciones, lo que sugiere una localización centroeuropea.

Desde este esquemático origen, la historia del Dr. Muerte iría expandiéndose (con un episodio dedicado a su pasado en el Anual de los Fantastic Four nº 2) hasta conseguir que los lectores, aunque rechazando sus objetivos dictatoriales, simpatizaran con él en su calidad de figura trágica atormentada por una comprensible melancolía. Con un cerebro que rivalizaba con el de Richards pero sin su sentido moral, Muerte no tuvo dificultades para convertirse en el más peligroso villano del creciente Universo Marvel. Sin atender a nociones de Bien o Mal y dedicado íntegramente a la consecución del máximo poder, Muerte era la personificación de la crueldad, el primer villano que equilibraba lo grotesco con el sentido de la majestad. A través de él, el lector podía quizá asomarse a las oscuras fuerzas que movían a personajes históricos como Hitler o Stalin.

Más adelante, Lee y Kirby –que volverían sobre el personaje en 16 ocasiones más durante el periodo que trabajaron juntos‒ jugarían con el Doctor Muerte a su antojo, ofreciendo a los lectores momentos íntimos que ponían de manifiesto su sensibilidad antes de devolverlo a la más abyecta brutalidad. En la difusa línea que separaba al héroe del villano, el Doctor Muerte fue sin duda la creación más compleja de Marvel durante muchos años.

En otro orden de cosas, al comienzo de ese número 5, podemos ver a la Antorcha Humana leyendo con fascinación un cómic de Hulk. Efectivamente, además de una inserción de publicidad gratuita, Lee nos anunciaba que el Universo Marvel estaba comenzando a tomar forma con rapidez. En enero de aquel 1962 había aparecido por primera vez Henry Pym, en el número 27 de Tales to Astonish, convirtiéndose en el Hombre Hormiga unos meses después.

The Incredible Hulk vio la luz en mayo –curiosamente, en ese momento fue un fracaso, y fue cancelado tras media docena de números–. En agosto, un flamante héroe con el nombre de Spiderman hace su debut en el nº 15 de Amazing Fantasy y ese mismo mes, Journey into Mystery presentaría a Thor.

En estas páginas podemos ver también un breve destello del aspecto visual que habrían tenido los Cuatro Fantásticos si Joe Sinnott se hubiera encargado del entintado desde el principio. Su magistral manejo del pincel hace de esta historia la más bonita de la colección hasta el momento. Lee nunca había recibido cartas de los aficionados alabando al entintador…hasta este número. Y Stan no lo olvidó. Sabía que Joe Sinnott sería el complemento perfecto de Kirby en esta su colección enseña y no descansaría hasta que pudiera contratarle. Por desgracia, Sinnott se hallaba por entonces muy ocupado trabajando para Treasure Chest y Archie Comics y las tarifas que pagaba Martin Goodman no eran lo suficientemente atractivas como para abandonar esas editoriales.

En el número 6 (septiembre de 1962), se recupera al Doctor Muerte confirmando su rol de némesis del supergrupo. En esta ocasión se las arregla para engañar a Namor y volver a secuestrar a los Cuatro Fantásticos… ¡y todo el Edificio Baxter con ellos! Pero ahora, en un habilidoso giro argumental, el Hombre Submarino ayuda a los héroes, demostrando que la Chica Invisible tenía razón en su convencimiento de que había nobleza tras la furiosa fachada del atlanteano.

La idea de que la novia de Mr. Fantástico se enamorara del arrogante y sociópata Namor fue un detalle genial que puso al cómic muy por delante de otros competidores del género en términos de tensión emocional. Cualquier otro habría resuelto este ménage à trois en un episodio. Sue habría entrado en razón y abrazado llorosa a Reed en la última viñeta. En cambio, Lee y Kirby exprimieron el melodrama durante años antes de que la voluble Chica Invisible eligiera finalmente a Reed. Fue el tipo de narración gradual que constituyó una de las claves del éxito del grupo, su nexo de unión con la realidad. Y a los fans les encantó.

Aquel triángulo amoroso tuvo también otras consecuencias. La dinámica entre Ben y la Chica invisible cambió profundamente después de este episodio. La adoración que Ben sentía por Sue –establecida en el número 1 y reafirmada en el 3– era un camino que Lee y Kirby pensaban ahora que no llevaba a ninguna parte. Así que lo eliminaron en este episodio cuando Ben exclamaba con amargura: «¡Bah!, Lo sabía – ¡las tías se pirran por un tipo apuesto.. aunque sea el gusano más peligroso del mundo!»

La Cosa ya nunca volvería a mencionar cualquier sentimiento romántico hacia su bella compañera. La química entre ambos evolucionaría hacia una especie de relación filial en la que Ben haría el papel de protector hermano mayor.

Hasta la fecha, Los Cuatro Fantásticos había tenido una cadencia bimensual. A partir del número 6, su aparición pasó a mensual mientras que el título Amazing Fantasy (incluyendo historias de ciencia ficción de Lee y Ditko) se editaría cada dos meses.

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Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".