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«Superman: Metrópolis» (1996), «Batman: Nosferatu» (1999) y «Wonder Woman: Amazona Azul» (2003)

Un repaso de los títulos de la línea Otros Mundos dibuja una topografía que nos conduce al pasado y al futuro, y que remite a ese escenario donde los superhéroes son tratados como parte de una mitología flexible, enriquecida con aportes del cine y la literatura.

Amparados por las libertades creativas que plantea esa línea, Randy y Jean-Marc Lofficier decidieron servir a los lectores un cóctel muy atrevido, combinando elementos del universo DC con otros ingredientes del cine expresionista alemán y de la novela gótica.

Este hallazgo tiene toda su lógica. Así, la primera entrega de esta saga, Superman: Metropolis (1996), se inspira directamente en esa obra monumental que es Metrópolis, de Fritz Lang. Cualquiera que repase la historia del Hombre de Acero sabrá que la ciudad donde suceden sus aventuras está basada en esa ciudad futurista de Lang. Por consiguiente, esta mezcla viene a ser un homenaje retroactivo ‒llamémoslo así‒, que hunde sus raíces en el imaginario de comienzos del siglo XX.

Como en su precedente cinematográfico, esta peripecia se desarrolla en una distopía clasista y oscura, donde los valores humanos quedan distorsionados por la ambición y por una terrible ingeniería social.

Dentro del multiverso DC, esta creación de los Lofficier correspondería a la llamada Tierra-1927, donde también se desarrolla Batman: Nosferatu (1999). En este caso, el Hombre Murciélago queda asimilado al tenebroso entorno que F.W. Murnau ideó en Nosferatu, el vampiro (Nosferatu, eine symphonie des grauens, 1922), con algunos toques ‒aún más evidentes para el cinéfilo‒ de El gabinete del Dr. Caligari (Das Kabinett des Dr. CaligariRobert Wiene, 1919).

La tercera parte de esta trilogía, Wonder Woman: La Amazona Azul (2003), sitúa a la Mujer Maravilla dentro de la misma pesadilla expresionista. Su título alude a otra producción clásica, El Ángel Azul (Der blaue EngelJosef von Sternberg, 1930), aunque su argumento poco tiene que ver con dicha película.

Si el guión de Randy y Jean-Marc Lofficier se apropia de la textura del cine germano de entreguerras, el dibujo de Ted McKeever revive ese estilo en su faceta pictórica, con un trazo nervioso, abocetado y vanguardista, que recuerda a pintores expresionistas de aquellos años, como Ernst Ludwig Kirchner y Egon Schiele.

El tono narrativo es, en las tres historias, muy sólido, y tan valiente y atrevido como el arte de McKeever. Quizá ese nivel flojee un poco más en el episodio de Wonder Woman, pero en términos generales, hablamos de una trilogía vigorosa y atractiva, que también requiere de un lector acostumbrado a propuestas poco convencionales.

Sinopsis

La ciudad de Metrópolis es una distopía futurista donde los patricios asientan sus privilegios en la explotación de la clase trabajadora. Del corazón de esta urbe monstruosa, surge un trío de héroes sobrehumanos capaz de sacudir con su mera presencia los cimientos del orden establecido. ¿Sus nombres? Superman, Nosferatu y la Amazona Azul.

Entre 1996 y 2003, los guionistas Randy y Jean-Marc Lofficier se asociaron con el dibujante Ted McKeever para configurar un atrevido tríptico que trasladaba el Universo DC al mundo del cine expresionista alemán. Esta audaz trilogía —compuesta por Superman: MetropolisBatman: Nosferatu y Wonder Woman: Amazona Azul— ve ahora la luz en castellano en un volumen indispensable.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.