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«Superman, Inc.» (1999), de Steve Vance y José Luis García-López

En esta nueva historia alternativa de Superman, el guionista Steve Vance toma un camino más arriesgado que Dave Gibbons en «Superman: Kal» (1995), también dibujada por García-López.

Lo que encontramos aquí no es el noble y puro héroe de costumbre. La nave espacial kryptoniana que llega a la Tierra con el pequeño Kal-El a bordo nunca fue encontrada por los Kent. El bebé se arrastra fuera de la nave hasta una carretera cercana y es atropellado por un vendedor borracho –accidente del que, por supuesto, sale indemne–. El conductor lo abandona en el cercano condado de Pleasantville, donde es adoptado por el matrimonio Suderman, que le otorga el nombre de Dale. Pero su infancia se trunca primero por la muerte de su padre y luego por la de su madre cuando ésta, estupefacta al ver la primera manifestación de los poderes de vuelo de su hijo, cae por una escalera y se parte el cuello.

Ese momento traumático lleva al introvertido Dale Suderman a reprimir inconscientemente sus habilidades. Su paso por los orfanatos viene marcado por la alienación y el comportamiento antisocial pero al alcanzar la mayoría de edad, su inconsciente deja que sus poderes afloren parcialmente y se convierte en el mejor atleta de la historia, destacando en multitud de deportes y ascendiendo al estatus de imbatible estrella mundial.

La fama y la riqueza que acumula hacen de Dale un hombre megalómano, vanidoso, egoísta y superficial. Por ejemplo, aunque le repugnan los niños, hace que los responsables de publicidad lancen para ellos una línea de cómics y productos basados en un personaje de su invención y que lleva su propia efigie: Superman (los superhéroes no existen como tebeos en esa realidad alternativa). Pero cuando decide crear un equipo de baloncesto propio, los Spartans (que ostentarán el famoso logo de la “S”), rechazando la alianza que le propone Luthor, éste decide acabar con él destruyendo su imagen ante los medios. Pone a su reportera Lois Lane y a un detective privado a escarbar en su pasado hasta que las evidencias sobre su origen extraterrestre salen a la luz, transformando completamente la vida de Dale.

Tanto en esta historia como en «Realworlds: Superman» (2000), Vance se pregunta sobre qué es lo que define a Superman como héroe. La respuesta es que no son sus extraordinarios poderes sino sus elecciones.

Saber discernir entre el bien y el mal no es una cualidad que se adquiera individualmente y sin influencias del entorno externo a uno mismo. Dependiendo del contexto geográfico, cultural y familiar en el que crece un niño, su personalidad cambia al igual que su escala de valores. Así, en “Superman Inc”, lo que encontramos es que sin la educación de los sencillos granjeros Kent y, peor aún, careciendo de modelo de comportamiento de referencia y con una adolescencia traumática pasada en orfanatos, el alienígena Kal-El desarrolla una personalidad retraída e inclinada hacia el egoísmo que descarta los valores de la verdad, la justicia y la protección del débil a favor de metas efímeras como la fama, el poder y la riqueza.

Para articular este mensaje, Vance no necesita cambiar mucho la mitología del Hombre de Acero. Metrópolis, Kansas, los Kent, Lex Luthor o Lois Lane están ahí. Ni siquiera es un tebeo de superhéroes al uso, puesto que no hay auténticos héroes, combates ni identidades secretas.

Ciertamente, el final se encarrila a lo ya conocido (es acogido por los Kent y empieza una nueva vida como Clark, que es de suponer en el futuro compaginará con actividades superheroicas); pero lo relevante, lo que cambia respecto a otras historias del personaje que se limitan a trasponer a éste y a su universo en un tiempo y contexto diferentes, son los aspectos relacionados con la educación y la psicología de Superman.

Por otra parte, es un tebeo muy crítico con el capitalismo sin corazón; la perniciosa influencia de la religión sobre la mente de muchas personas (la madre de Dale cree que éste es un demonio al verlo volar); la influencia de los medios de comunicación a la hora de promover mitomanías injustificadas alrededor de personajes vacuos; o la incapacidad del sistema asistencial para brindar auténtico apoyo a niños necesitados del mismo.

Por otra parte, Vance encuentra también ocasión para insertar algunos guiños metalingüísticos, como cuando el encargado de lanzar la nueva línea de cómics y dibujos animados reflexiona: “Con un personaje tan poderoso, me temo que va a ser difícil crear tensión dramática. Quiero decir, ¿A qué posibles obstáculos podría enfrentarse?”.

Poco nuevo puedo decir de las virtudes de José Luis García-López salvo que aquí recibe el apoyo de un entintador tan diestro como es Mark Farmer (embellecedor por excelencia del dibujo de otro grande: Alan Davis).

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«Superman, Inc.» (1999), de Steve Vance y José Luis García-López

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Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".