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«Superboy: Legión» (2001), de Mark Farmer y Alan Davis

El sello Elseworlds (Otros Mundos) de DC se creó para albergar versiones alternativas de sus héroes, historias autocontenidas del tipo “¿Qué hubiera pasado si…?”. Para los autores, su atractivo reside en la libertad que les otorga trabajar con personajes icónicos sin las ataduras propias de la continuidad oficial; para los lectores, ver hasta dónde es capaz de llegar el talento e imaginación de los creadores a la hora de crear nuevos entornos para sus héroes favoritos.

El guionista y dibujante Alan Davis y su entintador habitual Mark Farmer no eran nuevos en estas lides. En 1998, publicaron El Clavo, una versión de la Liga de la Justicia sin Superman que obtuvo un gran éxito de crítica y público. Tres años después, abordan un planteamiento similar, es decir, un What If? de un grupo emblemático de la Edad de Plata de DC, aunque esta vez en clave considerablemente menos oscura: La Legión de Superhéroes, en formato de dos volúmenes de 48 páginas.

En esta ocasión, fue Mark Farmer quien se encargó de escribir el guión, puesto que él era el verdadero fan de ese grupo futurista y quien dominaba su etapa clásica (empezó a publicarse por primera vez en 1958) lo necesario como para compilar sus hechos más relevantes y reformular un origen diferente.

El futuro que se nos presenta aquí es uno en el que nunca existió Superman. La cápsula que lo sacó de Krypton antes de la destrucción del planeta no llegó a la Tierra, estrellándose en el cinturón de asteroides. Kal-El permaneció en su interior en animación suspendida hasta que en el siglo XXX, el millonario R.J. Brande y su esposa lo encuentran durante un crucero y lo adoptan como hijo propio.

En ese futuro, las cosas son sustancialmente diferentes a como transcurrieron en la línea cronológica “oficial” de la Legión de los Superhéroes clásica: los mermados Green Lantern ya no pueden defender la galaxia y su papel ha sido asumido mayormente por la Policía Científica, que mira por el cumplimiento de la ley aun cuando su presencia no sea bienvenida en algunos planetas; Computo y Universo, en vez de ser supervillanos, son poderosas Inteligencias Artificiales que desde la urbe terrestre de Metrópolis administran multitud de mundos… y Superboy es, ya adolescente, un muchacho hiperactivo cuyos inmensos poderes (que remiten a su encarnación pre-Crisis) lo convierten casi en un dios. Su padre no sabe qué hacer con él y la Policía Científica lo vigila de cerca sospechando que no es más que un superdelincuente en potencia.

Sin embargo, lo que Kal desea por encima de todo es algo muy diferente a los temores que alberga la Policía: emular a los antiguos héroes del siglo XX. Cuando se encuentra con un Green Lantern que le revela la decadencia de esa institución, decide reunir un grupo de individuos con talentos tan especiales como los suyos que actúen en pro de la justicia al margen de la Policía Científica. Por tanto, en este futuro alternativo no son Saturn Girl, Cosmic Boy y Lighting Lad quienes toman la iniciativa de formar la Legión de Superhéroes, sino el último hijo de Krypton que, de hecho, rescata a los dos primeros y los convence para que se unan a su plan. Los tres organizan un proceso de reclutamiento con el que consiguen atraer a un buen número de jóvenes dotados, como ellos, de poderes especiales.

Su primera misión es la de acudir en ayuda del planeta Rimbor, amenazado por un meteorito. De camino se unen a ellos nuevos miembros y aunque tienen éxito en conjurar la catástrofe, han de luchar inesperadamente contra unos supervillanos de gran calibre, los Cinco Fatales, que resultan estar trabajando para Lex Luthor. Los novatos legionarios, que no se han entrenado en la lucha en equipo, reciben un severo castigo: algunos mueren y otros sufren amputaciones o quedan desfigurados. Para colmo, Brainiac 5, miembro de la misteriosa y muy poderosa especie de los coluanos, es secuestrado. Los legionarios ignoran que se han convertido en los peones de una conspiración que amenaza con destruir la próspera sociedad galáctica. El segundo volumen es básicamente una larga resolución de todos los problemas planteados en el primero, con una acción vertiginosa, un ritmo rapidísimo, una tensión creciente y sorpresas que se van sucediendo hasta culminar en el predecible clímax.

Mark Farmer y Alan Davis comprenden perfectamente el género de superhéroes –ya lo habían demostrado de sobra en otras obras anteriores– y esta es una prueba más de ello. Superboy: Legión (Superboy’s Legion) contiene en su justa medida todos los elementos asociados al género: abundante acción, personajes atractivos, entornos maravillosos, épica, humor, tragedia, hazañas heroicas, malvadísimos villanos, amenazas de dimensiones galácticas… El guión es funcional y no particularmente original, pero sí entretenido, ágil y accesible para los profanos del grupo aun cuando abunden los homenajes y guiños a la etapa clásica de la Superboy: Legión. Farmer sintetiza bien la esencia del cómic y comprime en el guión, sin que resulte agobiante, una gran cantidad de información y personajes.

Y sobre todo, no se toma en serio a sí misma, lo cual no quiere decir que no sepa tratar con respeto tanto al lector como a sus personajes. Aunque éstos son numerosos, Farmer se las arregla para que todos tengan su momento –algunos incluso varios– para brillar y evolucionar. Cierto que no vamos a encontrar aquí grandes matices: los malos lo son mucho y los buenos no pueden evitar serlo; ni siquiera UltraBoy, que según se nos dice es un exdelincuente pero que a la hora de la verdad tan sólo exhibe bastante mal genio y una cierta dosis de agresividad, pero todos tienen rasgos diferenciales que son precisa y rápidamente perfilados en un par de viñetas. También es de agradecer que, al menos al principio, Superboy no sea el habitual Mr. Perfecto, epítome de todo aquello a lo que cualquier héroe debe aspirar (de hecho, en la Legión original, era él quien había inspirado la fundación del grupo). Aquí es un adolescente malcriado, arrogante y presumido que, en cuanto las cosas se tuercen se arruga y cae en una depresión mientras sus compañeros se levantan dispuestos a continuar peleando. Al final, consigue sobreponerse, pero para entonces el protagonismo ya ha pasado de forma clara al resto de héroes.

Farmer respeta la tradición clásica de la Legión en cuanto a sus miembros iniciales, pero se permite introducir algunos cambios en los personajes; Lightning Ladd y Light Lass, por ejemplo, son aquí dos relamidos hermanos gemelos de porte aristocrático; Brainiac pertenece a una especie casi mítica… Ésa libertad, junto a la de matar libremente a quien estime necesario, es uno de los grandes placeres tanto del guionista como de los lectores. Así, con ocasión del primer choque entre la Legión y los Cinco Fatales, Farmer no sólo consigue un combate especialmente dramático, sino que de él se deriven consecuencias verdaderamente trágicas. Ésas son las ventajas de trabajar en los márgenes, con proyectos a los que la editorial no presta atención y de los que no dependen sus beneficios anuales.

El trabajo de Alan Davis es, como suele ser norma en él, impecable. Arropado por el sólido entintado de Farmer, sus composiciones de página no aburren y se demuestra capaz de sintetizar en una página gran cantidad de información variando la forma y colocación de las viñetas. Su dibujo destila una elegancia extraordinaria gracias a la limpieza y sinuosidad de su línea. Sus figuras, aunque parecen realistas no lo son en absoluto: los cuerpos de sus personajes disfrutan de una estilización imposible en un sentido opuesto al de los supermusculados héroes y neumáticas heroínas que tanto abundaban en las páginas de los cómics de los noventa. Además y como George Pérez, tiene ese don de dibujar bien a todos los personajes –y son muchos– dotándoles de su propia personalidad gráfica. Su dibujo transpira, en definitiva, alegría juvenil, exuberancia y épica, justo lo que fue la Legión de Superhéroes en sus inicios.

Superboy: Legión es una obra recomendable para todos aquellos que disfruten del cómic de superhéroes bien hecho, sin pretensiones pero de impecable factura y autocontenido.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".