Hoy les presento, señores, dentro de la errática sección Superhombres ibéricos, a Juanito Montalbán, un muchacho español pecoso y cabezón que trabaja a las órdenes del Inspector García, de la Policía Metropolitana de Nueva York.
Lo crearon el dibujante Juan Giralt, honesto profesional responsable de un montón de páginas correctas y sin mayores pretensiones, y el guionista anarquista Joan Llarch, uno de tantos represaliados de la Guerra Civil que acabaron ganándose los garbanzos en el mundo de la cultura popular.
Juanito encuentra en Sudamérica a un anciano de luengas barbas que le revela el secreto del Disco del Sol: cuando el chiquito pronuncia en voz alta estas palabras, se transforma en Superhombre. Hala de volar, de pegar megapuñetazos y de urdir las mil y una para gozo y diversión de sus inocentes lectores.
Mucho se parece semejante excusa argumental a la de El Capitán Marvel que crease C. C. Beck en los comic books americanos -sólo que aquel para transformarse decía Shazam-, editados en España, qué casualidad, un poco antes del nacimiento de este nuestro Superhombre.
La chiquillada del momento no tuvo remilgo alguno -si es que se dio cuenta- en que el personaje estuviese ligeramente, ejem, copiado del americano. Mucho más positivo era dejar mecerse por las bizarras entregas semanales en las que el alter ego de Juanito ponía a caldo a espías, saboteadores, doctoras locas y hombres del espacio exterior. O a señores de Kryptolina, pongo por caso.
Superhombre la editó desde Barcelona Ferma, empresa especializada en facturar tebeos modestos y eficaces para nutrir las más ingenuas ansias lectoras. Era 1957, aún no había crecido Juan José, el hijo del editor, que con los años fundaría aquella revista moderna y underground que tantos hijos dejó dispersos por España, la contracultural STAR. Ni Supermán ni gaitas gallegas: subdesarrollado como nosotros… viva nuestro Superhombre!!!!
Copyright del artículo © Pedro Porcel. Tras publicarlo previamente en El Desván del Abuelito, lo edito ahora en este nuevo desván de la revista Cualia. Reservados todos los derechos.