Situar a Superman en situaciones ajenas a su universo o continuidad establecida es algo que se hacía ya en los cómics de la Edad de Plata, aunque entonces a estas historias no se las llamaba Elseworlds u Otros Mundos sino Imaginary Novels. Sea como sea que se las bautice y clasifique, aquel era un formato que permitía al guionista mayor libertad. Como dice la entradilla de los volúmenes publicados bajo el sello Otros Mundos: “Los héroes son sacados de sus entornos habituales y situados en lugares y tiempos ajenos: algunos han existido o podrían haberlo hecho, y otros no pudieron o no deberían existir”.
Las historias de la Edad de Plata, realizadas desde finales de los cincuenta hasta los setenta, constaban casi siempre de un solo cómic, dividido en tres actos. Fue uno de los títulos de la familia Superman, Superman´s Girlfriend, Lois Lane (que apareció desde 1958 a 1974) el que introdujo el concepto de historias “imaginarias” que transcurrían en realidades alternativas y que a menudo giraban alrededor del tan anhelado y fantaseado matrimonio de la periodista con Superman.
No tardó la idea en pasar a otras colecciones, en historias como «La otra vida de Superman” (Superman nº 132, 1959) o “La asombrosa historia del Superman rojo y el Superman azul” (Superman, nº 162, 1963). En general eran historias ligeras, aunque también hubo excepciones como “La muerte de Superman” (Superman, nº 149, 1961), en la que los lectores no obtenían el final feliz al que estaban acostumbrados.
Tras la gran reforma que supuso Crisis en Tierras Infinitas en 1986, DC continuó publicando estas historias imaginarias al margen de las colecciones regulares y bajo el sello de Otros Mundos, a menudo como números especiales en formato prestigio. Batman fue durante mucho tiempo el personaje más popular a la hora de exportar su universo a otros marcos temporales, pero a mediados de los noventa y en buena medida gracias al éxito de la obra que comentaré a continuación, Superman empezó a frecuentar más este tipo de narraciones.
José Luis García-López es uno de los grandes autores del cómic de superhéroes que ayudó a definir durante toda una década no sólo al Hombre de Acero sino al resto del panteón DC.
Cuando García-López empezó a dibujar a Superman, a mediados de los setenta, los cómics estaban cambiando rápidamente. No sólo los superhéroes DC comenzaban a experimentar ramalazos de angustia existencial y conflicto interior (algo que los personajes Marvel llevaban ofreciendo desde hacía diez años), sino que su lenguaje visual sustituía su tradicional estatismo por presentaciones más vívidas y fluidas.
Tras unas primeras incursiones como entintador de los lápices de otros artistas, García-López obtuvo la libertad necesaria para dibujar a Superman de una forma nueva y moderna sobre todo en las páginas del título team-up DC Comics Presents. Era un Superman que se enfadaba, se divertía, transmitía esfuerzo cuando aplicaba sus músculos a una tarea ciclópea, que volaba con una nueva elegancia… A su manera, fue una revolución.
García-López no sólo actualizó el aspecto de Superman que su predecesor, Curt Swan, había institucionalizado en su larguísima estancia con el personaje, sino que al elaborar la guía de estilo oficial DC para licencias externas (los dibujos que utilizarían los fabricantes de todo tipo de merchandising con las efigies de los héroes DC), sus interpretaciones de los personajes fueron las que sirvieron de guía para todos los nuevos dibujantes que fichara la editorial. Durante décadas y para millones de personas, aficionados al cómic o no, su Superman fue el canónico.
Su reinado hace ya tiempo que terminó. El personaje experimentó un completo rediseño tanto en su traje y peinado como en actitud, pero sus cómics siguen siendo una lectura deliciosa gracias a su estilo atemporal, elegante, naturalista y con un perfecto equilibrio entre la claridad y el detallismo.
Pues bien, en 1995, García-López dibuja “Kal”, una historia Otros Mundos de 64 páginas, en formato prestigio y guionizada por Dave Gibbons, en la que el cohete de Superman no llega al consabido Kansas norteamericano del siglo XX sino a la Inglaterra medieval. Es adoptado por los Kent, una pareja de humildes campesinos que tratan de ocultar las sobrenaturales capacidades de su hijo mientras crece por temor a que les quemen a todos en la hoguera.
Kal pasa de la granja familiar a aprendiz de herrero y es entonces cuando conoce a Loisse, una noble que vive prisionera del malvado barón Luthor.
Se trata de un guión muy convencional que reúne multitud de tópicos y lugares comunes de la fantasía medieval: el héroe de las clases bajas que se alza contra los poderes establecidos, el noble villanesco, la bella dama de alta cuna que se enamora del héroe de baja cuna, torneos y justas durante las ferias de verano… Incluso, el desenlace de la fiesta nupcial de Kal y Loisse, con la aparición de Luthor exigiendo su derecho de pernada, recuerda sospechosamente a una escena prácticamente igual de Braveheart, película que, curiosamente, apareció aquel mismo año.
Gibbons estructura la historia de forma muy conservadora, con una introducción, un nudo y un tercer acto de desenlace a lo largo de los cuales se desarrolla una trama fácilmente trasladable, por ejemplo, al cine.
A diferencia de muchos Otros Mundos que transmiten la impresión de ser tan sólo números ordinarios algo extendidos, “Kal” sí tiene entidad propia como novela gráfica. A pesar de los poderes de Kal, la historia no llega a transformarse totalmente en una historia de superhéroes dado que no media identidad secreta o colorido uniforme. Es más, Superman acaba enfrentándose a Luthor por pura y simple venganza por la muerte de Loisse y no por sentido de la justicia o del deber. Probablemente, en el contexto que se nos plantea, de haber podido seguir con su vida sencilla, Kal no habría cuestionado el orden establecido y habría dejado hacer a Luthor.
Por otra parte, Gibbons también evita la inclusión completamente gratuita de cameos y referencias del universo de Superman, algo que en otras historias de este tipo resultan forzadas y distraen de la narración principal. Aquí encontramos a Lois, Luthor, Jimmy Olsen y la kryptonita, pero todo está lógicamente integrado en la historia, incluso algo modificado, como el que Jimmy no sea el joven e inexperto protegido de Superman sino su mejor amigo e igual.
Asimismo, el guionista demuestra tener buena mano con los diálogos y acierta al encuadrar la historia en el periodo histórico elegido (lo cual no significa ni mucho menos que estemos ante una narración realista); por ejemplo, con la preocupación de los padres de Kal porque la inquebrantable salud de Kal y su impecable aspecto físico (sin marcas de viruela o escorbuto, por ejemplo) levante las sospechas de sus vecinos y atraiga sobre ellos una posible acusación de brujería.
En cuanto al arte y como de costumbre, pocas pegas se le pueden encontrar a García-López. Hace que lo imposible resulte verosímil gracias al realismo de sus figuras, la forma en que se mueven, hablan o pelean y su facilidad a la hora de expresar emociones con los gestos y la posición del cuerpo. Trata con igual maestría y dinamismo lo cotidiano –gente en una fiesta o trabajando, conversaciones casuales…– y lo extraordinario (Kal venciendo en el torneo, invadiendo el castillo y enfrentándose a Luthor). Su línea sigue siendo elegante, si bien utiliza en el entintado un trazo más grueso de lo habitual, lo que le resta algo de ligereza. Y, por supuesto, evita la pereza y los atajos a la hora de componer la página o incluir detalles y figuras de fondo en sus viñetas.
Mi valoración final es que “Kal” no es una gran historia. Ni es tan mala como para odiarla ni tan buena como para recordarla con gran afecto. No aporta elementos nuevos, los personajes están medianamente perfilados, no contiene nada sustancialmente importante y sí muchos tópicos, tiene un final bastante desesperanzador (con la innecesaria aparición de un Merlín joven que nada pinta en todo esto) y el desgraciado destino de Loisse parece algo impropio para un personaje tan veterano. Pero sí es una lectura agradable y ligera, en buena medida gracias al dibujo de García-López. Imprescindible para los fans de Superman y recomendable para todos los amantes del dibujo y las historias clásicas de cualquier género.
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