Quizá el ejemplo supremo de un libro difícil de llevar a la pantalla sea Dune, de Frank Herbert. Partamos de la base de que hay algo en su estilo literario, en su complejidad y en su grandilocuencia que requiere un equipo a la misma altura.
Nunca sabremos a qué punto hubiera llegado Alejandro Jodorowsky con la versión que no llegó a rodar. David Lynch filmó una adaptación que, a pesar de sus problemas, ya es una pieza de culto. Por su parte, John Harrison completó una miniserie más humilde, pero sin duda interesante. Tomando el relevo, Denis Villeneuve regresa al universo de Dune, y consigue algo que ya intentaron sus predecesores: traducir la novela al lenguaje del cine sin traicionar el texto de Herbert y sin perder de vista al espectador medio.
Dentro de su coraza artística, la cinta de Villeneuve incluye esa descarga de endorfinas típica de las superproducciones de Hollywood. Lo cual nos lleva a pensar que todavía hay algo digno en la palabra «comercialidad», aunque hoy se interprete como una disculpa para infantilizar a la audiencia.
Inevitablemente, esa ambición popular de la película choca, de cuando en cuando, con la actitud creativa de Villeneuve, un realizador que a la hora de elegir entre dos caminos, siempre escogerá el más denso, onírico y contemplativo. En otras palabras: parece que enfriar los sentimientos le parece un peaje razonable en un proyecto de estas características.
El primer acierto se nota al poco de comenzar el film, y es que el guion de Jon Spaihts, Villeneuve y Eric Roth refleja con fidelidad la gama psicológica, la ecología planetaria y el tablero geopolítico que tuvo en mente Herbert.
Gracias a una sólida dirección artística y a unos efectos digitales bien integrados ‒algo que ya comprobamos en Blade Runner 2049‒, la película consigue que tomen forma los planetas de la novela, y por supuesto, también sus habitantes, empezando por esos gusanos de la arena que aquí cobran vida con gran verosimilitud.
Si no me equivoco, la corpulencia del proyecto se medirá mejor en el futuro, cuando la segunda parte y su derivación televisiva (Dune: The Sisterhood) nos permitan alcanzar una visión de conjunto. Por el momento, vista en una sala de cine, Dune tiene momentos de genuino asombro y se nota que tras la cámara hay un director con un estilo propio.
Dentro del reparto, mi principal duda era Timothée Chalamet, pero lo cierto es que ese prejuicio acaba disipándose (y eso que, a mi modo de ver, había otras opciones más razonables para el papel). El resto del elenco destila seguridad gracias a la presencia de Rebecca Ferguson, Oscar Isaac, Josh Brolin, Stellan Skarsgård, Charlotte Rampling, Jason Momoa y Javier Bardem. Asimismo, creo que es acertada la elección de Dave Bautista y de Zendaya, bien ajustados a lo que requieren sus personajes.
A pesar de lo que digan sus admiradores más apasionados, Hans Zimmer no es el músico que necesitaba un proyecto como este. Entiendo que Zimmer y sus acólitos (Klaus Badelt, Lorne Balfe y Harry Gregson-Williams, entre otros «creadores de atmósferas») reinan en una etapa en la que los directores odian las melodías, los leitmotifs y el sonido orquestal clásico. Pero siento que al mundo de Herbert le hubiera beneficiado un compositor de la vieja escuela. Es más: incluso si hablamos de música electrónica, el omnipresente Zimmer está lejos de titanes como Vangelis.
En cualquier caso, se trata de reproches secundarios. Y aunque me resisto a escribir los elogios que otros críticos le han dedicado, pienso que este es un largometraje de primera clase: casi operístico y con algunos tramos tan poderosos como inmersivos.
Sinopsis
Dune, el periplo de un héroe mítico y con una enorme carga emocional, cuenta la historia de Paul Atreides. Se trata de un joven brillante y de gran talento con un destino grandioso que no comprende todavía y que deberá viajar al planeta más peligroso del universo para asegurar el futuro de su familia y de su pueblo. Mientras las fuerzas del mal se enfrentan por uno de los recursos más excepcionales del planeta que tiene el poder de desbloquear todo el potencial de la humanidad, solo los que logren dominar sus miedos podrán sobrevivir.
En un futuro lejano, en medio de imperios interestelares feudales en expansión, hay planetas controlados por casas nobles e innobles. Sin embargo, Dune se basa en las relaciones y las luchas humanas. La película trata sobre personas reales y temas complejos como la ecología, la evolución y la supervivencia, y también las batallas diarias que libran los seres humanos en torno al amor, la lealtad y el deber, la traición, el poder… sobre nosotros mismos. Dune es un espejo de la sociedad en la que vivimos hoy.
El director nominado al Oscar Denis Villeneuve (La llegada, Blade Runner 2049) dirige Dune. La película está protagonizada por el nominado al Oscar Timothée Chalamet (Call Me by Your Name, Mujercitas, La crónica francesa (del Liberty, Kansas Evening Sun)), Rebecca Ferguson (Doctor Sueño, Misión Imposible: Fallout), Oscar Isaac (la franquicia de Star Wars) Josh Brolin, nominado al Oscar (Mi nombre es Harvey Milk, Vengadores: Infinity War), Stellan Skarsgård (Chernobyl de HBO, Vengadores: La era de Ultrón), Dave Bautista (las películas de Guardianes de la galaxia, Vengadores: Endgame), Stephen McKinley Henderson (Fences, Lady Bird), Zendaya (Spider-Man: Homecoming, Euphoria de HBO), Chang Chen (Mr. Long, Tigre y dragón), David Dastmalchian (Blade Runner 2049, El caballero oscuro, El Escuadrón Suicida), Sharon Duncan-Brewster (Rogue One: Una historia de Star Wars, Educación sexual de Netflix), con la nominada al Oscar Charlotte Rampling (45 años, Assassin’s Creed), con Jason Momoa (Aquaman, Juego de tronos), y el ganador del Oscar Javier Bardem (No es país para viejos, Skyfall, The Little Mermaid).
Villeneuve descubrió que «hay muchas formas de abordar la historia de Dune, pero una de ellas, uno de los ángulos principales, es la historia muy humana de la familia Atreides que cae en la trampa que le tiende el Emperador, que está cada vez más celoso de su creciente popularidad. Es entonces cuando el Emperador envía a los Atreides a un nuevo planeta de la galaxia, Arrakis, donde se puede encontrar la Especia, la sustancia más preciada del universo».
A Paul Atreides le aguarda su destino, más allá del miedo. Hijo de un gran hombre y heredero real de la noble Casa Atreides, ha pasado toda su vida preparándose para llevar el pesado manto que acompaña a su apellido, formándose con maestros y mentores para perfeccionar sus habilidades de combate y su intelecto. Ahora, a punto de llegar a la edad adulta, le atormentan visiones de una misteriosa joven y un futuro inevitable, que también lo llaman a abandonar la casa de su infancia en Caladan para emprender una nueva vida. Una vez que llegue a Arrakis, el planeta más peligroso del Universo Conocido, Paul se enfrentará a sus miedos más íntimos para cumplir su verdadero destino.
Timothée Chalamet, el actor encargado de llevar a Paul, el héroe, a este viaje, estaba encantado con el papel. «Es una oportunidad increíble interpretar a alguien tan perdido, tan conflictivo, pero con tanta responsabilidad a una edad tan temprana», dice Chalamet. «Me pareció que ser el protagonista de una película era una especie de dicotomía maravillosa a la vez que extraña. Paul no es el protagonista romántico habitual y me encantó que fuera un personaje con el que realmente podría jugar».
«Descubrí el libro en mi adolescencia y recuerdo que me fascinó su poesía, por lo que decía sobre la naturaleza y por el auténtico protagonista de Dune«, cuenta Villeneuve. «En ese momento estaba estudiando ciencias y pensé en convertirme en realizador o en biólogo por la forma en que Frank Herbert abordaba la ecología en el libro, de manera tan innovadora, tan rica, tan poética, tan poderosa. Su visión de la naturaleza era absolutamente fascinante con todos esos hermosos ecosistemas que creó. Su exploración del impacto y el caos causado por el colonialismo era un retrato del siglo XX que sigue siendo relevante en la actualidad. Y también había un joven luchando con su identidad, tratando de encontrar su lugar en el mundo, como yo mismo estaba haciendo. La forma en que Paul descubre su identidad a través de otra cultura me pareció asombrosa».
El planeta Arrakis es un gigantesco mundo desértico de horizontes infinitos y belleza desoladora. Para reflejar la visión singular de Villeneuve, sus equipos creativos, liderados por el director de fotografía Greig Fraser y el diseñador de producción Patrice Vermette, trabajaron para capturar todo lo posible con la cámara. Eso significaba renunciar a la pantalla verde y crear el ‘Dune on Earth’ ideal para el director, en los platós de Origo Studios en Budapest, Hungría y en localizaciones en Jordania, y una semana en Abu Dhabi antes de acabar.
Los platós de la capital húngara se han utilizado muchas veces, pero es posible que nunca hayan albergado una producción tan ambiciosa. Joe Caracciolo Jr. afirma: «La escala de la película es tremenda. Tenía curiosidad por saber cómo íbamos a lograrlo, pero la forma en que Patrice y Denis trabajaron juntos para crear el aspecto de la película y cómo Greig, que es uno de los directores de fotografía más adaptables con los que he trabajado, lo filmó todo, es fascinante».
Fraser dice que también hablaron mucho sobre filmar digitalmente o en película. «La película es un formato precioso con una calidad innegable que es deslumbrante, y es analógico y desprende humanidad y calidez», relata. «Pero en este caso, vimos que filmar con la cámara Alexa nos daba la calidez y la humanidad que requería la historia pero sin la nostalgia que desprende la película».
Sin embargo, Fraser dice que cedió un poco. «Después probamos otra técnica en la que filmamos lo digital. Es decir, que una vez que la película estuvo montada, Fotokem, nuestro laboratorio, la filmó y creó un negativo. A continuación, volvieron a escanear ese negativo así que la película que ve todo el mundo ha pasado por un proceso analógico. Es una técnica que había estado barajando hace tiempo, pero no la había aplicado nunca a un largometraje».
Otra de las localizaciones principales es una zona conocida localmente con el nombre de Military Dunes, en la frontera entre Jordania e Israel; los militares lo usan para hacer ejercicios, pero era inaccesible para el público… hasta ahora. Dune fue la primera película a que se le permitió rodar allí y las razones por las que querían hacerlo están claras, a pesar de que las ventajas vinieron acompañadas de algunos inconvenientes sorprendentes. «Es arena totalmente virgen», dice el jefe de localizaciones Nick Oliver. «Nadie ha caminado por ella. Las dunas se van moviendo a través del desierto y cambian constantemente. Es una visión asombrosa, ¡pero fue lo que hizo que averiguar dónde íbamos a rodar fuera tan complicado! De repente las dunas se habían movido en función del viento y el paisaje volvía a cambiar».
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