Cuando Escape Books publicó la primera edición de Violent Cases en 1987, los nombres de Neil Gaiman y Dave McKean se hicieron un hueco en ese mundo darwinista y un tanto enloquecido que es la industria del cómic.
Era su primera novela gráfica. Un trabajo de artesanía, en el que la narrativa posmoderna de Gaiman quedaba plasmada en las viñetas de McKean, un diseñador experimental y juguetón, con la elegancia enredada en sus genes.
Todo hay que decirlo: aquella edición en blanco y negro lanzada por Escape no hacía justicia al oficio de McKean. De ahí que las posteriores tiradas en color reforzasen aún más la impresión de sorpresa que causó su original grafismo.
Gaiman, cuya imagen representa al protagonista en su edad adulta, nos relata la historia de un crío de Portsmouth. Un niño cuyo padre, después de dislocarle el brazo, le lleva a un osteópata que, décadas atrás, fue empleado por Al Capone.
Los recuerdos de narrador en su infancia –como los de cualquiera con sangre en las venas– no pueden enumerarse con gran lujo de detalles, precisamente porque la memoria flaquea y a veces duele demasiado para ser sincera. En cualquier caso, descubrimos lo suficiente para saber que este chaval tuvo una compleja relación con su padre.
Guiado por la curiosidad, el niño le pide al osteópata que le hable de los gangsters, y a través de esos relatos, la violencia y los secretos mal guardados se convierten en temas cotidianos para el pequeño.
Tanto en Violent Cases como en Mr. Punch (1994), Gaiman y Dave McKean plantean un retrato sugerente sobre el modo en que el pasado puede interpretarse como una mitología multiforme y enrevesada, que nos aturde con súbitos flashbacks, o con arreglos improbables que cubren ciertos vacíos (Por ejemplo, ese personaje idéntico a Einstein, o el que es igual que el compañero de Humphrey Bogart en El Halcón Maltés).
Por otro lado, se trata de una obra adulta, que Gaiman escribió después de sorprenderse en 1986 con la publicación de Watchmen, de Alan Moore, Maus, de Art Spiegelman, Batman: el regreso del Caballero Oscuro, de Frank Miller, y Superman: The Man of Steel, de John Byrne.
Por aquellos días, muchos descubrieron que los cómics no son sólo un entretenimiento infantil, y Violent Cases venía a confirmarlo con su reevaluación del pasado, su narrativa fragmentaria y sus ilustraciones expresionistas, que encuentran un equivalente estilístico en otra obra igualmente poderosa, Elektra Asesina, de Miller y Bill Sienkiewicz.
Todo ello convierte este álbum en un pequeño clásico, tan singular en lo narrativo como ambicioso en lo artístico.
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Violent Cases (1987), de Neil Gaiman y Dave McKean
Orquídea Negra (1988-1989), de Neil Gaiman y Dave McKean
Miracleman (1989-1993), de Neil Gaiman y Mark Buckingham
Sandman: Preludios y nocturnos (1989), de Neil Gaiman, Sam Kieth y Mike Dringenberg
Sandman: País de sueños (1990), de Neil Gaiman, Kelley Jones, Charles Vess y Colleen Doran
Sandman: Estación de nieblas (1990-1991), de Neil Gaiman, Kelley Jones, P. Craig Russell y otros
Sandman: Vidas breves (1992-1993), de Neil Gaiman y Jill Thompson
Muerte: El alto coste de la vida (1993), de Neil Gaiman y Chris Bachalo
Sandman: Las benévolas (1994-1995), de Neil Gaiman, Kevin Nowlan, Marc Hempel, Charles Vess y otros
Sandman: El velatorio (1995-1996), de Neil Gaiman, Michael Zulli, Charles Vess, Bryan Talbot y otros
Muerte: Lo mejor de tu vida (1996), de Neil Gaiman, Chris Bachalo y Mark Buckingham
Sandman: Cazadores de sueños (1999), de Neil Gaiman y Yoshitaka Amano
1602 (2003-2004), de Neil Gaiman y Andy Kubert
Criaturas de la noche (2004), de Neil Gaiman y Michael Zulli
Neverwhere (2005), de Neil Gaiman, Mike Carey y Glenn Fabry
Eternos (2006), de Neil Gaiman y John Romita Jr
Sandman: Los Cazadores de Sueños (2008-2009), de Neil Gaiman y P. Craig Russell
Batman: ¿Qué le sucedió al cruzado de la capa? (2009), de Neil Gaiman y Andy Kubert
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