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Thorgal: «Loba» (1990), de Van Hamme y Rosinski

En Loba (Louve, noviembre de 1990), decimosexto volumen de la serie de Thorgal, encontramos al protagonista, a Jolan y a la embarazada Aaricia viajando por fin hacia las tierras norteñas, pero su barco se cruza con el de Wor el Magnífico, aspirante al trono de rey de los vikingos. Éste, un individuo intrigante y lleno de arrogancia, pretende que Thorgal se una a él en una nueva expedición, pero cuando se niega, requisa su embarcación y deja al trío en tierra para que cubran a pie el camino que les resta. Dado el estado de Aaricia, Thorgal decide dejarlos acampados un par de días en el bosque mientras él se adelanta hasta el poblado y se hace con una carreta.

Sin embargo, cuando por la noche y discretamente llega a su destino y se encuentra con Solveig, antigua amiga de Aaricia, y Hierulf, el anciano consejero del fallecido rey Gandalf, se entera de que en realidad Wor es un disidente que ha tomado el pueblo por la fuerza y pretende asesinar a cualquiera que pueda reclamar derechos legítimos sobre la jefatura vikinga, en concreto los herederos de Leif Haraldson y Gandalf el Loco. Y eso incluye, por supuesto, a Aaricia (hija del segundo) y Thorgal (hijo adoptivo del primero).

Efectivamente, con Thorgal ausente, Wor captura a Jolan y persigue a Aaricia, que se escabulle a duras penas y se prepara para dar a luz en una madriguera que ha de compartir con una loba en su misma situación. Mientras tanto, en el exterior, un jorobado al que Wor mutiló cruelmente, empieza a vengarse asesinando uno a uno a sus hombres.

Loba es un álbum excelente que prescinde de los elementos fantásticos y de ciencia ficción para narrar en paralelo dos historias rebosantes de suspense y violencia. Por una parte, los esfuerzos de Thorgal por recuperar a su familia de las garras del brutal Wor; por otra, el trance por el que pasa Aaricia para dar a luz a su hija, a la que bautizará, precisamente, Loba.

De nuevo, Van Hamme aborda la cuestión del transcurso del tiempo en la serie. Por una parte, está el asunto del liderazgo de los vikingos, una cuestión sobre la que se volverá en el siguiente álbum, La guardiana de las llaves y que subraya una situación de vacío de poder tras los sucesivos reinados de Leif Haraldson y Gandalf el Loco. Puede que el lector crea que Van Hamme está preparando la coronación del protagonista, cuyo valor ha quedado ya sobradamente demostrado. Y ciertamente hubiera sido una dirección interesante para la serie, pero no es eso lo que el guionista tenía en mente, tal y como veremos en siguientes entregas.

El paso del tiempo queda implícito también en el hecho de la ampliación de la familia de Thorgal con una nueva hija. Desde que comenzó la serie, el protagonista pasó de ser un héroe solitario a tener una esposa, luego ambos se convirtieron en padres de un niño y, cuando éste ya ha crecido, de una niña. Esta evolución y las nuevas responsabilidades que conlleva no han hecho sino acentuar cada vez más lo que ya era un rasgo de la personalidad de Thorgal: su aversión a la violencia (en todo caso, la utiliza sólo para administrar justicia o protegerse a sí mismo y a los suyos) y, en consecuencia, su alejamiento de los hombres. En una escena de este álbum lo vemos explicando su postura a Jolan cuando éste, tras ver cómo Wor les arrebata su barco, le pregunta a su padre por qué no quiere pelear: “Porque no quiero matar a nadie sin razón, Jolan. Yo peleo sólo cuando me veo obligado a ello”. Y a continuación, hace una reflexión sobre la cultura vikinga de la que tan alienado se siente: “No se puede ser un hombre sin tener que estar pensando constantemente en romperle la cabeza al vecino. Los vikingos no llegarán a ser un gran pueblo mientras se contenten con robar y masacrar”.

Sin embargo y como para su desgracia comprueban los hombres de Wor, cuando se ve obligado por las circunstancias, Thorgal demuestra ser un guerrero feroz, diestro y decidido. La originalidad básica de este héroe es, precisamente, que a pesar de ser un excelente luchador detesta la violencia; una filosofía pacifista que permea discretamente toda la saga. Aun cuando Van Hamme escribe un tipo de historias muy clásicas, con narraciones lineales, personajes arquetípicos, giros propios del género y uso de clichés (el héroe varonil, noble y valiente; los villanos repulsivos; las mujeres hermosas…), consigue hacer de Thorgal un héroe de carne y hueso con el que resulta fácil simpatizar.

Los villanos de la historia están también mejor construidos que en otras ocasiones. No sólo Wor tiene carisma y astucia sino que cuenta con algunos subordinados que no carecen de peso. De hecho, resulta perfectamente verosímil que a punto estén de conseguir su objetivo, fracasando sólo por la intervención providencial de cierto personaje.

Y, de nuevo, hay que resaltar al personaje de Aaricia, que en esta ocasión recibe un tratamiento particularmente bueno –mejor, incluso, que el que habíamos visto en su propio álbum, dos entregas antes–. Aquí demuestra una valentía y fortaleza dignas de su herencia vikinga. De hecho, el título no sólo hace referencia a la hija que aquí alumbra o al animal salvaje con el que comparte el trance del parto, sino a la esencia, no siempre evidente, de su propio carácter y que aquí aflora a la superficie.

El trabajo de Rosinski vuelve a ser extraordinario, desde la espectacular portada hasta el juego de sombras (el bosque por la noche, los relámpagos de la tormenta, el fuego de un hogar) así como el acierto a la hora de utilizar el entorno natural para acentuar el dramatismo y el suspense, construyendo una perfecta atmósfera grisácea en la que pueden sentirse el frío y la humedad que envuelven a los personajes. La composición de página es muy clásica y aunque no encontramos aquí montajes tan atrevidos como en otras ocasiones, ello probablemente responda a que Rosinski prefiere la narrativa más clara posible por encima de cualquier exhibición gráfica que no sirva a la misma. Rosinski dibuja momentos de acción creíbles y demuestra una sensibilidad cinematográfica a la hora de imprimir tensión en una escena, ya sea utilizando los planos, la secuencia de viñetas o la expresividad de sus personajes. El diseño de éstos, por otra parte, está tan logrado como de costumbre; y, también como de costumbre, es difícil encontrar algún fallo en sus páginas.

Loba puede contarse entre los mejores álbumes de la colección, lo cual es decir mucho tratándose de Thorgal. Es una historia realista, un thriller violento e intenso que, además, culmina en un momento de gran emotividad e importancia en la vida de los protagonistas.

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Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".