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Thorgal: «El señor de las montañas» (1989), de Van Hamme y Rosinski

El decimoquinto álbum de la serie de Thorgal es El señor de las montañas (Le Maître des montagnes, octubre de 1989), una entrega que puede leerse tanto como una algo trillada alegoría sobre el determinismo, o como el nuevo capítulo de una saga cuyo autor gusta de jugar con los códigos de la fantasía heroica mezclándolos con los de la ciencia ficción.

Como Aaricia quiere dar a luz a su nuevo hijo en su hogar nativo en el Norte y dado que la caminata hasta allí puede afectar su embarazo, Thorgal decide atravesar las nevadas montañas para conseguir un barco y regresar por mar a recogerla. Tras evitar por poco una avalancha, se refugia en una cabaña en ruinas, donde conoce a un esclavo fugado, Torric. Pero a la mañana siguiente y sin previo aviso, ambos se encuentran transportados al mismo lugar pero décadas en el pasado, cuando la cabaña no había sido devorada por el fuego y en ella vivía una hermosa y valiente joven llamada Vlana. Es la primera de una serie de paradojas que irán modificando la corriente temporal conforme Thorgal viaja del pasado al presente y viceversa, modificando el presente con cada uno de sus actos mientras trata de desentrañar una turbia intriga relacionada con un tirano local, Saxegaard, más conocido como el Señor de las Montañas. Para resolver el bucle y recuperar su libertad, Thorgal recurre al anillo Ouroboros que el abuelo de Vlana, un sabio cretense, le legó al morir y que Saxegaard ambiciona.

El guión de Van Hamme es sólido aunque quizá alargado un poco más de lo necesario, especialmente en el último tercio, donde se suceden con rapidez nuevos giros y sorpresas. El señor de las montañas es en el fondo una historia clásica sobre viajes en el tiempo y paradojas temporales que ofrece una aproximación original al transcurrir enteramente en el mismo punto geográfico pero en diferentes momentos del tiempo y estar protagonizado tan solo por tres personajes: Thorgal, Torric y Vlana, esta última una de las mujeres más sensuales que han aparecido en la colección (aunque ya empieza a ser demasiado recurrente la idea de la fémina que cae rendida ante Thorgal a la primera de cambio).

Es este un álbum que, por alguna razón, gráficamente no está a la altura de los últimos de la saga. Quizá se debiera a la sobrecarga de trabajo de Rosinski, que en un solo año tuvo que encargarse tanto de esta entrega como de la anterior, Aaricia, esta sí con una excelente factura. No obstante, incluso un trabajo menor de Rosinski tiene puntos de interés. Aunque el dibujo está menos acabado, sigue teniendo un envidiable pulso narrativo. Prueba de ello es que, pese a las limitaciones espaciales con las que tiene que trabajar (un solo lugar, tres únicos personajes), el ritmo en ningún momento decae ni la presentación se hace monótona. Como en álbumes anteriores, vuelve a llamar la atención el acierto con el que están dibujados los paisajes naturales, un aspecto en el que nada tiene que envidiar Rosinski a otro grande del cómic europeo que destaca en ello: Hermann. No se trata solamente de representar un entorno exótico sino de ofrecer al lector una auténtica inmersión. En esta ocasión, tras las selvas y desiertos americanos que dominaron el Ciclo del País Qa, retornamos a las agrestes montañas escandinavas y sus bosques invernales.

Puede que El señor de las montañas no sea uno de los mejores álbumes de la colección, pero sí constituye una muy recomendable lectura que, además, no requiere del conocimiento previo de los anteriores ya que cuenta una historia autónoma. Su original peripecia (no apta, eso sí, para quienes se líen fácilmente con los viajes y paradojas temporales) contiene abundantes giros y sorpresas, una tensión bien dosificada y una mezcla equilibrada de ciencia ficción, aventura, misterio y fantasía.

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Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".