Cualia.es

«The League of Extraordinary Gentlemen: La Tempestad» (2018-2019), de Alan Moore y Kevin O’Neill

Este es el final de un largo camino. Todo empezó con La Liga de los Caballeros Extraordinarios (1999-2007), un tebeo que asumía el carácter acumulativo de la cultura pop. Siguiendo el espíritu del pastiche tradicional, sus protagonistas eran Mina Murray (Drácula, de Bram Stoker), Allan Quatermain (Las minas del rey Salomón, de H.R. Haggard), el Dr. Jekyll (El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R.L. Stevenson), el Hombre Invisible (creado por H.G. Wells) y el capitán Nemo (Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne).

¿Podía un equipo tan heterogéneo dar lugar a una aventura coherente? Sí, claro que podía, incluso añadiendo a la mezcla mil personajes y referencias más. Por lo demás, esa recapitulación erudita de Alan Moore ‒especialmente acertada en la primera entrega de la serie‒ le obligaba a uno a revisar la literatura popular anglosajona con otra mirada. Por si ello no bastara, necesitábamos ‒dicho queda‒ cierto esfuerzo, sobre todo cuando en una determinada viñeta surgían figuras enigmáticas, que solo un experto en folletín del XIX reconocería.

Tras una segunda tanda de aventuras, esta vez inspiradas por La Guerra de los Mundos (1898), de H.G. Wells, los lectores de Moore acogieron con menor entusiasmo las continuaciones: Dossier Negro (2007), Century (2009-2012) y Nemo: Heart of Ice (2013). No desfalleció, en todo caso, el propio guionista, impulsado por un feliz síndrome de Diógenes que le llevó a acumular nuevas figuras y recursos de la literatura clásica británica y del santoral pop, esta vez del siglo XX.

Por más que me sorprenda ‒que lo hace‒, aquí vuelve de nuevo con el mismo afán. En La Tempestad, Moore ya no oculta sus cartas. Aunque hay una trama de fondo, resuelta en distintas épocas, el lector podrá comprobar que la línea narrativa es lo que menos importa.

El apocalíptico vaivén de acontecimientos nos sitúa en un entorno a medio camino entre la distopía (1984, de George Orwell, y Nosotros, de Yevgeny Zamyatin) y la fantasía sobrenatural (Ella y Allan, de H.R. Haggard). El trío protagonista lo forman la citada Mina Murray, Orlando (el personaje creado por Virginia Woolf en su novela homónima de 1928) y Emma Night (espía del MI5 bondiano, sospechosamente similar a Emma Peel, de la teleserie Los Vengadores).

Entre los secundarios, hay un poco de todo. Desde criaturas pop, como James Bond o Satin Astro (la heroína creada por Dennis Reader para Whizzer Comics en 1947), hasta figuras del panteón literario isabelino, como Próspero ‒La tempestad (1611), de William Shakespeare‒ o la reina Gloriana ‒La Reina Hada (1590), de Edmund Spenser‒. Completamente desatado, Moore libera en esta entrega centenares de alusiones de este estilo, abrumándonos con un formidable Quién es quién.

El multiverso de Moore puede resultar estimulante o indigesto. Mejor lo primero que lo segundo, quién lo duda. Pero creo que, esta vez, la gracia del asunto no reside tanto en la enorme biblioteca que consulta el autor, sino en la originalidad con la que utiliza fórmulas narrativas pasadas de moda: el tebeo en 3-D, la fotonovela, los mini-relatos a modo de digresión…

Supongo que todo ello viene a ser un homenaje a sus lecturas de juventud ‒pulp británico y revistas como TV Century 21‒, y por eso deberíamos disculpar el anárquico, fragmentario y caudaloso resultado.

No obstante, quedan advertidos: La Tempestad es una lectura de nicho, y sólo los devotos de Moore y del extraordinario dibujo de Kevin O’Neill deben aceptar la apuesta.

Sinopsis

El último cómic de La Liga de los Caballeros Extraordinarios de Alan Moore.

De las ruinas de Kor, la ciudad de Ayesha, a las ciudades bajo cúpulas de un devastado siglo XXX; de las vistas panorámicas en 3-D del Mundo Llameante que te achicharrarán los ojos a un sol artificial en la Nube de Oort, la miríada de personajes procedentes de todas las ficciones de nuestro mundo se reúnen para la épica conclusión de una aventura que ha durado veinte años.

En este último cómic de Alan Moore y Kevin O’Neill prepárate a ver cómo la historia de los cómics, la cultura y todo lo que conocías es devorado en bloque por LA TEMPESTAD.

Guionista de cómics británico y con fama de pintoresco, Alan Moore (Inglaterra, 1953) es uno de los motores creativos más importantes de la historia de los cómics. Sus innovadores trabajos, V de Vendetta, Watchmen, La Liga de los Caballeros Extraordinarios o From Hell, se han convertido en piezas imperecederas del paisaje cultural contemporáneo. El autor es ganador de más premios y reconocimientos de los que pueden contarse. Sus argumentos han inspirado el guión de varias películas de la factoría Hollywood.

Las siguientes declaraciones resumen su opinión sobre su trabajo: «Creo que la magia es arte, y que el arte –ya sea música, escritura, escultura o se presente bajo cualquier otra forma– supone, literalmente, magia. El arte es, como la magia, la ciencia de manipular símbolos, palabras o imágenes para generar cambios en la conciencia… de hecho, realizar un hechizo consiste precisamente en jugar con las letras, en manipular las palabras, para así alterar la conciencia de la gente, y por eso creo que un artista o un escritor es lo más parecido, en la actualidad, a un chamán».

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Planeta Cómic. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.