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El doctor Hesselius, investigador de lo oculto

Joseph Sheridan Le Fanu (1814-1873) es uno de los mejores autores de literatura fantástica del siglo XIX, la edad dorada del género.

Considerado el padre del relato de terror moderno y de la ghost story, la influencia de Le Fanu ha sido capital en obras del calibre de Drácula, debida a su compatriota Bram Stoker. También son fruto de su ingenio la creación del primer cazavampiros de la literatura, el primer misterio de habitación cerrada de las letras inglesas y el prototipo de la figura del detective de lo oculto. Respecto a esto último, es cierto que existe algún antecedente previo, si bien ha quedado olvidado en la noche de los tiempos.

Irlandés perteneciente a la burguesía protestante, como el mencionado Stoker o Charles Maturin (Melmoth el errabundo), Le Fanu dedicó más de la mitad de su obra breve, lo mejor de su bibliografía, al género fantástico.

Al enviudar a los 44 años de edad ‒su difunta esposa sufrió numerosos cuadros de desorden mental‒, el autor se recluyó en su hogar para dedicarse a la escritura y la lectura. Sintió especial interés por las obras de autores contemporáneos precursores de la ciencia psicológica, como Carl Gustav Carus (1789-1869), así como por las doctrinas de Enmanuel Swedenborg. Estos temas tendrían una fuerte influencia en sus obras y no es descabellado especular que la inestabilidad mental de su mujer fuera el motor de tal interés.

La crítica es casi unánime al considerar que la producción literaria de mayor calidad de Le Fanu se concentra en poco más del lustro que antecede a su muerte. Este es el caso de la mayoría de los relatos del Dr. Hesselius. Los cinco fueron recopilados en 1872 en el volumen In a Glass Darkly, que en castellano ha contado con diversas traducciones y ediciones, entre las que destaca la publicada por la editorial Montesinos con el título Las Criaturas del Espejo.

El título está tomado de una cita bíblica de San Pablo y hace referencia a la distorsión de imágenes y al simbolismo del reflejo de los espejos, elementos de especial interés para autores como Borges. No es un asunto tomado al azar: está ligado a las teorías de Swedenborg, sobre las que Le Fanu construyó el bagaje intelectual de su personaje.

Imagen superior: «Vampyr» (1932), de Carl Theodor Dreyer.

Medicina metafísica

El Dr. Martin Hesselius es un profesional de la medicina, especialista en una disciplina en la que es pionero: la “medicina metafísica”. Esta característica la compartirá con un número notable de los venideros detectives de lo oculto, como John Silence o Jules de Grandin, por citar dos ejemplos.

Su manera de proceder es la de un galeno, desprovisto de jerga y parafernalia ocultista, a las que sólo recurre cuando identifica una enfermedad ajena a las del cuerpo o la mente: las del espíritu.

Decía que Hesselius recurre a cierta parafernalia, construida sobre las teorías de Swedenborg, dando lugar a novedosas teorías que espera sean algún día de común aceptación.

El visionario doctor postula que el mundo físico es una concentración de materia de origen “espiritual”, no por ello intangible, y que determinadas dolencias físicas y/o mentales, además de la ingestión de determinadas sustancias, pueden provocar la ruptura de las barreras sensoriales del hombre.

Tal ruptura podría suponer una hipersensibilidad ante manifestaciones de tipo “espiritual”, con riesgo de producirse peligrosas interacciones con entidades de tal naturaleza. Califica dicha hipersensibilidad como “visión interior”, entre otras denominaciones. Tales dolencias y fenómenos están ligados al sistema nervioso y al cerebro y, pese a la condición de pionero visionario del doctor, considera cuestión de pocos años que pasen a constituir una especialidad médica formal.

Por todo esto, especialistas como E. F. Bleiler o Rafael Llopis consideran a Le Fanu el creador del cuento de terror moderno, realista o materialista. Recurre a las teorías de Swedenborg, reinventando sus larvas espirituales y demás entidades, dándoles la apariencia de una ciencia pionera; hecho perfectamente aceptable por el lector del siglo de la máquina de vapor o el telégrafo.

Si a Stephen King se le atribuye el mérito de situar la narración terrorífica en el entorno cotidiano de la clase media norteamericana, lo mismo vale para Le Fanu en la Inglaterra victoriana más de un siglo antes; con el añadido que en ese momento se produce la ruptura con la tradición gótica de Ann Radcliffe y compañía.

Como hace notar Llopis, los relatos no están situados en Italia o España, exóticas localizaciones para el lector británico, y los villanos no son pérfidos nobles o lujuriosos inquisidores.

Volviendo al doctor, sus teorías están recogidas en diversas obras, aunque su extensa bibliografía abarca disciplinas distintas a su especialidad que, sin embargo, guardan afinidad con sus investigaciones.

Destaca el volumen “Ensayos sobre la Medicina Metafísica”, obra que agrupa su pensamiento teórico, pese a que reconoce que en ella “más cosas son sugeridas que dichas realmente”. En los cinco relatos Le Fanu cita varios títulos más, característica que le relaciona con Sherlock Holmes, a quien Sir Arthur Conan Doyle dotó de una extensa bibliografía de monografías y estudios relativos a la investigación criminal o la apicultura.

El detective y su cronista

Otra nota de semejanza con el sabueso de Baker Street es que ambos personajes cuentan con un cronista de sus casos, aunque esta característica tiene un antecedente en los relatos protagonizados por Dupin escritos por Edgar Allan Poe. Considerado el inventor del cuento policiaco, Poe instauró el tándem de detective y narrador-acólito que tan numerosos y geniales émulos ha producido. Sherlock Holmes y el Dr. Watson o Hercule Poirot y el capitán Hastings son dos de los más conocidos ejemplos. Teniendo en cuenta que el subgénero de detectives de lo oculto es fruto de la conjunción de los géneros policíaco y fantástico, no cabe duda que los relatos de Poe fueron indispensables para su concepción.

El Dr. Hesselius cuenta con un escriba anónimo, también médico, que por causas de fuerza mayor tuvo que abandonar el ejercicio de la profesión. Hesselius es casi treinta y cinco años mayor que él y, además de la edad, les separa la barrera de las nacionalidades: alemana la del doctor, frente a la británica del cronista.

Durante veinte años ejerció como secretario del doctor, haciendo público su archivo tras la muerte de su mentor. A diferencia del Dr. Watson, narrador de los casos de Holmes, Hesselius ejerce la función de narrador sus propios casos, aunque varía su nivel de participación en los distintos relatos. En cierto modo, ejerce las funciones del personaje de Sherezade en Las mil y una noches, aunque también se puede otorgar a Le Fanu el crédito en la creación, o anticipación, de otra figura popular en el género de terror: el anfitrión. Recuérdense figuras como las del Guardián de la Cripta de los cómics de la editorial EC o el personaje de La Sombra (The Shadow), que comenzó siendo el narrador de un programa radiofónico y, a posteriori, se convirtió en un icono de la cultura popular.

Sirva todo lo anteriormente comentada de base para pasar a examinar los relatos que componen el ciclo.

Relatos ejemplares

Té verde (Green Tea, publicado en la revista All the Year Round, 1869) es el relato con mayor presencia de Hesselius y es una de las mejores narraciones de Le Fanu.

Narra la aflicción del reverendo Jennings, atormentado por un simio espectral al que sólo ve el clérigo, y el intento de tratamiento por parte del galeno alemán. No se trata de un caso de alucinaciones, sino de la ruptura del velo de la percepción de la dimensión espiritual, o activación de la “visión interior” que Hesselius postula en sus teorías.

El catalizador es el consumo excesivo de té verde por parte del religioso, unido a una mente excitada por el estudio de ciertas obras dedicadas al paganismo.

No obstante, el destino del reverendo ya estaba decidido antes de la intervención del doctor, ya que al mal “espiritual” se une una tradición familiar de tendencias depresivo-destructivas. Un elemento común de estos relatos en el que hay que insistir es la comunión entre en el mal “espiritual” y mental. Hesselius apenas asiste para que el reverendo le exponga sus fantasmagóricos pesares, pese a que es el relato del ciclo donde más presencia tiene el personaje.

En El juez Harbottle (Mr. Justice Harbottle, publicado en la revista Belgravia, 1872), el personaje que da título al relato es un magistrado inmoral, arbitrario y corrupto. Será víctima de una venganza de ultratumba en castigo por las injustas condenas que llevaron a un sinnúmero de inocentes al cadalso. La última víctima del juez prevaricador, que desencadenará la intervención de las potencias sobrenaturales, es un tendero cuya esposa es la amante del magistrado.

Para ocultar el amancebamiento y las funestas consecuencias que le acarrearía su exposición a la luz pública, la mujer se hace pasar por el ama de llaves de su señoría con otra identidad, el juez condena al reo a la pena capital, pese a que su delito no merece tamaña sentencia.

Le Fanu introduce una calculada ambigüedad durante toda la trama. Todo lo narrado puede achacarse a la mente enferma del juez, pese a que la narración está salpicada de visiones de aparecidos o extrañas misivas de las que sólo aparecen copias hechas por el magistrado. Sin embargo, un hecho contemplado por su ama de llaves, abre la puerta a la irrupción de lo irracional.

Hesselius tampoco participa en la trama. Se limita a constatar que el actual inquilino del inmueble ha sido testigo de una inquietante aparición nocturna. A partir de este recurso, se remonta décadas en el pasado para centrarse en la trama del magistrado.

De la misma manera que Carmilla influyó en Drácula, el mismo efecto tuvo este relato y el titulado An Account of Some Strange Disturbances in Aungier Street en La casa del juez de Stoker.

El familiar (The Familiar), titulado así en alusión a los demonios familiares de las brujas, es un trabajo de ligera reescritura de un relato anterior, El vigilante (The Watcher). Tiene el mismo desarrollo que los dos citados anteriormente, y también se enmarca en el tema de la venganza de más allá de la tumba. Hesselius no participa en la trama, limitándose a glosar otro caso de mal de “espíritu”.

No es descabellado conjeturar que el relato original, El vigilante, sirvió a Le Fanu de modelo para las tres historias, que poseen un argumento y desarrollo similares. A saber, una entidad espectral irrumpe en la vida del protagonista, aumentando el grado de perturbación de manera exponencial, hasta llegar a un desenlace dramático.

Además, El familiar y El juez Harbottle coinciden en el tema de la venganza de ultratumba.

Varias veces he mencionado Carmilla (publicado en la revista The Dark Blue 1871-1872), el cuento de vampiros más famoso de todos los tiempos. A la par, es uno de los relatos que más producción de literatura crítica ha generado, en especial a la generación de críticos postmodernos, debido a las connotaciones lésbicas de la relación de Carmilla con sus víctimas. Sin embargo, se tiende a analizar desde la ignorancia, voluntaria o no, de su pertenencia al ciclo de Hesselius, que tampoco aparece en este relato.

Culmina este quinteto La posada del Dragón Volador (The Room in the Dragon Volant), relato de misterio ajeno al fantástico, cuya trama es predecible. Es un relato que Hesselius incluyó en su obra Ensayo sobre las drogas en los días oscuros de la Edad Media con el título de Mortis Imago; y donde el doctor se limita a hacer de introductor de la narración.

Mediante la intervención del Dr. Martin Hesselius en solo uno de los cinco relatos que componen la antología, Té verdeLe Fanu concibió un primer boceto de un subgénero de terror: el detective de lo oculto. Su principal característica es que es un profesional de esta disciplina a tiempo completo, con un matiz importante que lo diferencia de sus futuros colegas.

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Imagen de la cabecera: «Autorretrato con la Muerte tocando el violín» (1872), de Arnold Böcklin.

Copyright del artículo © José Luis González. Reservados todos los derechos.

José Luis González Martín

Experto en literatura, articulista y conferenciante. Estudioso del cine popular y la narrativa de género fantástico, ha colaborado con el Museo Romántico y con el Instituto Cervantes. Es autor de ensayos sobre el vampirismo y su reflejo en la novela del XIX.