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«El invitado de Drácula» (1914), de Bram Stoker

Después de publicar Drácula, a su autor, Bram Stoker le faltaban fuerzas para acometer proyectos igual de exigentes. El resto de sus días fue un periodo de decadencia. Las deudas contraídas por el actor Henry Irving, de quien era representante, obligaron al famoso intérprete a vender su teatro, el Lyceum, a un consorcio de accionistas.

Esto significó un duro golpe para Stoker, aunque no fue nada comparado con la muerte de su idolatrado Irving, en 1905. Ese fallecimiento le condujo a escribir Personal Reminiscences of Henry Irving (1905).

Su situación económica también empeoró, y su salud se fue minando, hasta su fallecimiento el 12 de abril de 1912. Pero no abandonó del todo la ficción. A Drácula le siguieron otras novelas como La joya de las siete estrellas o La dama del sudario.

En 1914, dos años después de la muerte de Bram Stoker, se publicada de manera póstuma una antología que lleva por título El invitado de Drácula y otros relatos (Drácula’s Guest and Other Weird Tales).

El relato que da titulo a la colección transcurre previamente a la acción de Drácula y tiene como protagonista a Jonathan Harker. El argumento sitúa a Harker en un pueblo alemán abandonado, y narra su encuentro con una vampira, de la que es salvado por un extraño lobo.

Lo cual nos plantea la posibilidad de que ése sea el primer capítulo de la novela. Es habitual que los críticos lo crean así. Ese capítulo habría sido eliminado por los editores tras considerar que la novela ya era demasiado larga. Sin embargo, el descubrimiento de las notas de trabajo originales, en la década de 1970, nos permite conocer cual fue la concepción original del autor, y las distintas etapas por las que fue pasando. Gracias a este hallazgo es posible aclarar la cuestión del primer capítulo.

Me refiero a las notas que están en Filadelfia, en el Museo y Biblioteca Rosenbach. Entre las notas hay diversos listados de personajes, argumentos, cronologías y diverso material de documentación, de variada procedencia, que abarca distintos campos.

Hay algún cambio significativo entre los primeros esbozos y la trama final. Originalmente, Drácula no residía en Transilvania, lo hacia en la región austriaca de Estiria, donde transcurre la acción de Carmilla.

La relación de personajes es mucho más numerosa que en la versión final. Entre los no incluidos, se cuentan un detective, un investigador psíquico, un pintor y dos sirvientes del conde, por citar unos cuantos.

Y cambiaron sus nombres. Como ya comenté, Drácula era el Conde Wampyr, y Van Helsing era un profesor alemán llamado Max Windshoeffel, que probablemente asumió algunas de las atribuciones del investigador psíquico eliminado.

También era diferente la estructura. En principio, la novela estaba dividida en cuatro libros que, a su vez, constaban de siete capítulos cada uno. Dichos libros tenían los siguientes títulos: De Estiria a Londres, TragediaDescubrimiento y Castigo.

Al final, Stoker estructuró la acción en tres partes, que no están específicamente delimitadas en la versión definitiva, con un total de veintisiete capítulos. Es posible que el escritor irlandés tuviera en mente una hipotética adaptación teatral cuando orquestó el primer esquema. No es descabellado plantearlo en cuatro actos de siete escenas.

Por lo que se deduce de las notas, Drácula tenía mayor presencia en la trama. Debía ser retratado por el personaje del pintor, llamado Francis Aytonn, a quien le era imposible plasmar la imagen del conde en lienzo. En otro pasaje, el doctor Seward organiza una cena, y cada uno de los asistentes narra una historia terrorífica. Hace una súbita aparición el conde.

Hay ecos de este pasaje, obviamente involuntarios, en las primeras versiones teatrales y en la película filmada por la Universal en 1931, donde vemos a un Drácula que se mueve en la alta sociedad.

Todo esto es muy interesante, pero conviene no perder la pista de El invitado. En los dos primeros capítulos del primer libro, De Estiria a Londres, es donde hay que rastrear el origen de la pieza. En ellos se narra cómo el conde adquiere sus posesiones en Gran Bretaña, y las aventuras de Jonathan Harker, de camino al castillo del vampiro, hasta que parte desde Munich hasta Estiria.

Durante su estancia en la ciudad, tienen lugar los eventos narrados en el relato, y otros que Stoker no llegó a plasmar en el papel: la asistencia de Harker a la representación de la ópera El holandés errante y el primer encuentro con Drácula.

El episodio del retratista tiene una influencia indudable de El retrato de Dorian Gray, y la elección de la ópera tampoco es algo dejado al azar: Irving representó un montaje basado en el texto. Un texto que tiene muchos detalles coincidentes con la trama y los personajes de la novela.

Harker se encuentra con el conde… y el vampiro le pasa desapercibido. Esto es debido a que el encuentro tiene lugar en una totenhaus, en Munich, y el conde adopta la guisa de un cadáver.

Es una casa para los muertos: una totenhaus o deadhouse, como se refiere a ella Stoker en sus notas. Se trataba de algo distinto de la morgue. La totenhaus era un lugar para los recién fallecidos, sospechosos de padecer catalepsia o cuya muerte no había sido certificada con rotundidad. Allí eran albergados hasta que aparecían los primeros síntomas de la descomposición. Entonces eran inhumados, o bien se descubría que su deceso era sólo aparente.

Este dato es una pista de crucial importancia. Con ello, cabe conjeturar que el lobo que, en El invitado, salva a Harker de morir en una violenta tormenta de nieve, no es otro que el vampiro metamorfoseado. Este cubre el cuerpo de Harker con el suyo para mantenerlo caliente, aunque en alguna traducción se afirme que el lobo le ha desgarrado el cuello y se ha alimentado de su sangre.

El invitado se parece a Carmilla (1871), de Joseph Sheridan Le Fanu. Aparecen dos vampiros de sexo femenino: Carmilla –Mircalla o Millarca, según la identidad que adopte– y la condesa Dolingen, brevemente entrevista.

También hay dos pueblos abandonados a causa de las epidemias de vampirismo. Por un lado, la anónima localidad donde llega Jonathan Harker y, por otro lado, los antiguos dominios de los Karstein, castillo ruinoso incluido.

En ambos tienen sus sepulcros las dos vampiras. Asimismo, existen coincidencias en el marco geográfico. La acción de Carmilla transcurre en Estiria, a unos cincuenta y cinco kilómetros de Graz. Y en el epitafio del mausoleo de la condesa Dolingen se la identifica como natural de la misma Graz.

¿Cuándo abandona el escritor ese antiguo boceto de su novela? Stoker lo redacta el catorce de marzo de 1894, y lo desecha dos años después.

En una nota fechada el veintinueve de febrero de 1892, bosqueja un nuevo argumento… que ya es muy similar a la versión final. Y desaparece el texto de lo que sería conocido a posteriori como El invitado de Drácula. Tengan en cuenta que el episodio de la totenhaus figura antes de que Harker parta desde Munich hacia su encuentro con Drácula.

Se conocen otros materiales eliminados del segundo esbozo. Hay dos pasajes de los que se prescinde en la novela: el encuentro de Harker con un hombre lobo, tras huir del castillo del vampiro, y su regreso directo a Londres, creyendo que todo lo sucedido con anterioridad es producto de una pesadilla.

Posteriormente, Stoker incluyó los pasajes en los que Harker huye, llega a Budapest delirando, es internado y contrae matrimonio con Mina.

Con todos esos datos, ya está clara la identidad de El invitado de Drácula. Es algo que ha podido esclarecerse gracias a las notas de Stoker. Sin embargo, conviene dar un tirón de orejas a quienes han seguido propagando el dato erróneo, una vez que las notas han sido accesibles a los investigadores. El caso es que ese descubrimiento no ha evitado que muchas ediciones de Drácula donde se incluye El invitado lleven el sello de «edición completa».

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Copyright del artículo © José Luis González. Reservados todos los derechos.

José Luis González Martín

Experto en literatura, articulista y conferenciante. Estudioso del cine popular y la narrativa de género fantástico, ha colaborado con el Museo Romántico y con el Instituto Cervantes. Es autor de ensayos sobre el vampirismo y su reflejo en la novela del XIX.