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Crítica: «Uncharted» (Ruben Fleischer, 2022)

Seguir la moda no es tan fácil como parece. Uno piensa en cualquier videojuego y dice: «Mira qué sencillo. Coges esta trama, ruedas una película y todos tan contentos». Pues verán, resulta que el asunto es más peliagudo de lo que parece. Para empezar ‒y aunque a los de la era analógica nos de un poco igual‒, hay que ser fiel a los personajes del juego. Y luego viene lo más complicado, que es rodar un largometraje coherente, vistoso y con cierta dignidad narrativa.

Por otro lado, en esta época de franquicias y apuestas comerciales a largo plazo, construir un éxito implica reunir a un comité. Aquí la vocación individual del director o de los guionistas dejan de importar, y lo que cuenta es satisfacer las peticiones de un ente abstracto ‒el público‒ que no quiere cocina de autor, sino platos precocinados. Por esa razón, uno ve estas películas sin necesidad de pensar en quién las ha dirigido o escrito. Solo cuenta que tengan secuencias de acción, pirotecnia digital, escenarios coloristas y un reparto lujoso. Todo se reduce a un patrón, porque el estilo viene a ser siempre el mismo: thrillers de acción con toques de comedia, banda sonora de chunda-chunda, montaje epiléptico y un mínimo hilo argumental, que podamos seguir aunque se nos desmayen las neuronas. ¿Resultado? Un éxito financiero, y con algo de suerte, el inicio de un reguero de secuelas.

Lo reconozco: también yo me entretengo con este tipo de productos. El cine industrial siempre ha existido y es lógico que funcione así. Pero a la hora de valorar películas como esta, intuyo que están más cerca de un parque de atracciones que del clásico cine de aventuras.

En el caso de Uncharted, no hay nada que se salga de lo previsto. El punto de partida es el exitoso videojuego protagonizado por el cazatesoros Nathan Drake, encarnado por un Tom Holland que luce la misma simpatía y (casi) ejecuta los mismos brincos y cabriolas que en Spider-Man: No Way Home (2021). Animan el reparto un eficaz Mark Wahlberg como el mentor del protagonista, Victor «Sully» Sullivan, y un desaprovechado Antonio Banderas, esta vez en la piel de un perverso magnate español.

Sophia Ali y Tati Gabrielle también tienen la oportunidad de correr, lanzar miradas amenazantes y pelear a brazo partido, integradas en este vaivén de persecuciones, acertijos, caídas, peleas y saltos al vacío.

¿Es razonable pedirle algo más a la versión cinematográfica de un juego de PlayStation? Supongo que no, aunque debo reconocer que me han hecho más feliz otras películas que juegan en la misma liga. Si hablamos de recientes adaptaciones de videojuegos, lo pasé mejor viendo Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City (2021), y si pensamos en ladrones y buscadores de tesoros, encuentro más talento, gracia e inventiva en Way Down (2021), de Jaume Balagueró.

Uncharted tiene mucho que ver con La búsqueda (National Treasure, 2004) y La búsqueda 2: El diario secreto (National Treasure: Book of Secrets, 2007), de Jon Turteltaub, pero no llega al mismo nivel y carece de ese ingrediente sutil que es la química entre los actores.

Espectacular, trepidante y a la vez desapasionada y convencional, Uncharted gira en torno a un botín: el tesoro de Magallanes, codiciado por la infame familia Moncada, gracias a cuya fortuna (ojo al detalle) se financiaron las Cruzadas, la Inquisición y el franquismo. Quienes saben en qué consiste la Leyenda Negra habrán adivinado en qué medida está película repite sus falsedades y tópicos más sombríos. ¿Lamentable? No seré yo quien lo niegue. Pero créanme, el cine español no ha hecho nada por combatir esos clichés desde la ficción, así que de poco sirve quejarnos cuando los emplea Hollywood.

Visto en clave turística, el film de Fleischer consigue que los protagonistas visiten una Barcelona donde la Sagrada Familia se alterna con el jamón, el vino, el flamenco y la vida nocturna. Al menos, aquí tienen un buen señuelo para que los espectadores visiten España.

Sinopsis

Nathan Drake (Tom Holland) es un astuto ladrón que el veterano cazador de tesoros Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg) recluta para recuperar la fortuna que amasó Fernando de Magallanes y que la Casa de Moncada perdió hace 500 años. Lo que empieza siendo un simple robo, acaba convirtiéndose en una frenética carrera alrededor del mundo para hacerse con el botín antes que el despiadado Santiago Moncada (Antonio Banderas), quien está convencido de que él y su familia son los legítimos herederos. Si Nate y Sully consiguen descifrar los enigmas y resolver uno de los misterios más antiguos del mundo, podrían encontrar un tesoro de más de cinco mil millones de dólares y tal vez al hermano perdido de Nate, aunque primero tendrán que aprender a trabajar en equipo.

Hay millones de jugadores de PlayStation cuyos personajes favoritos son Nathan Drake y Victor “Sully” Sullivan y con los que han vivido impresionantes aventuras a través de la serie de videojuegos Uncharted. En esta película, los espectadores verán por primera vez cómo los dos unen fuerzas y cómo un joven Nathan Drake acaba convirtiéndose en un afamado cazador de tesoros.

Para el director Ruben Fleischer (Venom, Zombieland) no es un secreto que los juegos de Uncharted hayan llegado a millones de jugadores y se hayan vendido más de 44 millones de copias de sus seis entregas. Al fin al cabo es como una película, pero un tipo de película de las que ya no se hacen. “Uncharted refleja realmente toda la magia de lo que me gusta del cine” dice Fleischer. “Siempre he soñado con crear una película de aventuras en la que se viaje por todo el mundo buscando un tesoro. Es el tipo de película que hizo que me interesase por la historia y la antigüedad. Llegué incluso a plantearme estudiar arqueología en la universidad. Cuando leí el guion distinguí ese tono mágico que tienen las historias de aventuras. No me creo la suerte que tuve cuando me pidieron formar parte de algo tan especial”.

“Los juegos son muy cinematográficos” dice el productor Charles Roven. “Son juegos que encajan perfectamente con una película de aventuras. Los sitios a los que estos tipos van en los juegos tienen unas visuales espectaculares y hay personajes entrañables que hacen cosas increíbles. Es una base impresionante para construir una película”.

“Lo bueno de tener los juegos como material de inspiración para la película es que el tono ya está bien definido” comenta Fleischer. “El humor y las relaciones, hay algo en lo que basarnos. Pero cuando estás haciendo una película y no un videojuego tienes que hacerlo tuyo. Ha sido muy importante diferenciar nuestra historia de los juegos, mostrar un aspecto distinto. Quería crear una película para los aficionados al videojuego, pero que primero funcionase como película”.

Es decir, cuando empiezan los juegos, los personajes de Nathan Drake y Victor “Sully” Sullivan son ya compañeros en su búsqueda de tesoros. Los juegos empiezan contando su relación ya asentada, después de haber sobrevivido a numerosas aventuras juntos. En Uncharted, los cineastas presentan los personajes al espectador y le muestran cómo llegaron hasta ese punto. Vemos a Tom Holland interpretando a un joven Nathan Drake, antes de convertirse en el legendario cazador de tesoros, y a Mark Wahlberg en el papel de Sully, que está en su mejor momento.

Según Roven, los personajes de la película son los personajes que la gente que ha jugado a los videojuegos conoce, pero antes de convertirse en esas personas. “Nate es un poco más inocente que en el juego, ya que todavía no ha tenido ninguna aventura” comenta Roven. “Y Sully solo se asegura de conseguir lo que quiere, no queda muy claro si le importa algo más o no”.

“Me ha entusiasmado trabajar con Antonio Banderas” dice Holland. “En un punto inicial del guion no tenía ninguna escena con él, así que le dije a Ruben que no podía traer un tipo así y no dejarme actuar con él. Es entonces cuando añadimos la escena de la casa de subastas. Es después de su encuentro con Moncada cuando Nate entiende que esto no es un juego de niños y que aquí nadie ha venido a jugar”.

Banderas se involucró hasta tal punto en el proyecto que ayudó a encontrar al actor que interpretaría al padre de Santiago Moncada: el actor español Manuel de Blas. “Antonio solía ir a verle interpretar a Shakespeare sobre el escenario cuando era joven” dice Fleischer. “Siempre ha admirado su fuerza, pero nunca habían trabajado juntos”.

“El cine ya no se hace así” dice Tom Holland, refiriéndose a que la película se ha rodado siempre en localización y sets de rodaje en la medida de lo posible (en vez de generar imágenes por ordenador). “Cuando haces grandes películas de acción es normal actuar con una pantalla azul de fondo. Aunque en esta película Ruben quería que estuviésemos en un sitio real, tangible. Construimos la cripta y la iglesia. Los barcos son reales. Rodamos en su interior, exterior y los montamos sobre cardanes para simular que volaban. Fuimos un paso más allá con lo que se puede hacer en un set de rodaje”.

El rodaje también ha tenido lugar en localizaciones reales. “Hemos rodado en Santa María del Pi, una basílica gótica del siglo XV de Barcelona que es justamente donde ocurre todo en el guion” dice Fleischer. “La sede central de Moncada la situamos en el Borne de Barcelona. Iban a convertir un mercado del siglo XIX en una biblioteca, pero cuando descubrieron los cimientos encontraron la Barcelona antigua debajo. Ahora es un área arqueológica protegida por una estructura de 150 años de antigüedad. Parecía el sitio idóneo para emplazar la Fundación Moncada”.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Columbia Pictures, Arad Productions, Atlas Entertainment, PlayStation Productions, Sony Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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