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«Conan, la leyenda: El Coloso Negro» (2010), de Timothy Truman, Tomás Giorello y José Villarrubia

Entre 2003 y 2018 se publicó la excelente serie de Dark Horse Conan, la leyenda, cuya octava entrega incluye la adaptación de uno de los relatos más conocidos de Robert E. HowardEl Coloso Negro.

El cuento al que me refiero, originalmente titulado Black Colossus, vio la luz en la revista Weird Tales en junio de 1933, y si nos fiamos del orden de edición, es la cuarta entrega de las aventuras de Conan, tras El fénix y la espadaLa ciudadela escarlata y La torre del elefante.

En el relato en cuestión, Conan atiende la petición de la princesa Yasmela para que capitanee las tropas de Khoraja frente al perverso hechicero Natohk.

La adaptación gráfica de Timothy Truman respeta el desarrollo del cuento original, desde el momento en que el mago Thugra Khotan despierta de un sueño milenario para adoptar la identidad de Natohk, hasta el vibrante desenlace, en el que Conan demuestra, una vez más, por qué es un guerrero legendario y virtualmente invencible.

Como en la mayoría de las ficciones de Howard, es evidente la tensión sexual –resuelta o no, eso ya lo veréis– entre el cimmerio y el personaje femenino de turno: en este caso, la bellísima Yasmela, cuyas pesadillas –santo cielo– parecen la consumación de una fantasía adolescente.

La acción es constante, así como las sorpresas que introducen giros en una trama que acarrea todos los maravillosos clichés de la literatura de Howard. En este sentido, la versión de Truman concentra esos elementos y nos brinda una modélica peripecia de espada y brujería.

No es la primera vez que El Coloso Negro es adaptado, y no me refiero aquí a la versión literaria «enriquecida» por L. Sprague de Camp que llegó a los lectores en el volumen Conan the Barbarian (Gnome Press, 1954), sino a los cómics que tomaron la esencia del relato.

Obviamente, los primeros en ese empeño fueron Roy ThomasJohn Buscema y Alfredo Alcalá, que plasmaron esta historia en las páginas de La Espada Salvaje de Conan nº 2 (1974). Poco después, ese mismo tebeo fue reimpreso a todo color en una edición de mayor formato, Marvel Treasury Edition #15 (1977).

El cómic que motiva estas líneas cuenta una baza difícil de superar. Me refiero al excepcional dibujo de Tomás Giorello, coloreado con enorme talento por José Villarrubia.

Sinopsis

Conan, que es su día fue ladrón, prueba suerte como guerrero profesional, uniéndose a las fuerzas mercenarias de Amalric para vivir como soldado raso. El destino le llevará a enfrentarse al ejército más extraño y fuerte que jamás ha visto.

El impresionante debut de Conan en Dark Horse fue uno de los mayores eventos de la industria del cómic en 2004. El guionista Kurt Busiek, que trajo una perspectiva fresca y novedosa al género superheroico con obras como Marvels y Astro City, se unió al reputado dibujante Cary Nord en una serie que no tardaría en ser aclamada y recomendada por lectores y crítica por igual.

Esta nueva visión de Conan supone un retorno a las raíces del personaje, con historias adaptadas directamente de los relatos originales del creador literario del personaje, Robert E. Howard, donde el dibujo está respetuosamente influenciado por Frank Frazetta. Estas historias de Conan contienen toda la energía de los pulps, pero con la profundidad y complejidad narrativa que los lectores modernos solicitan.

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La Espada Salvaje de Conan (1974-1995), de Roy Thomas, John Buscema, Alfredo Alcalá y Tony de Zúñiga

Copyright del artículo © Guzmán Urrero, The Cult. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Dark Horse. Cortesía de Planeta DeAgostini Cómics. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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