Los productores de Battlestar Galactica (BSG) quisieron diferenciar la ciencia-ficción, y a BSG en particular, de lo que a menudo se considera su pariente cercano, la fantasía. En palabras de uno de los directores de la serie, Michael Rymer: «Todas las demás películas con efectos se están haciendo más y más irreales y fantásticas. Nosotros queríamos ir en la otra dirección».
Cuando hablamos de realismo, hay que hacer algunas puntualizaciones. En la comunidad literaria, por ejemplo, Ursula K. Le Guin afirmó que la ciencia-ficción es un género fundamentalmente realista antes de que el escritor aplique una aproximación estilística particular. En otras palabras, se espera que una obra de ciencia-ficción sea internamente coherente en cuanto al mundo y el universo que presenta, y no recurra a una metafísica preexistente (magia, hechicería o incluso la mística Fuerza de Star Wars).
En estos términos, Star Trek (especialmente La nueva generación) sería un ejemplo notable de ciencia-ficción realista, puesto que convenciones del género tales como el que todos hablen inglés están adecuadamente justificados (un traductor universal en ese caso concreto) y los diferentes argumentos vienen sustentados por descubrimientos científicos, no reales pero sí coherentes, desde cristales de dilitium a replicadores de materia.
El realismo, por tanto, es relativo y viene determinado por el sistema de representación de la realidad de una cultura o persona determinadas en un momento dado. Los temas y recursos visuales que a menudo son calificados como realistas no son a menudo más que opciones estéticas. En este sentido, BSG desafió la idea de que una estética tomada del formato documental tenga el monopolio de lo que se considere una representación fiel de la realidad, especialmente en el género de la ciencia-ficción. Anteriormente, en la televisión norteamericana, este estilo verista había sido exclusivo del realismo sucio de series como Policías de Nueva York (1993-2005).
El estilo de movimiento y encuadre de cámara adoptado por BSG incorpora elementos propios del reality televisivo, un formato que ha cambiado profundamente la forma en que vemos la televisión de entretenimiento en la actualidad. Para una audiencia familiarizada ya con el formato documental y los reality, los movimientos subjetivos de la cámara se han convertido en sinónimo de realidad en lugar de una técnica alienante que distraiga la atención del espectador.
Como ya hemos dicho, el diseño y la puesta en escena general de la serie tienen una clara conexión con nuestro presente. A bordo de la Galáctica, los personajes abren escotillas, consultan documentos salidos de impresoras matriciales y escuchan las noticias en radios analógicas. En el episodio de la segunda temporada El corte final (2005), D’Anna Biers graba entrevistas para el telediario de la Flota utilizando una minicámara que hoy ya se antoja antigua; Adama se afeita utilizando un espejo de Ikea; los infantes de marina se protegen la cabeza con un casco hoy estándar en muchas fuerzas de seguridad; en Caprica, los miembros de la resistencia se enfrentan a la ocupación Cylon a bordo de vehículos Humvee…
Se ha argumentado que, aunque todos estos detalles separen a BSG de la ciencia-ficción más convencional, tampoco la hacen más realista, puesto que todas esas representaciones bien reconocibles de nuestra Tierra del siglo XXI, en lugar de sumergir al espectador en una estética familiar, le distraen con esas continuas referencias. Esta sensación llega a su clímax en la tercera temporada, cuando varios de los personajes comienzan a escuchar en sus mentes fragmentos de la canción de Bob Dylan All Along the Watchtower (1968).
Hay una explicación «racional» –o al menos integrada en el argumento– de por qué sucede esto relacionándolo con ese mantra que se va repitiendo a lo largo de toda la serie: todo ha sucedido ya antes y volverá a suceder de nuevo–; pero para algunos espectadores estos guiños resultaron imposibles de digerir. ¿Qué demonios pintaba todo eso en una serie de ciencia-ficción?
Para esos fans que esperaban un remake más, digamos, respetuoso con los cánones de la ciencia-ficción televisiva, las decisiones que se tomaron en cuanto al diseño de producción resultaron ser fuente de continuas distracciones. Para aquellos que esperaban ver pijamas plateados y alienígenas humanoides de piel verde, los intentos de establecer una ciencia-ficción naturalista en BSG resultaron incómodos y poco satisfactorios. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que en ese universo exista un tratamiento preventivo contra el envenenamiento por radiación, y en cambio, no se pueda curar el cáncer de pecho? ¿Se pueden tener al mismo tiempo motores FTL (Faster Than Light) y pistolas que todavía utilicen balas convencionales? ¿Cómo se explica que esos humanos que viven –o vivirán o han vivido– a millones de kilómetros de la Tierra, vistan y se comporten como nosotros?
En realidad, acercar al espectador actual al mundo ficticio de BSG a través de su conexión con esos objetos e imágenes cotidianos respondía no sólo a una opción estética y presupuestaria (siempre es más barato reciclar elementos ya existentes que diseñarlos y construirlos desde cero), sino que estaba en sintonía con la forma en que los guionistas decidieron explorar determinados temas de nuestra actualidad. Sobre ello hablaré en otro artículo.
Artículos de la serie:
Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 1978-1979)
Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 2004-2009)
Battlestar Galactica (2004-2009): Concepción visual y diseño de producción
Battlestar Galactica (2004-2009): Un acercamiento realista a la ciencia-ficción
Battlestar Galactica (2004-2009): El desarrollo de los personajes
Battlestar Galactica (2004-2009): ¿Qué nos hace humanos?
Battlestar Galactica (2004-2009): Cultos religiosos en el espacio exterior
Battlestar Galactica (2004-2009): Ética, moral y supervivencia
Battlestar Galactica (2004-2009): Política en un mundo impredecible
Battlestar Galactica (2004-2009): Las secuelas
Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.