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«Battlestar Galactica» (2004-2009): ¿Qué nos hace humanos?

Los cambios más radicales respecto a la serie original de 1978 y aquellos que marcaron el devenir de Battlestar Galactica (BSG) se realizaron en la naturaleza de los Cylones. Éstos ya no fueron creados por una raza extraterrestre reptiliana, como se decía en la serie de los setenta, sino que fue una creación de los humanos, remitiendo a la vieja pero nunca caduca idea de la irresponsabilidad del hombre con sus creaciones y las consecuencias que entraña el mal uso de la tecnología. Y aunque los grandes robots de un solo ojo aún aparecen como fuerza militar de choque, no son ni los líderes ni los verdaderos enemigos.

El hecho de que la clase gobernante de los Cylones parezca humana crea una capa adicional de misterio y peligro, reminiscente del tipo de historias que tanto cultivó Philip K. Dick: paranoias identitarias en las que resulta imposible distinguir entre lo verdadero y lo falso, lo auténtico y la copia.

La idea de que el peligro se esconda ante nuestros propios ojos y que nuestros vecinos o amigos puedan no ser lo que parecen, es uno de los ejes temáticos centrales de la nueva BSG. En determinadas circunstancias, los Cylones pueden incluso aparearse con humanos y engendrar descendencia.

El espectador se pregunta además qué es lo que pasa por el cerebro de los Cylones mecánicos: si fueron ellos los que crearon a sus congéneres humanoides, ¿por qué ahora están a su servicio? ¿Se han limitado a cambiar unos amos por otros? ¿Se rebelarán contra los Cylones orgánicos también? (Preguntas que la serie acabará respondiendo hacia el final de su recorrido).

En cualquier caso, los Cylones orgánicos tienen una desventaja: sólo existen doce modelos. Pueden teñirse el pelo, cambiar su vestuario y maquillaje, pero no transformar sus estructuras fundamentales (no se explica por qué sólo hay doce, o por qué los Cylones no pueden realizar ellos mismos manipulación genética que les permita cambiar su aspecto).

Una vez que se identifica la apariencia de un modelo, cualquier otro que se ajuste a ella es, evidentemente, un Cylon. En el curso de los dos primeros años de la serie (2004-2005), los humanos conocerán el aspecto de siete de los doce modelos.

Existen, sin embargo, cinco modelos que han permanecido ocultos incluso para los siete restantes, y tratar de descubrir su identidad ha pasado a ser una herejía para los propios Cylones.

Los modelos conocidos eran los siguientes: Número 5 o Doral (Matthew Bennett); Número 6, el modelo conocido como Caprica Seis (Tricia Helfer), de la que Gaius Baltar se enamoró; Número 8, modelado a imagen de la oficial de la Galáctica Boomer (Grace Park); el espiritualmente inquieto Número 3, D’Anna Biers, interpretado por Lucy Lawless; y tres modelos más, cuyos números no se revelan: Leoben (Callum Keith Rennie), que mantiene una extraña relación con Starbuck a la que atribuye el fin de la Humanidad; Cavil (Dean Stockwell), que se hizo pasar por sacerdote a bordo de la Galáctica; y Simon (Rick Worthy), que se hizo pasar por un doctor humano y robó uno de los ovarios de Starbuck.

Como en la mayoría de las series televisivas de los setenta, la serie original de Battlestar Galáctica estaba protagonizada por personajes masculinos. El papel de las mujeres era siempre secundario: Atena, la oficial de comunicaciones y hermana de Apolo; Casiopea, una antigua prostituta reconvertida en enfermera (ambos roles identificados tradicionalmente con el género femenino); Serina, más atractiva por su belleza que por su capacidad como periodista profesional… en los últimos capítulos de la serie se intentó variar esa tendencia, dándole mayor protagonismo a la teniente Sheba, una competente piloto, pero no dejaba de ser una excepción, y después de todo, su principal rol era el de interés romántico de Apolo.

Veinte años después del estreno de aquella serie, las mujeres ya formaban parte regular y cotidiana del ejército de muchos países. Sin embargo, ajenas a los cambios del mundo real, las series de ciencia-ficción insistían en descompensar la balanza a favor de los protagonistas varones. Ello quizá era consecuencia de la convicción de los productores de que este tipo de género es consumido principalmente por un público masculino, que espera ver héroes de su mismo género acompañados de bellezas femeninas en una especie de proyección de sus propias fantasías.

También en esto BSG optó por cambiar las cosas, presentando un amplio y variado elenco de mujeres fuertes, independientes, y al tiempo, conscientes de su sexo. Mujeres y hombres se relacionan en igualdad de condiciones a bordo de la Galáctica, y ni siquiera los vestuarios o los dormitorios están segregados por sexos. El comandante de la nave, Adama, sigue siendo un hombre, sí, pero su superior, la almirante Cain, es una mujer tan eficaz y competente como despiadada. Ya hablé en un artículo anterior sobre la presidenta Laura Roslin.

Dos de los principales oficiales, con un papel central en el destino de la especie humana habían sido encarnados por hombres en la serie de 1978: Starbuck (Katee Sackhoff) y Boomer (Grace Park). Tristemente, estos cambios no fueron bien acogidos por los fans más veteranos (¿o debería decir rancios?), que criticaron con virulencia a Ronald D. Moore y a las actrices (se las llamó marimachos entre otras lindezas), negándose a entender que su capacidad guerrera no excluye su vocación de mujer o madre (ambos personajes pasan por una experiencia de maternidad, si bien totalmente diferente).

Boomer es un agente Cylon durmiente, infiltrado en el bando humano, en cuyo cerebro se han implantado falsos recuerdos. Ella no lo sabe, y el gradual descubrimiento de su auténtica naturaleza cambiará la deriva de toda la serie.

Boomer no es ya el piloto fiel compañero de los protagonistas pero eternamente segundón de la serie original (interpretado entonces por Herb Jefferson Jr), sino una pieza fundamental en la resolución del drama, un personaje trágico atrapado entre dos lealtades, considerado como un monstruo entre los humanos con los que decide finalmente servir y un desertor entre los Cylones, su propio pueblo.

El nombre de Starbuck provenía originalmente del contramaestre del Pequod, el navío del capitán Ahab en la novela Moby Dick . En la serie original estaba interpretado por Dirk Benedict, que daba vida a un tipo atractivo, despreocupado, juerguista, trapisondista y mujeriego, pero que al mismo tiempo era un piloto de primera, que a la hora de la verdad lo daba todo por sus amigos y la misión que se le hubiera encomendado. Ahora nos encontramos con un personaje femenino mucho más complejo y oscuro. Kara Thrace, alias Starbuck, es todavía una piloto extraordinario, pero también una mujer atormentada por una infancia marcada por los abusos y su incapacidad para aceptar la autoridad establecida.

Tras el bombardeo de las Colonias, no sólo se convertirá en el centro involuntario de un inestable triángulo amoroso entre la antigua estrella deportiva Sam Anders (Michael Trucco) y Lee Adama, sino que descubrirá que escondido en su cerebro se encuentra nada menos que el destino de la especie humana.

También el bando Cylon tiene sus mujeres fuertes. D’Anna, el modelo nº 3, es un Cylon inquisitivo que apareció por primera vez haciéndose pasar por periodista del canal de noticias de la Flota. Está obsesionada con averiguar la verdad sobre su propia especie, incluso si ello la conduce a la herejía. Es un giro interesante el que sea un robot quien pretenda llegar hasta el final, arriesgándolo todo. De hecho, su modelo acaba siendo «retirado» por sus congéneres más ortodoxos, quienes la consideran una amenaza para su propio pueblo.

Caprica Seis (Tricia Helfer) y el nº 8 (Boomer, de nuevo interpretada por Grace Park), por diferentes motivos, se hallan vinculadas a los humanos. Su desacuerdo con la política de exterminio humano que están llevando a cabo los Cylon acaba desembocando en abierta rebelión, y abriendo una brecha en su propio campo.

Artículos de la serie:

Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 1978-1979)

Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 2004-2009)

Battlestar Galactica (2004-2009): Concepción visual y diseño de producción

Battlestar Galactica (2004-2009): Un acercamiento realista a la ciencia-ficción

Battlestar Galactica (2004-2009): El desarrollo de los personajes

Battlestar Galactica (2004-2009): ¿Qué nos hace humanos?

Battlestar Galactica (2004-2009): Cultos religiosos en el espacio exterior

Battlestar Galactica (2004-2009): Ética, moral y supervivencia

Battlestar Galactica (2004-2009): Política en un mundo impredecible

Battlestar Galactica (2004-2009): Las secuelas

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".