Con guión de Timothy Truman y dibujo de Tomás Giorello, esta adaptación de La ciudadela escarlata, de Robert E. Howard, renovó la confianza de quienes amamos las historias de Conan y deseamos redescubrirlas a través del cómic.
La era hiboria es como esa madriguera por la que, al igual que Alicia, nos deslizamos hacia un territorio de fascinación y maravillas. A estas, alturas, ya no hace apuntalar la fama del protagonista de ese mundo fiero y peligroso, Conan el bárbaro. Al fin y al cabo, en nuestro diccionario de mitos personales, el guerrero cimmerio inventado por Howard es y seguirá siendo una de las referencias más visitadas.
En lo que se refiere a historietas, Conan compensa con muchas alegrías las puntuales decepciones de quien se anima a seguirlo. Desde hace varias décadas, ilustradores de mucho peso y excepcionales guionistas han ido ensanchando la escenografía literaria original, logrando una incómoda hazaña, y es que más de uno crea que el personaje nació en las viñetas, y no en la máquina de escribir de un escritor texano del primer tercio del siglo XX.
A Timothy Truman hemos de agradecerle una prosa y un ritmo muy fieles a los que distinguieron a Howard. No obstante, por quien realmente hemos de batir palmas es por Giorello, que aquí aporta un trazo realista, mucho dinamismo y una atención sorprendente a los detalles.
Por lo demás, el relato se defiende solo, y no es difícil quedar prendido de su trama. En realidad, y aunque no lo parezca, The Scarlet Citadel, el cuento del que se sirven Truman y Giorello, apareció en las páginas de Weird Tales en enero de 1933.
Tanto en el cómic como en la ficción literaria original, la aventura se centra en la huida de Conan, preso en una infernal fortaleza. Esta vez, la fuerza y sagacidad del cimmerio no bastan para sacarlo del apuro, y ha de recibir la ayuda de un brujo, Pelias, adversario del perverso hechicero que ha encarcelado a Conan, Tsotha-lanti.
Los más veteranos, al igual que los buenos coleccionistas, recordarán que esta historia ya fue traducida al lenguaje del cómic por Roy Thomas y Frank Brunner en el número 30 (edición USA) de La Espada Salvaje de Conan (1978).
Un detalle interesante en la versión de Truman es que el viejo rey Conan, con su rostro marcado por las cicatrices, detalla la aventura a un escriba. El bárbaro todo lo puede: hasta convencernos de que es un espléndido narrador, capaz de encontrar la palabra justa para definir materias tan evocadoras como la sangre y el acero.
Sinopsis
Atrapado en las terroríficas mazmorras de la fortaleza escarlata de un hechicero, Conan debe enfrentarse a un montón de nuevos retos y enemigos mientras lucha por liberarse ¡y por reclamar el trono de Aquilonia!
Este volumen —que incluye dobles traiciones, hechiceros belicosos y toda la acción brutal y emocionante que acostumbra a rodear al cimmerio— recoge los cuatro números de Conan Rey: La Ciudadela Escarlata, obra del afamado equipo compuesto por Timothy Truman, Tomás Giorello y José Villarrubia.
Esta maravillosa adaptación al cómic de las emocionantes y atemporales historias de Conan escritas por Robert E. Howard incluye una enriquecedora introducción de Truman y una galería de bocetos y dibujos de Giorello y de Darick Robertson.
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