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Repertorio rossiniano

En 1859 Rossini puso la primera piedra, mientras su esposa Olimpia plantaba el primer rosal, en el jardín de la villa que Charles Doussault le iba a construir en Passy, por entonces un suburbio parisino en la parte izquierda del Sena. Allí Rossini recibiría a sus amistades más íntimas y selectas a las que, entre otros placeres menos espirituales, les ofrecería su impagable compañía, desde luego, pero también sus capacidades para divertir musicalmente a la concurrencia. Composiciones de un músico teóricamente retirado del oficio que, desde la perspectiva actual, nos sorprende por la categoría de la imaginación, la originalidad de las ideas y la variedad de recursos para poner en compases todo un riquísimo cosmos de incalculable valor compositivo.

La nueva publicación de Opera Rara, en su capítulo digamos “de cámara” –Il Salotto se define, en este caso nunca mejor utilizado el término–, en paralelo a las grandes publicaciones de óperas completas (una tarea digna de los mayores elogios y admiración), parece hacerse eco de aquellas veladas parisinas en la acogedora villa (derribada en 1908) con vistas espectaculares al río y al centro de la ciudad. Para la empresa se han elegido voces fieles al compositor y al sello inglés, como Jennifer Larmore (protagonista de una de las mejores lecturas, si no la mejor, de la divertidamente genial Chanson du bébé) o Lawrence Brownlee, uno de los tenores rossinianos actuales de mayor envergadura instrumental y canora. Afirmación que hoy adquiere un valor especial o añadido, dado que existe Juan Diego Flórez, quien parece ofuscar o ningunear a cualquier colega que se atreva con su mismo repertorio.

Son nuevas en esta plaza la haendeliana Catherine Wyn-Rogers y la camaleónica Delunsch, soprano francesa capaz de cantar en temporadas sucesivas o cercanas la Elettra Mozartiana, la Armide de Gluck, la Elsa wagneriana, la Theodora haendeliana, la Violetta verdiana, la Arabella de Strauss (y otras muchas más), estrenando obras al mismo tiempo de Eötvös o Bartholomée.

Que aparezca ahora Rossini en sus atriles es una consecuencia lógica y anunciada de su enorme, incansable curiosidad profesional. A tal cuarteto solista se les suman dos nombres más, conocidos ya por haber colaborado en anteriores discos de Opera Rara, Brindley Sherratt y Mark Wilde, ambos hoy en pleno ascenso profesional. A todos se suma el espléndido coro Geoffrey Mitchell y ese señor del teclado que responde al nombre de Malcolm Martineau. Con similar cóctel de músicos los resultados no podían ser otra cosa que excepcionales, por otro lado manteniendo el mismo nivel a que nos tienen acostumbrados las precedentes publicaciones.

En el programa, variado y rico como el cosmos rossiniano que viene de alguna manera a resumir, figuran páginas para piano solo (la chispeante, divertida Danse Sibérienne), para coro (Plegaria para ocho voces masculinas con texto francés o, en clima diverso, el Brindis por el año nuevo), dúos o tercetos y, desde luego, oportunidades solistas para que los cantantes convocados puedan lucir su capacidad de poner en pie en unos pocos minutos el mensaje propio de las elegidas páginas.

Larmore impone su maestría y experiencia, además de en la canción arriba citada, extrayendo todo su jugosidad y en compañía del enérgico teclado de Martineau, a la “españolada” À Grenade, composición por cierto dedicada a Isabel II.

Delunsch se mide con la Ariette villageoise (texto del filósofo Rousseau) y en compañía de la Wyn-Rogers, las dos voces inmaculadamente fundidas, con Le Départ des promis, una tirolesa que de inmediato puede recordarnos a Madame Cortese en Il viaggio a Reims.

La Wyn-Rogers tiene sus momentos de lucimiento en solitario, dos páginas de climas tan diferentes como la Canción de Zora y De la douleur naît l’espéranceBrownlee, el de mayor presencia en el registro, no pierde ninguna ocasión, bien a solas o en compañía, de exhibir la luminosidad tímbrica, la disposición técnica o la capacidad para el canto rossiniano. Basta para corroborarlo escucharle en L’esule, una de las páginas más ambiciosas (por operística) de esta tan bien organizada colección.

Disco recomendado: IL SALOTTO,VOL. 13: Canciones de Rossini. Lawrence Brownlee, Jennifer Larmore, Catherine Wyn- Rogers, Mireille Delunsch y Mark Wilde, cantantes. Nicholas Bosworth, harmonio. Malcolm Martineau, piano. Geoffrey Mitchell Choir / OPERA RARA / Ref.: ORR 247 (1 CD) D1

Copyright del artículo © Fernando Fraga. Este artículo se publica en Cualia por cortesía del autor y de Diverdi. Reservados todos los derechos.

Fernando Fraga

Es uno de los estudiosos de la ópera más destacados de nuestro país. Desde 1980 se dedica al mundo de la música como crítico y conferenciante.
Tres años después comenzó a colaborar en Radio Clásica de Radio Nacional de España. Sus críticas y artículos aparecen habitualmente en la revista "Scherzo".
Asimismo, es colaborador de otras publicaciones culturales, como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Crítica de Arte", "Ópera Actual", "Ritmo" y "Revista de Occidente". Junto a Blas Matamoro, ha escrito los libros "Vivir la ópera" (1994), "La ópera" (1995), "Morir para la ópera" (1996) y "Plácido Domingo: historia de una voz" (1996). Es autor de las monografías "Rossini" (1998), "Verdi" (2000), "Simplemente divas" (2014) y "Maria Callas. El adiós a la diva" (2017). En colaboración con Enrique Pérez Adrián escribió "Los mejores discos de ópera" (2001) y "Verdi y Wagner. Sus mejores grabaciones en DVD y CD" (2013).