Paganini fue un músico de cuerdas. Frotadas, punteadas, pellizcadas, pulsadas, pero siempre tensas y vibrantes. No es casual que haya reunido, en numerosas ocasiones, al violín con la guitarra.
En el compacto que motiva estas líneas se aprecian sus distintos registros en tal combinación: una buena serie de sonatas, el consabido Perpetuum mobile que sirve con frecuencia de propina electrizante a los violinistas, y un estreno discográfico, la curiosa pieza descriptiva Entrada de Adonis en el reino de Venus, suerte de cortejo barroco de bolsillo para probar, una vez más, la pericia paganinesca en materia de cordajes.
Las sonatas son movimientos de tales, con una sección cantable que suele demostrar el incansable estro melódico del autor, y otra rápida, brillante y de cierta traca.
El sonido redondo de la guitarra y el afilado del violín se emparejan de maravilla, como la femineidad y la virilidad, juntas al menos durante un rato de música.
El escucha moderno, además, puede imaginar cómo sonaba el arte del cremonés, a quien nunca oiremos. Se sabe que escribía, en buena medida, para su propio repertorio de virtuoso y que, tal vez, había negociado sus cualidades con el mismo Satanás. Pero ¿alguien ha oído alguna vez el violín del Diablo? ¿No será Mefisto un invento sonoro de Paganini?
Disco recomendado: N. PAGANINI: Obras para violín y guitarra (Entrata d’Adone; Seis sonatas op.9; Seis sonatas op.10) / L.A. Bianchi, violín. M. Preda, guitarra / DYNAMIC / Ref.: CDS 411 (1 CD) D2
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