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«Hijos del Mundo mutante» (1990), de Richard Corben y Jan Strnad

No soy muy amigo de comparar una secuela con su precedente, y menos aún de juzgar una obra por motivos nostálgicos. Sin embargo, en el caso de este cómic, tienen mucho peso lo uno ‒la alusión a un entorno ya conocido por el lector‒ y lo otro: el recuerdo de una época en la que Corben aún seguía luchando por demostrar su poderío creativo.

Sin duda, ambos sentimientos están presentes en esta continuación de Mundo mutante (1978): Hijos del Mundo mutante (Son of Mutant World), editada por Corben a través de su propia editorial, Fantagor Press, en 1990.

Vaya por delante que aquella primera edición en formato grapa ‒dos números en color, tres en blanco y negro‒ palidece si la comparamos con la versión definitiva, recoloreada digitalmente por Corben y su hija Beth. Sé que esto puede parecerles una herejía a quienes aún recuerdan la lectura de este cómic en la revista Zona 84 (nº 85-87, 89-91, junio-diciembre de 1991). No obstante, hay un detalle a tener en cuenta en dicha comparación, y es que Hijos del Mundo mutante, a diferencia de Bloodstar (1976), Las mil y una noches (1978), Den (1968-1978) o Jeremy Brood (1982), ya no fue realizado con esa compleja técnica de coloreado sobre fotolitos que había sido, hasta entonces, el santo y seña de Richard Corben.

Después de quince años, según aclara José Villarrubia en el prólogo de esta edición de ECC, Corben «decidió que le llevaba demasiado tiempo y optó por dibujar las páginas a tinta china (en ocasiones, con un mínimo modelado de grises), hacerles copias (fotocopias o impresiones fotomecánicas) y colorear las copias directamente con rotuladores, pigmentos líquidos, tintas, lápices y a veces hasta aerógrafo».

Como yo mismo suelo preferir lo analógico a lo digital, este nuevo coloreado con Photoshop me parece ‒por decirlo así‒ menos romántico. O mejor dicho, menos artesanal. Y sin embargo, esa percepción mía, cargada de prejuicios, choca con la evidencia. Solo hay que fijarse en el acabado de cada plancha en esta versión definitiva, y luego compararlo con ediciones previas.

Dimento, el protagonista de Mundo mutante, muere tiroteado al comienzo de esta nueva historia, cuya protagonista es su hija, Dimentia, una sensual joven que a veces parece tan poco despierta como su progenitor.

Acompañada y protegida por Ollie, su enorme oso, Dimentia emprende un viaje hacia el asentamiento de la isla, en busca de Max, aquel soldado a quien también conocimos en Mundo mutante. Por el camino, conoce a Herschel, viajero y astrónomo, y también se cruza con una pareja de cazadores, padre e hijo, empeñados en ir tras la pista de Ollie.

Las cosas se complican cuando, poco después de su primer encuentro, Herschel y Dimentia caen prisioneros de las huestes de Mudhead, un caudillo mutante que está empeñado en conquistar, a sangre y fuego, el asentamiento que lidera Max.

Algo más optimista y con un tono más aventurero que el cómic de 1978, Hijos del Mundo mutante sigue la misma hoja de ruta que tantos y tantos derivados de Mad Max 2 (1981). En este sentido, la intervención del guionista Jan Strnad no da como resultado una trama poderosa o sorprendente. Con un empeño claramente comercial, Strnad y Corben se empapan con el espíritu de la época, sin otra ambición que la de ofrecer un producto agradable para los seguidores del dibujante.

En todo caso, Richard Corben ya había creado un estilo ‒casi un lenguaje‒ que todos identificamos sin problemas. De hecho, incluso en obras menores o alimenticias era capaz de conjuntar a la perfección dibujo, color y narrativa.

En líneas generales, nunca aspiro a la elegancia o al academicismo. Por el contrario, siempre reivindicó las audacias del underground. Y sin embargo, en todas sus historietas ‒e Hijos del Mundo mutante no es una excepción‒ demostró esa libertad de quien es capaz de surfear entre dos orillas sin poner pie en tierra.

Dicen que cada artista es un mundo. El mundo de Corben fue colosal por su alcance, y a la hora de recorrerlo, también son importantes las obras de valores más sencillos, porque incluso en ellas resultan evidentes su dominio técnico y su calidad formal.

Sinopsis

En 1990, Jan Strnad y Richard Corben retomaron el universo creado en Mundo mutante para contar la historia de la hija de Dimento, Dimentia, quien junto a su mascota, un gigantesco oso que responde al nombre de Ollie, busca refugio en una isla asediada por una banda mutante.
Serializada originalmente en revistas underground y coloreada por Beth Corben ReedHijos del mundo mutante es recuperada a través de esta nueva edición supervisada por sus creadores, que además cuenta con un prólogo exclusivo escrito por el reputado colorista José Villarrubia.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.