«Oportunistas, pero desprovistos de audacia y de espíritu de iniciativa, somos propensos a depositar en otros nuestra confianza y a encorvarnos demasiado ante los superiores. Nuestra falta de razón nos lleva con frecuencia a confundir el deseo y la realidad. Y sólo cuando nuestra precipitación nos conduce al fracaso nos ponemos a razonar lógicamente para encontrar disculpas». Este lamento, firmado por el capitán de navío Mitsuo Fuchida y el capitán de fragata Masatake Okumiya en 1955, me llamó la atención hace muchos años, cuando lo descubrí en una vieja historia de la Segunda Guerra Mundial.
En pocas líneas, ambos militares expresaban un arrepentimiento y una melancolía que, tiempo después, conocí de primera mano. Y es que, para un gran número de veteranos japoneses, era preferible olvidar la experiencia de luchar en el Pacífico. Por lo que pude comprobar, no son pocas las familias en las que el abuelo jamás contó a sus nietos ni una sola anécdota al respecto. «Quizá le dolía demasiado recordarlo», me decían sus allegados.
Ese silencio es fácil de entender. Un país moderno, con una ética tan marcada como el Japón de hoy, no se reconoce en aquella aventura imperialista. Es más: tratando de pasar página de una vez por todas, hay quien procura silenciar las numerosas atrocidades que sus tropas llevaron a cabo en los países vecinos. Este disimulo, por cierto, también genera polémicas de escaso recorrido.
El punto de vista nipón ‒con algo de amnesia selectiva‒ difiere, lógicamente, de nuestro constante interés por todo lo que sucedió tras el bombardeo de Pearl Harbor. Cualquier aficionado o divulgador de la Segunda Guerra Mundial, y en concreto de su devenir en el Pacífico, quiere conocer la máxima cantidad de detalles a propósito de ese hecho histórico, ya sondeado de forma exhaustiva por ensayistas, escritores y cineastas.
En casos como este, como bien saben los entusiastas de la historia militar, es imposible separar la curiosidad de la emoción. Uno se puede conmover ante una tragedia, juzgarla en el plano moral, y al mismo tiempo, sentirse fascinado por cada uno de sus pormenores, o vibrar con operaciones de una épica inigualable.
Consciente de ese interés, todo un especialista en la materia, Rubén Villamor ha escrito un magnífico libro, muy recomendable, en el que, pasando por alto los acontecimientos más conocidos, entra de lleno en episodios insólitos pero muy reveladores.
A la hora de plantear su obra, Villamor piensa en un lector apasionado, cuyo conocimiento del conflicto le lleva a solicitar una indagación más precisa, con lupa de aumento. Por eso este ensayo bascula hacia cuestiones nuevas, y sin embargo, necesarias para dar una visión de la forma de guerrear del ejército imperial. El resultado es implacable: uno entiende en qué medida los japoneses, infectados por una oscura interpretación del código Bushido, alcanzaron unas cotas de ferocidad y ambición que conviene explicar con detalle.
Se advierte que el autor ha dedicado a Eso no estaba en mi libro de la guerra del Pacífico muchas horas de trabajo. No solo es una obra amena, bien escrita y documentada. También logra algo tan difícil como la originalidad pese a tratar un asunto que, a estas alturas, ya ha dado lugar a infinidad de títulos.
Sinopsis
¿Sabía que la ocupación militar del Imperio japonés en Indonesia dejó cuatro millones de muertos a causa de las acciones armadas y la esclavitud?, ¿y que en una diminuta porción de Alaska, invadida por Japón, se efectuó una feroz carga suicida «banzai»? Episodios tan desconocidos como estos son los que el lector podrá encontrar en el presente libro, pero no los únicos, pues se abordarán, también, muchos otros como las acciones de los «minisubmarinos nipones» a los puertos de Madagascar y Australia, el genocidio de la etnia karen, la fuga de una partida anglo-china desde Hong Kong liderada por el célebre almirante Chan Chak, la trágica expulsión de las minorías niponas de Manchuria en 1945, la venganza sobre las provincias chinas de Zhejiang y Jiangxi tras el «Raid Doolittle», la presencia de antifascistas italianos en Birmania, la resistencia del Movimiento Libre Tailandés o el poco estudiado holocausto de los judíos en Asia con el Gueto de Shangai, e incluso la increíble aventura de unos marineros de la US Navy, a nada menos que el desierto del Gobi.
La Segunda Guerra Mundial en Asia no se redujo a Pearl Harbor, las bombas atómicas o los marines norteamericanos dando «saltos de rana» de una isla a otra. Al mismo nivel que el Frente Oriental en la Unión Soviética, la Guerra del Pacífico fue el teatro de operaciones más devastador y sangriento que abarcó un amplio espacio geográfico a lo largo de China, Micronesia, Insulindia, Birmania, India, Mongolia e incluso las costas septentrionales de Norteamérica.
Rubén Villamor nació en 1987 en Palma de Mallorca. Actualmente vive en Toledo. Cursó estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Madrid y sirvió en el Ejército de Tierra. Es propietario del dominio www.eurasia1945.com, el mayor sobre la Segunda Guerra Mundial en idioma español, además de tener su propio espacio en el canal de YouTube «Eurasia1945» en el que aborda esta contienda y otros acontecimientos de la Historia. Ha publicado una decena de libros siempre relacionados con temas bélicos de Asia, normalmente en la Guerra del Pacífico, pero también en la Primera Guerra Mundial y la Edad Moderna. Ha sido el primer autor en publicar una monumental obra en castellano sobre el Frente de China, entre 1931 y 1945.
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