La anécdota más bonita que he vivido referente al universo James Bond tuvo lugar frente a Pierce Brosnan.
Fue durante una rueda de prensa en Barcelona con motivo del estreno de Muere otro día (2002). Primero granizaron las típicas comparaciones con Sean Connery, que Brosnan comentó con mucha humildad. Luego, todos los periodistas presentes pasamos un momento bochornoso cuando se levantó el más tonto de los palotes del programa de telebasura Crónicas Marcianas e hizo un chiste imbécil: «Usted que en las pelis de Bond ha salido con los cuerpos más esculturales, ¿cuándo piensa salir con el cuerpo de la Guardia Civil?». Seguramente ni siquiera ‒¡por fortuna!‒ le supieron traducir el juego de palabras a Brosnan. Éste no se cortó, porque debió de captar el tono, y replicó algo así como «No estoy aquí para responder estupideces».
Bien.
Entonces reuní el valor de alzar la mano como en el colegio y solté en un inglés tartamudeante la pregunta que llevaba años queriéndole hacer, desde que disfruté de su primer Bond en Goldeneye.
‒Sr. Brosnan, ahora le comparan con Sean Connery, inevitablemente, pero debo confesarle que, en la piel de James Bond, usted no me recuerda ni a Connery ni a ningún otro actor que haya interpretado al agente 007. ¿Sabe a quién me recuerda? En el modo felino en que camina por la pantalla, en que sonríe con descaro, siento la sombra de otro actor: de James Coburn, cuando protagonizó aquellas películas del agente secreto Flint que parodiaban las de Bond en los años 60 (1). ¿Cree usted que puede haber alguna influencia consciente o inconsciente de Coburn en su manera de actuar como Bond?
Se hizo el silencio y Brosnan me miró unos segundos y contestó:
‒Qué interesante. De niño fui un enorme fan de las películas de Flint y de James Coburn.
El silencio que siguió fue todavía más espeso. Noté algún cuello girándose para averiguar quién era el cabrón que había hecho esa pregunta.
Me sonrojé, sonreí y le di las gracias.
(1) Flint, agente secreto (Our Man Flint, 1966), de Daniel Mann, y F de Flint (In Like Flint, 1967), de Gordon Douglas.
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