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«Candyman, el dominio de la mente» (1992), de Bernard Rose

Estrenada en otoño de 1992, la película de Bernard Rose Candyman marcó un antes y un después en la historia del género. Por primera vez, una película de terror estadounidense contaba con un hombre negro como personaje titular y principal antagonista. Se convirtió en un «monstruo» cinematográfico totalmente diferente a lo que había existido hasta el momento en la cultura popular occidental.

Jordan Peele, productor de la nueva versión de este film rodada en 2021, tenía 13 años por aquel entonces. «De pequeño, me encantaba el cine de terror, pero no tenía a un Freddy Krueger negro, ni a un Jason Voorhees negro», nos cuenta. «Por eso, cuando se estrenó Candyman, fue muy rompedor y catártico. Y era aterrador. Aunque ya existían algunos ejemplos de gente negra en películas de terror, este personaje en concreto me parecía especialmente fascinante».

Basada en el relato «Lo prohibido» («The Forbidden»), de Clive Barker, la película de 1992 [con fotografía de Anthony B. Richmond, montaje de Dan Rae y música de Philip Glass] sigue las andanzas de una estudiante universitaria blanca, Helen Lyle (Virginia Madsen), que está investigando para su tesis sobre leyendas urbanas. Está especialmente interesada en un mito que ha perdurado en las infames viviendas sociales de Chicago, las torres Cabrini-Green.

Por esa zona, la gente está convencida de que, si dices el nombre de Candyman cinco veces delante de un espejo, aparecerá armado con un garfio por mano y acabará contigo. Mientras lleva a cabo su investigación, se suceden muertes espantosas a su paso y descubre la historia que dio origen a la leyenda: que un artista negro del siglo XIX, Daniel Robitaille (Tony Todd), se enamoró de una joven blanca a la que estaba pintando. Por ese delito, una muchedumbre enfurecida de blancos le linchó. Le cortaron la mano, lo embadurnaron de miel y le soltaron encima un enjambre de abejas antes de quemarlo vivo. Sus cenizas se esparcieron por lo que fue luego el solar donde se construyeron las viviendas sociales de Cabrini-Green. Desde entonces, su espectro ha aterrorizado a los residentes.

Durante la época en la que la película estaba convirtiéndose en un éxito de culto, Peele y su buen amigo (y ahora socio productor) Ian Cooper crecían en el Upper West Side de Manhattan. A lo largo de los años, volverían a visitar la historia una y otra vez.

«Para cuando estaba en segundo curso del instituto, Jordan ya había amasado una considerable colección de cintas de vídeo (ordenadas alfabéticamente y organizadas por género) que consumía todo el espacio de estanterías de su dormitorio», asegura Ian Cooper. «Ahorrábamos para comprar entre los dos todas las películas que pudiéramos permitirnos. Personalmente, casi todas las películas con influencia en mi formación las he visto, a menudo por primera vez, sentado en la cama de Jordan«.

Candyman era una de las que más veían. «Nos entusiasmaba esa película», asegura Cooper. «Con su interpretación de Candyman, Tony Todd nos hacía disfrutar de un villano imponente, fascinante, complejo, romántico, dinámico y aterrador, y todo maravillosamente encarnado por un actor de color. Recitábamos frases enteras de memoria, nos obsesionábamos con personajes menores y, en general, escrutábamos cada detalle. Esa clase de análisis minucioso y textual se convirtió en los cimientos de nuestra amistad y, a día de hoy, sigue constituyendo ese terreno común sobre el que jugamos y creamos cada día que trabajamos juntos».

Pese a todas sus admirables cualidades, la película de 1992 también fue problemática, incluso en su tiempo. Entre sus defectos destacaba la pregunta sin respuesta de por qué un hombre negro que había muerto de un modo tan violento a manos de blancos ahora se dedicaba a aterrorizar a una comunidad negra, y por qué una mujer blanca ocupaba el centro de esta historia.

«La película original exploraba la leyenda de Candyman a través de la perspectiva de Helen», asegura Peele. «Pero a mí esa película me parecía negra. Una película para mí. Por eso, tenía ganas de hacer una nueva película que enfocase esa historia fantasmagórica desde una perspectiva negra».

Muy al comienzo del proceso de resucitar a Candyman para una nueva generación, Jordan Peele y sus colegas productores de Monkeypaw Ian Cooper y Win Rosenfeld decidieron fichar una voz nueva y diferente para dirigir la cinta. Fue así como dieron con Nia DaCosta, cuyo primer largometraje, Little Woods, los había impresionado con su hábil combinación de una narrativa centrada en los personajes con problemas complejos del mundo real.

«Andábamos a la búsqueda de director, y queríamos encontrar a alguien que pudiera sumergirse en este mundo que estábamos construyendo y trabajar con lo que, en esencia, era una pieza sobre personajes», dice Win Rosenfeld. «El trabajo de Nia en Little Woods conseguía jugar con las ideas de problemas sociales serios de un modo no didáctico y, al mismo tiempo, permitía al público aproximarse mucho a unos personajes que se encuentran en situaciones desesperadas. Se convirtió en la elección perfecta para la nueva versión de  Candyman. Es asombroso cuánta vida ha conseguido insuflar a la historia y lo mucho que ha contribuido a dar forma a la película».

Las ideas tras la película son a la vez totalmente pertinentes para el momento que vivimos e intemporales. «Candyman siempre es una historia apasionante que contar en cualquier momento, porque es realmente perenne», explica DaCosta. «La historia de violencia se repite en ciclos, y colectivamente procesamos los traumas y la pena a través de historias, así que realmente cualquier momento hubiera sido bueno para contar la historia de Candyman«.

En la película de 1992, Candyman secuestra a un bebé del apartamento de Cabrini-Green de su madre, Anne-Marie McCoy (Vanessa Estelle Williams). En la película de 2021, ambientada 30 años después, Anthony McCoy (Yahya Abdul-Matten II) es el personaje central, que ha crecido sin recordar ese incidente de su infancia. Inconsciente de su propia historia, se muda al ya gentrificado barrio en el que, en su día, se erigían las viviendas sociales de Cabrini-Green. Cuando conoce a William Burke (Colman Domingo), un veterano sabelotodo que le cuenta a Anthony la leyenda de Candyman, Anthony sigue sin ser consciente de la conexión biográfica que guarda con él.

«Jordan ha dicho multitud de veces que el monstruo de Candyman es la narración», nos cuenta Ian Cooper. «Pensar en Candyman como la manifestación de una narración colectiva nos pareció una opción increíblemente potente. Se nos antojaba inseparable de la naturaleza cíclica de la violencia contra la comunidad negra en Estados Unidos. La idea de oír algo, asumir algo, escuchar lo que no es, entender mal, corroborar información falsa, hacer un paquete con todo eso y contárselo a algún amigo… Y luego ese amigo se lo cuenta a un primo, que a su vez se lo cuenta al amigo de su primo. Esa es la génesis de una leyenda urbana, pero, a menudo, también origina ciclos de violencia en la vida real en Estados Unidos».

En opinión de Peele, Candyman podría casi verse como el santo patrón de las leyendas urbanas. «Es la acumulación de todas ellas: el espejo de Bloody Mary, el garfio, las cuchillas en los caramelos…», dice Peele. «Todas esas cosas que has oído y que no sabías si eran o no verdad. La belleza de las leyendas urbanas es que van mutando un poco con el tiempo, pero las claves, lo esencial, los pequeños giros y los detalles siempre son los mismos. Es difícil determinar qué papel cumplen; ¿tal vez cuentos o expresiones de miedos reprimidos en una comunidad? Sin embargo, en el caso de la leyenda de Candyman, es mucho más que una danza entre la comunidad y aquello de lo que deben protegerse».

Las leyendas urbanas también pueden desvelar verdades no expresadas sobre un lugar y una cultura en un momento dado. «Las leyendas urbanas son formas de compartir un dolor y unir a las comunidades», explica Win Rosenfeld. «Por un lado, las leyendas urbanas están para asustarnos y para disfrutar de la emoción de sentir miedo con otra gente. Pero, si analizas profundamente casi cualquiera de ellas, siempre tienen algún mensaje sobre la época de la que proceden y algo muy relevante sobre la condición humana. No creo que haya que esforzarse mucho para entender por qué mirar a un espejo y decir la palabra “Candyman” da miedo, pero, a la vez, es tremendamente potente. Es claramente aterrador que un demonio pueda salir a por ti, pero también te estás mirando a los ojos y tomándote un instante para decir: “¿Qué demonio llevo dentro?”».

«En el núcleo de la película de 1992 está la idea de que Cabrini-Green es un lugar espeluznante», explica Win Rosenfeld. «Es sobre una estudiante universitaria explorando este lugar “aterrador” y, echando la vista atrás, parece un modo reduccionista de explorar las relaciones entre razas en Estados Unidos. Por eso, decidimos invertirlo. En nuestra versión de Candyman (2021), Cabrini-Green es ahora un lugar gentrificado. El barrio ha cambiado mucho, y eso ha atraído un influjo de nuevas inversiones, pero parte de lo que estamos tratando de decir con la película [de 2021] es que el dolor no se puede borrar, sin más. No puedes borrar esa tradición opresiva derribando edificios y construyendo otros. Ese dolor sigue viviendo ahí y, para nosotros, Candyman trata sobre aferrarse a esa verdad. Bajo todo eso, hay algo aún sin resolver».

A comienzos de 1995, se demolió el antiguo complejo de Cabrini-Green. En 2011, ya no había caso rastro alguno de su existencia. Para los actores de la versión de 2021, filmar en el barrio fue tan perturbador como potente. «No son las viviendas de Cabrini-Green que los espectadores conocen de la película de 1992», dice Yahya Abdul-Mateen II. «Las torres ha sido derribadas y sustituidas por apartamentos más bonitos. Las casas adosadas están abandonadas. Cuando recorrí todas esas calles vacías, no pude evitar pensar en todas las familias desplazadas. ¿Dónde habrían ido? Es como una ciudad fantasma».

Copyright de las imágenes © Propaganda Films, Candyman Films, Polygram Filmed Entertainment. Reservados todos los derechos.

Copyright del texto [«Candyman», 2021] © Metro-Goldwyn-Mayer, Monkeypaw Productions, Bron Creative, Universal Pictures. Reservados todos los derechos.