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Crítica: ‘Spider-Man: Cruzando el Multiverso’ (2023)

Ante el reciente aluvión de cintas de superhéroes, resulta tentador encogerse de hombros y pasar página. Sin embargo, Spider-Man: Cruzando el Multiverso lleva a cabo un número de prestidigitación estético y emocional que nos hace olvidar el overbooking de héroes encapuchados.

En la reseña correspondiente a la película que inició esta trilogía, Spider-Man: Un nuevo universo (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018), ya comprobamos en qué medida se equilibraban en aquella cinta la espectacularidad, la aventura en estado puro y un alma de tebeo impecablemente traducida al celuloide.

Esta segunda entrega aumenta la apuesta: hay más emoción y también un frenesí caleidoscópico que, si hablamos de dibujo animado, sorprende con una inventiva totalmente desaforada y deslumbrante.

La idea de este multiverso en el que cabe toda la mitología de Spidey, sin olvidar la más mínima referencia, ya resulta de por sí atractiva. Pero es que, además, en este caso se plasma en imágenes con una fórmula tan alucinante como admirable.

Para empezar, en términos gráficos, aquí nos encontramos con una experimentación vertiginosa, que homenajea los métodos de creación de infinidad de dibujantes de cómics. Como el centro de gravedad del film es muy firme ‒algo tan antiguo como la familia y la necesidad de encontrarle un sentido al destino‒, la cinta puede permitirse el lujo de atravesar sin miedo un multiverso lisérgico y abrumador, embridando un sinfín de referencias pop.

La figura central, Miles Morales (con la voz de Shameik Moore) es un Spider-Man adolescente, con todas las incertidumbres propias de su edad. A medida que su vida familiar se vuelve cada vez más exigente, Miles deja que su vida como superhéroe emprenda el rumbo opuesto. Como anuncia el título del film, el protagonista ha de saltar a nuevos planos dimensionales junto a otros trepamuros con existencias más o menos paralelas: Gwen Stacy / Spider-Gwen (Hailee Steinfeld), Spider-Man India (Karan Soni), Hobie Brown / Spider-Punk (Daniel Kaluuya) y Peter Parker (Jake Johnson).

Aunque la trama no termina de cerrarse ‒eso ocurrirá en la tercera entrega de la saga‒, uno espera con interés el siguiente paso de este equipo creativo, precisamente porque aquí nos encontramos con un torbellino de talento apabullante, tanto conceptual como visualmente.

Para los fans del personaje, Spider-Man: Cruzando el Multiverso resulta ser un muestrario inagotable de todos los avatares de Spidey, desde los años sesenta hasta nuestros días. Solo por ese descomunal trabajo de documentación, casi podemos hablar de la película definitiva del Hombre Araña.

Sinopsis

Segunda entrega de la trilogía del universo Spider-Man centrada en Miles Morales. Tras reunirse con Gwen Stacy, el amistoso vecino de Brooklyn Spider-Man es catapultado a través del multiverso. Ahí se encuentra con la Spider Sociedad, un equipo de Spider-Personas encargadas de proteger la propia existencia del multiverso. Pero cuando los héroes chocan entre sí sobre cómo lidiar con una nueva amenaza, Miles se enfrenta a los otros Spiders y deberá redefinir lo que significa ser un héroe para poder salvar a las personas que más quiere. Cualquier persona puede ponerse una máscara, pero es la forma en la que la llevas lo que te convierte en un héroe.

¿Cómo se hace la continuación de una película de animación ganadora del Oscar que ha recaudado más de 384,3 millones de dólares en todo el mundo y ha redefinido el concepto de película animada, al mismo tiempo que nos ha presentado una versión multicultural del clásico superhéroe de Marvel? Para el equipo creativo de Sony Pictures Animation, la respuesta ha estado en potenciar el aspecto visual, llevar al espectador a lugares nuevos y crear giros argumentales sorprendentes, aunque sin olvidar nunca la carga emotiva sobre la que gira la historia.

“La primera película fue un reto monumental, todo el equipo estuvo trabajando en ella hasta el último minuto”, recuerda Kristine Belson, presidenta de Sony Pictures Animation. “Empezamos a pensar en la secuela tal cual terminamos la primera película, en 2018. Por supuesto, Phil Lord y Chris Miller –los escritores y productores– siempre han sabido hacia dónde íbamos con esta historia. Lo emocionante de esta secuela es que parte del equipo ha entrado nuevo y parte ya colaboró en la primera película. Creo que cuando algo así ocurre se obtienen muy buenos resultados. Todos sabemos que se requiere mucha gente para hacer una película animada, ¡pero para una película de Spider-Man se necesita casi un pueblo entero!”.

“Lo increíble de este proyecto es que cada uno de los directores (Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson) ha podido aportar algo único, una habilidad personal o un punto de vista completamente diferente al nuestro”, dice Lord. “Hemos querido centrarnos en ese algo especial de la primera película y no escatimar en nada. El objetivo ha sido crear una película súper divertida pero también ahondar más en las motivaciones de Miles, lo complicado que le resulta la relación con su familia y su viaje de autoconocimiento. Hemos querido hablar sobre la cercanía que desea tener con su familia y al mismo tiempo la independencia que necesita como joven”.

El equipo creativo ha tenido muy en cuenta las grandes expectativas que tiene todo el mundo con la animación y decisiones artísticas de esta película. “Hemos cogido todo lo que hicimos en la primera película y lo hemos llevado un paso más allá”, dice Miller. “En esta película visitamos diferentes universos, y cada uno tiene su propia estética y estilo artístico. Cada mundo es visualmente muy diferente de los demás. La creatividad del equipo de Sony Pictures Animation e Imageworks no tiene límites. Han sido capaces de crear espacios tridimensionales increíbles con todo lo que se nos ocurría, el resultado es todo un espectáculo”.

El trío de directores han tenido claro desde el principio que la película es el mayor reto cinematográfico al que se han enfrentado en sus carreras profesionales hasta la fecha. Justin K. Thompson, quien ha trabajado con Lord y Miller en diversos proyectos durante los últimos 15 años y fue diseñador de producción de la primera película, admite haber saltado de la silla cuando le propusieron dirigir esta secuela junto a Kemp Powers y Joaquim Dos Santos.

“La secuela nos ha brindado la oportunidad de rendir homenaje a algunos de los artistas de cómics a los que hemos admirado desde pequeños”, confiesa Thompson. “Todos los dibujantes de cómic de Spider-Man y Spider-Woman lo han hecho con diferentes medios y de una forma ligeramente diferente, es por eso que podemos ver estilos tan diferentes en la película. Algunos han usado rotuladores, otros pinceles, tinta o lápices. Ha sido emocionante explorar todas esas técnicas y encontrar cohesión al llevarlas a un espacio tridimensional. Cuando te metes en uno de esos mundos, realmente estás entrando en un cómic creado en su forma particular”.

“Ha sido muy emocionante poder inspirarnos en cómics de ciencia ficción y el diseño conceptual de los años 70 y 80, en artistas como Syd Mead, John Berkey, John Harris y John Bell”, dice el director de arte Patrick O’Keefe. “Hemos explorado también muchas de las obras que se realizaron antes de eso, cuando estos artistas empezaron sus carreras vendiendo automóviles e imaginaban un mundo futurista perfecto. Por supuesto, más adelante descubrimos que este mundo utópico tiene en realidad un lado mucho más oscuro”.

Copyright el artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Columbia Pictures, Sony Pictures Animation, Marvel Entertainment, Pascal Pictures, Sony Pictures Releasing. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.