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Crítica: «Master and Commander: Al otro lado del mundo» (Peter Weir, 2003)

Para el aficionado dotado del mínimo gusto el estreno de una película de Peter Weir siempre supone una buena razón para ir al cine. El director australiano lleva décadas demostrando ser uno de los profesionales más serios e interesados por su profesión. Sus películas tienen temáticas de lo más dispares, pero su cine tiene un elemento irrenunciable: el interés por los personajes, y si nos ponemos trascendentes, por el ser humano. Después de las presentaciones, pasemos a la película.

Un aviso, no se fíen de los tráilers. Cada vez más, estos dichosos avances tienden a presentarnos una sucesión desenfrenada de escenas ruidosas con las que tratan de convencernos de que películas como Solaris son producciones de acción futurista. El trailer de Master and Commander nos hace temblar ante un batiburrillo de imágenes y rótulos épicos que hacen esperar una producción narcisista tipo Jerry Bruckheimer.

Nada más lejos de la verdad. Peter Weir hace uso de un presupuesto holgado, pero no lo convierte en protagonista. Este film es un retrato realista, casi documental (pero bien rodado) del funcionamiento de una fragata militar en la época de Nelson.

Weir no se deja seducir por la espectacularidad o la épica facilona y, sin renunciar a la aventura y cierto romanticismo, convierte al invisible barco enemigo en mcguffin para centrarse en la vida común de los tripulantes de la embarcación.

Así, sin estruendos ni corrección política, se nos muestra a los cadetes del barco, miembros de la tripulación que tenían responsabilidades e incluso entraban en combate a pesar de ser niños quizá no mayores de diez años.

También podemos ver lo complicado que era hundir un barco, el trabajo de los carpinteros o cómo un médico podía operar un cráneo con la simple ayuda de una moneda. Precisamente la relación entre el médico (un excelente Paul Bettany) y el capitán del barco (grandioso Crowe) es el pilar en el que se sustenta la película.

En una analogía obvia pero de resolución impecable, vemos enfrentarse la razón y el humanismo, representados por el médico naturalista (un émulo de Darwin) y la vieja mentalidad militar del capitán Aubrey. Una relación que podría remitir al film de Ford Misión de audaces.

El capitán empeñado en capturar a su presa a cualquier precio tiene, obviamente, ecos de Melville, pero no esperen ver aquí al típico oficial déspota y obsesivo. No nos hallamos ante un maltratador tipo Rebelión a bordo, sino ante un oficial que usa la disciplina para la propia protección de sus subordinados (entre ellos Billy Boyd / Pippin), y que lejos de encerrar en el camarote al discrepante galeno, mantiene con él una verdadera relación de amistad, basada en el respeto mutuo y consumada en unas maravillosas escenas en las que podemos ver a los dos personajes tocando una música de cámara que se convierte en la banda sonora de la película, que huye casi totalmente de grandilocuentes músicas tipo Hans Zimmer, incluso durante los momentos de acción.

En esos momentos, en especial el esperado enfrentamiento final entre las naves, tenemos que lamentar que la cámara en mano se haya convertido en el estándar para rodar batallas, pero como ya estamos acostumbrados, podemos disfrutar con el realismo de estas escenas, en las que, por fin, se demuestra que las balas de cañón NO explotaban como si fueran misiles Scud.

Otro de los atractivos de la película es que la ausencia de mujeres elimina molestas historias amorosas (no busquen rollitos homo entre los protagonistas principales), convirtiendo al género femenino en un sueño por el que vivir, una representación del hogar y/o la belleza, pero sin lloriqueos melancólicos. “Por nuestras esposas y amadas, y por que nunca lleguen a conocerse”, brinda el capitán.

Master and commander se convierte, casi sin avisar, en una de las mejores películas vistas este año, una cita obligada para los amantes de aventuras en las que no se subestima al espectador. Una de esas ocasiones en las que hasta el más antibelicista sufre una especie de síndrome de Estocolmo por el que se entusiasma ante el trabajo de estos guerreros para los que la destreza física y destructiva no era nada sin una astucia digna del mejor jugador de ajedrez. No se la pierdan.

Sinopsis

En la época de las Guerras Napoleónicas, la fragata inglesa Surprise, comandada por el capitán Jack Aubrey (Russell Crowe), recibe la orden de capturar al buque de guerra Acheron, una nave bucanera francesa. Entre las dos embarcaciones se entablará un juego del gato y el ratón desde las costas de Brasil hasta el archipiélago de Galápagos.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).