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Crítica: «Hero» (Zhang Yimou, 2002)

Esta impresionante película de Zhang Yimou está condenada a recibir una serie de críticas basadas en la comparación con una película anterior. La ceguera voluntaria de la crítica más reaccionaria (que es como decir la más necia), se ha empeñado en considerar Hero como un intento de aprovechar el éxito de otro wuxia de autor, la maravillosa Tigre y Dragón de Ang Lee.

Las similitudes con aquella son mínimas, como la participación de la actriz Zhang Ziyi (cuya extrema belleza causa estragos entre los miembros de The Cult) y el tema principal de la banda sonora, compuesto por Tan Dun y prácticamente idéntico al que creara para el film de Ang Lee.

Por lo demás, ambas películas no podían ser más diferentes entre sí. Si Tigre y Dragón usaba una narrativa obviamente occidental para hablar de taoísmo, Hero es una película netamente china, tanto en su contenido como en su continente, que por cierto son una misma cosa. Hemos dicho netamente china, pero no sería del todo justo obviar la influencia japonesa, con ecos claros del relato de varias caras de Rashomon, la épica ensoñadora de Ran o los planos/contraplanos de precisión milimétrica de Ozu.

El film se aleja de la narración convencional para convertirse en una sinfonía en la que reina la poesía visual, abogando por las sensaciones más que por la palabra y haciendo que los personajes se expresen mediante combates imposibles con un enfoque puramente Zen.

Zhang Yimou entiende el verdadero poder del cine, que es el de las imágenes en movimiento, y de paso provoca el berrinche de los “entendidos” que se quedaron anclados en revoluciones del 68 y consideran a la creación de los Lumière como una sucursal de la literatura, una mera ilustración para profundos diálogos.

En un arrebato de amor por su milenario país, Zhang Yimou crea una hipnótica fusión (y no hablo de una simple mezcla) entre imágenes, movimientos, colores, música y caligrafía para elaborar una pieza artística que refleja los cimientos culturales y filosóficos de China.

Con un reparto lleno de estrellas chinas (los que sólo conozcan a Jet Li por sus infames películas americanas se verán sorprendidos), Hero se ha convertido en todo un éxito en Oriente, debido en parte a la gran cantidad de medios que ha aportado el gobierno de la República Popular, a cambio de que el director, oh sorpresa, diera un enfoque o moralina a la historia más que discutible.

Y es que Zhang Yimou, cuyos variados retratos de la realidad de su país le han causado más de un problema con las autoridades en el pasado, sorprende a propios y extraños con un discurso final que defiende a la tiranía como sistema válido para asegurar la paz.

Pese a este desagradable asunto, la película se eleva por encima de propagandas a base de escenas antológicas e imágenes de impacto, como la lluvia de flechas lanzadas por un enorme ejército clavadito a los célebres soldados de terracota o aquel momento en el que el personaje de Jet Li se mueve a tal velocidad que rompe las gotas de lluvia, una ocurrencia visual compartida por una muy reciente producción americana, para sorpresa y elucubración del cinéfilo más atento.

Que no les engañen, esta no es simplemente una película “de saltos y patadas”, o tal vez sí, pero qué demonios. Si pueden soportar el discurso ultranacionalista y un uso algo excesivo de las imágenes ralentizadas, saldrán de Hero dándose cuenta de las posibilidades artísticas que todavía encierra el últimamente vilipendiado séptimo arte.

Sinopsis

El asesino conocido como Sin Nombre (Jet Li) relata al Rey Qin (Daoming Chen), futuro primer emperador de China, cómo derrotó, uno a uno, a los más peligrosos enemigos del reino. Las historias de sus combates contra Cielo (Donnie Yen), Espada Rota (Tony Leung), Nieve Voladora (Maggie Cheung) y Luna (Zhang Ziyi) van revelando una serie de secretos y conspiraciones.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).

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