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Crítica: «Maria by Callas» (Tom Volf, 2017)

En 1997 los Allegri, padre Renzo e hijo Roberto, publicaron un libro cuyo título era Callas by Callas. En él, a través de la documentación oportuna al caso, la cantante contaba su vida y hablaba de su arte.

Veinte años después, a los cuarenta de la imprevista desaparición de la diva, el también periodista además de cineasta, Tom Volf, da un paso más y hace lo propio con Maria by Callas, a partir de esa dicotomía personal propiciada por la misma homenajeada, la de que en ella coexistían, no siempre bien avenidas, dos entidades: la de la mujer y la de la cantante.

Volf enriqueciendo este trabajo cinematográfico sumó dos trabajos paralelos más: uno literario (con libros como Maria by Callas justamente y Callas confidential) y otro con una exposición clausurada ya el pasado diciembre en Boulogne-Billancourt de París, en un marco espectacular, La Seine musicale, sita en una de las islas de ese río parisino.

Renzo Allegri vivió de manera bastante directa la presencia y los éxitos de Callas. Era veronés y adolescente pudo saber del debut de la cantante en su ciudad (1947) y de la década prodigiosa de la que fue protagonista luego la soprano en la vecina Milán entre de 1951 y 1961. No extraña por ello su fascinación por un personaje cuya compleja personalidad quiso reflejar tomando como punto de partida las propias declaraciones de la soprano. Sí es insólita esa pasión en un joven como Volf, apenas entrado ahora en la treintena, quien a la manera de una revelación descubrió la ópera y luego a la Callas, quedando prendido de ambas seguramente de por vida.

La primera vez que se escucha la voz de Callas puede surtir dos efectos antagónicos: rechazo o encantamiento. La segunda consecuencia será incondicional y perenne. Y Volf respondió, como tantos otros u otras, a la segunda impresión, incondicionalmente, como si se respondiera al canto seductor de una sirena. Y en consecuencia, se puso en acción.

Con la pasión y el interés asociados a su edad, buscó donde podría hallar documentos que le ayudaran a reproducir la figura de la idolatrada cantante, tarea ardua y complicada incluso desde el punto de vista económico. El resultado de esa investigación se concretó en aquel triple resultado (filme, muestra, libros), del cual uno de sus capítulos, el cinematográfico, acaba de estrenarse en España, distribuido por Caramel.

Volf no utiliza un método ya empleado en anteriores documentales sobre Callas (entre ellos el muy difundido de Tony Palmer realizado en 1987) y que se puede definir, ya que estamos metidos de lleno en el medio cinematográfico, como el “sistema Ciudadano Kane” de acuerdo a la película de Welles: varios personajes que conocieron a la personaje a reflejar opinan sobre él, en este caso, ella. Entre todos elaborando un perfil más o menos real. Volf, en este sentido, únicamente convoca a Elvira de Hidalgo, profesora en Atenas de la Callas, y Rudolf Bing, director del Metropolitan de Nueva York con quien la cantante entró, justamente, en conflicto.

Ello forma parte del lado “Callas”; la parte de “Maria” la proporciona la misma cantante gracias a las varias entrevistas conservadas y a su correspondencia más íntima.

El pormenorizado trabajo, donde amor por su protagonista, rigor informativo y selectiva información se dan fácilmente la mano, responde muy bien al título: prevalece en el relato la Callas-mujer sobre la Callas-soprano, aunque se escuchen puntuales interpretaciones suyas, en audio o visuales (Norma, Amina, Carmen, Lauretta) elegidas más por su correspondencia con la narración que por su desigual valor canoro. Visionándose además pequeños fragmentos mudos de algunas representaciones recientemente sacadas a la luz (como su única Butterfly escénica en Chicago, noviembre de 1955) a las que se añade el sonido de la correspondiente grabación.

Hay otra presencia sonora bien importante: quien lee, expresivamente, las misivas de la soprano es la actriz Fanny Ardant. Después de ser la Guermantes en Un amor de Swan de Volker Schlöndorf, no existía nadie mejor que ella para protagonizar en París la versión francesa de la obra teatral Master Class, de Terrence McNally (que dirigió Roman Polansky), antes de personificar a la cantante en Callas forever, un bonito y cariñoso filme de Franco Zeffirelli. Aún más se puede ahondar en esto: en la entrevista que viene a ser como lazo de unión de toda la película, una bellísima Callas con el pelo recogido y un elegante jersey negro, recuerda extremadamente a la Ardant.

Por la parte artística, vemos desfilar por el material seleccionado por el director a personajes asociados a la carrera callasiana, directores musicales como SerafinGiuliniRescignoPrêtreVotto, etc. o de escena como Visconti y Zeffirelli y compañeros de profesión cual di StefanoKraus o Corelli. En la parte privada, aparece con singular importancia, y hay suficientes motivos para ello, Onassis. El multimillonario, en palabras de la cantante, sale bastante bien parado. Sin cargar las tintas, respetuosa y distante, no tanto ocurre con el marido, Battista Meneghini.

Volf acude a documentos visuales ya conocidos, pero a veces exhibidos con mayor amplitud de la conocida hasta ahora. Sobre todo, suma un buen material inédito de filmaciones públicas y, especialmente, privadas. Una de estas, al final del filme, con la Callas en Palm Beach, en la piscina de la casa de su padrino Leonidas Lanzunis, refleja de manera emotiva y real cómo era la Callas mujer, sin sofisticación ni maquillajes. Ahí se vislumbra la mujer que hubiera preferido formar una familia que haberse situado en lo más alto de la fama y en un altar que, en su época, era casi exclusivo de las estrellas de cine.

Muchas partes del documental se han (muy bien, fielmente) coloreado, permitiendo que la imagen de la diva adquiera un nuevo y atractivo perfil. Volf dedicó su trabajo, generosa pero fundadamente, al ama de llaves de la soprano, Bruna (Lupoli) y a su mayordomo y chófer Ferruccio (Mezzadri), quienes fueron, idolatrando a la Callas, un sostén infalible para Maria durante más de dos décadas.

El filme puede gustar y hasta entusiasmar a quien es fan de la diva y al mismo tiempo llegar a un público que quizás sólo la conozca por su nombre. Si el lector acepta de este comentarista una reflexión personal, éste ha de afirmar que, tras más de cincuenta años conviviendo a diario con la voz de la cantante, ha disfrutado sobremanera del filme (sus casi dos horas de duración se le pasaron en un santiamén), incluso por momentos sintiéndose sin rubor emocionado.

Volf, sin duda, ha conseguido su meta. Pero la consecuencia más amplia que del hecho fílmico puede inferirse es la perenne presencia de una artista capaz de potenciar de tan eficaz manera a quien por edad y formación se sitúa tan alejado de ella. Este es otro de los milagros conseguidos por una personalidad tan excepcional como fue Maria Callas.

Sinopsis

La película comienza en 1974 con entrevistas inéditas realizadas tres años antes de su muerte. Maria Callas habla sobre la manera en que revolucionó la ópera, pero también cuenta sus remordimientos por no haber tenido una familia. Callas, que se convirtió en La Diva, obliga a la joven Maria a renunciar a sus deseos de una vida normal.

Incluso su infancia es extraordinaria. «Vine a este mundo en Nueva York, bajo el signo de Sagitario, la mañana del 2 o 4 de diciembre…» como Maria Callas nos cuenta en sus memorias inacabadas. Después, Callas recuerda a la pequeña Maria, una niña no querida a la que su madre obligaba a cantar. Esta mujer cumple sus propias ambiciones artísticas fracasadas viviéndolas a través del talento en ciernes de su hija. Aunque su origen es griego, Maria pasa sus primeros años en Nueva York, con padres separados. En 1937, su madre se lleva a sus dos hijas a vivir a Grecia. Maria vive una vida humilde mientras aprende a desarrollar su dramática voz de soprano en el Conservatorio de Atenas, en la clase de Elvira de Hidalgo: un encuentro decisivo para su carrera. Canta diferentes papeles en la ópera para ayudar a su familia.

Después de la Liberación, Maria se distancia de su madre y se traslada a Nueva York: sueña con una carrera en el Metropolitan Opera House. Fracasa. Encuentra su primer trabajo de verdad en Italia. Al llegar allí, en 1947, conoce a un empresario 28 años mayor que ella, que se convierte en su marido en 1949. Otro encuentro clave se produce cuando conoce al director de orquesta Tullio Serafin, que le ofrece sus primeros papeles de verdad. A partir de ese momento, nada puede detener su ascenso a la cima.

A esto le sigue su propia narración de su creciente éxito en Italia, en América del Sur, y más tarde en Estados Unidos y en Francia. En 1953 y 1954, se transforma físicamente: pasa de ser una mujer corpulenta a tener una silueta estilizada, lo que atrae a diseñadores de moda como YSL.

La prensa empieza a hablar de su vida privada tanto como de sus actuaciones. Maria se entrega por completo a su arte y se convierte en La Callas. Incomparable, apasionada y majestuosa, acapara titulares por sus «rabietas»: cancelaciones, exigencias escandalosas, cambios de humor, ataques de ira… Ella misma nos ofrecerá su visión personal de esa época, que oscila entre el sufrimiento físico, las acusaciones injustas y los requerimientos excesivos con respecto a las salas donde actuaba y al público. Y es que Callas está sujeta a todas las presiones que se derivan de su estatus de icono: «Cuando Maria se convierte más en Callas, más asustada está… Medea nunca tuvo miedo, pero Maria sí lo tuvo…»

Hasta el punto que, en 1959, comienza a alejarse de los escenarios, a pesar de que Maria se está enamorando de un empresario multimillonario, y don Juan: Aristóteles Onassis. Una espiral descendente que arrastrará a la artista a un declive lento, y a la mujer a una pasión destructiva. Después de un breve paso por el cine y una última gira, donde su voz no es más que una sombra de lo que fue, la historia de Callas termina en 1976, en un vacío Teatro de los Campos Elíseos, durante su último intento de reaparición que nunca se hará realidad. Maria Callas se convierte en una persona aislada y sola. Muere a los 53 años en su piso de París.

Su correspondencia inédita, que abarca la transformación de la joven María en La Callas de sus últimos años, sirve como hilo conductor de la historia, junto con entrevistas raras, algunas de las cuales estaban olvidadas, y pasajes de sus memorias inéditas. Las palabras de Callas ofrecen un relato de su vida visto desde el interior, echando un vistazo entre bambalinas a su ascenso y a los secretos de su trágico destino.

«Hay dos personas dentro de mí. Me gustaría ser María pero también está la Callas con la que tengo que vivir, así que me enfrento a las dos de la mejor manera que sé», declaró María Callas.

A lo largo de tres años, el director Tom Volf viajó a los cuatro rincones del mundo en busca de archivos excepcionales, la mayoría de los cuales no se habían publicado nunca: películas privadas en Super 8, 16 mm, fotos inéditas, grabaciones pirateadas de las actuaciones por sus admiradores, cartas íntimas o entrevistas perdidas.

Para renovar la imagen de Maria Callas y asegurar que este documental despierte el interés de todas las generaciones, en especial de los jóvenes, la película será casi completamente en color. Además de los archivos inéditos, los archivos más icónicos, a menudo en blanco y negro, se colorearán y restaurarán por primera vez en HD.

Teniendo en cuenta el ambicioso alcance de cualquier película que cuente como protagonista con una estrella internacional de esta magnitud, Tom Volf ha basado algunas de sus decisiones repasando documentales como AMY, que se estrenó en los cines en 2015 (y cuya premiere tuvo lugar en el Festival de Cine de Cannes), así como Ingrid Bergman in Her Own Words, que también se estrenó en 2015. La incesante popularidad de Maria Callas sigue siendo algo raro para una figura del mundo de la música clásica, lo que la convierte, a los ojos del público en general, en el equivalente de una estrella del pop o una gran actriz.

¿Quién fue Maria Callas, en realidad? Conocemos la Voz del Siglo, la Diva de portadas y escándalos de revistas, la figura pública de la jet-set… Su extraordinaria vida se lee como una novela o una ópera trágica. Pero la película de Tom Volf revelará un lado completamente diferente: mostrará el conflicto entre dos personalidades, una que aspiraba a la fama planetaria, y otra que soñaba con una vida sencilla: Maria y Callas. Más allá de este conflicto, donde una de las partes acaba capitulando ante la otra, la película de Tom Volf intenta reconciliar a Maria con Callas.

Copyright del artículo © Fernando Fraga. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y notas de prensa © Elephant Doc, Petit Dragon, Unbeldi Productions, France 3 Cinéma, Ciné+, France Télévisions, Centre National de la Cinématographie (CNC). Cortesía de Caramel Films. Reservados todos los derechos.

Fernando Fraga

Es uno de los estudiosos de la ópera más destacados de nuestro país. Desde 1980 se dedica al mundo de la música como crítico y conferenciante.
Tres años después comenzó a colaborar en Radio Clásica de Radio Nacional de España. Sus críticas y artículos aparecen habitualmente en la revista "Scherzo".
Asimismo, es colaborador de otras publicaciones culturales, como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Crítica de Arte", "Ópera Actual", "Ritmo" y "Revista de Occidente". Junto a Blas Matamoro, ha escrito los libros "Vivir la ópera" (1994), "La ópera" (1995), "Morir para la ópera" (1996) y "Plácido Domingo: historia de una voz" (1996). Es autor de las monografías "Rossini" (1998), "Verdi" (2000), "Simplemente divas" (2014) y "Maria Callas. El adiós a la diva" (2017). En colaboración con Enrique Pérez Adrián escribió "Los mejores discos de ópera" (2001) y "Verdi y Wagner. Sus mejores grabaciones en DVD y CD" (2013).