Los lectores habituales habrán comprobado ya que en Cualia nos gustan los dinosaurios. Hemos hablado sobre ellos desde los más diversos puntos de vista: científico, cultural e incluso frívolo. En todos esos ámbitos, Parque Jurásico siempre ha tenido una presencia especial.
Les podría cansar con una larga perorata sobre mi intensa relación con Parque Jurásico, así que me limitaré a un breve resumen: en plena adolescencia, y gracias a una entusiasta recomendación de la legendaria revista Fantastic Magazine, leí la primera edición de la novela, que se convirtió en el acto en uno de mis libros favoritos, y lo sigue siendo. Teniendo en cuenta que Spielberg era (y es) mi director de cine (vivo) más admirado, imaginen las expectativas que tenía sobre la película.
Parque Jurásico tenía muchas cosas que me entusiasmaron (banda sonora, reparto, escenas sublimes como el ataque nocturno del rex…), pero se me quedó corta. Pocos dinosaurios, demasiado diálogo de relleno… cosas que eran de esperar en un film con los recursos tecnológicos limitados de la época.
Las secuelas también fueron divertidas, en especial la segunda, con un guión más bien malo (aunque mejor que la secuela de la novela), pero repleto de escenas espectaculares y emocionantes, además de diálogos realmente divertidos, con un montón frases lapidarias del carismático Ian Malcolm (Jeff Goldblum).
El homenaje desvergonzado y festivo al clásico ¡Hatari! (Howard Hawks, 1962) que llevaron a cabo tanto Spielberg como John Williams es antológico, al igual que una secuencia en un acantilado propia del mismísimo Alfred Hitchcock.
Aunque parezca mentira, han pasado ya casi quince años de la discreta tercera parte, dirigida por el artesano Joe Johnston, y ahora llega la siguiente entrega de la saga, o quizá la primera de una nueva serie.
Con el paso del tiempo, las cosas han cambiado. En primer lugar, los efectos digitales ya no impresionan a nadie. Cuando se estrenó Parque Jurásico, los dinosaurios infográficos nos parecieron mágicos. Hoy en día, raro es pasar un minuto de la vida sin ver una animación digital. En la última década, salvo algunas excepciones (Avatar, Gravity), los efectos especiales ya no han causado ninguna reacción eufórica. Resulta curioso darse cuenta de que, en este 2015, la imagen que más ha entusiasmado al público haya sido la del guitarrista de Mad Max: Fury Road, una imagen rodada en vivo.
Los responsables de Jurassic World son conscientes de todo esto, y juegan con ello en el propio argumento. Pese a todo, al final se llevó a cabo (más o menos) el sueño de Hammond, y el parque zoológico de dinosaurios hace años que es una realidad. Pero el público ya se ha acostumbrado a estos animales, e incluso el protagonista adolescente prefiere estar mirando su teléfono móvil en lugar de admirar a las bestias antediluvianas.
Poco queda ya de la novela original en esta secuela, salvo algunas referencias (incluyendo la aparición del genetista Henry Wu, la presencia del libro de Ian Malcolm o una visita al escenario de la primera película), y resulta curioso que el argumento se parezca más a la película Almas de metal (Westworld, 1973), escrita y dirigida por Michael Crichton.
Los intentos de verosimilitud científica se abandonan a favor del cine de acción y catástrofes, con personajes y situaciones que van, poco a poco, siendo más propias del mundo del cómic o de las películas japonesas de monstruos. Era de esperar, y el film ofrece lo que promete con efectividad: entretenimiento ligero y bien elaborado.
Los personajes son poco más que estereotipos, en su mayoría heredados de las anteriores películas: la pareja de niños (los jóvenes pero ya experimentados Ty Simpkins y Nick Robinson), el pérfido representante de InGen (Vincent D’Onofrio), el héroe con poco apego por la tecnología (Chris Pratt) y el personaje anti-niños que tiene que cuidar de unos chavales (en esta ocasión, una divertida y sexy Bryce Dallas Howard, lo más espectacular de la película).
A pesar de tener un desarrollo de sota, caballo y rey, el film desemboca en una situación agradablemente estrambótica, en la que los dinosaurios toman el control del argumento y establecen alianzas y parlamentos de manera muy parecida a aquellas colaboraciones entre Godzilla, Rodan y Mothra para combatir a King Ghidora en las viejas películas de la Toho.
El director Colin Trevorow, como hizo en su momento Joe Johnston, se limita a aplicar con corrección el estilo visual que estableció Spielberg en la primera película con corrección. No hay experimentación alguna, y en realidad no hace demasiada falta en un producto como este, que ofrece algo muy concreto sin alardes o riesgos.
Al final, no queda mucho para el recuerdo, salvo un rato entretenido y algún momento interesante como la triste agonía de un saurópodo atacado por el sanguinario mutante protagonista o la imagen imposible de Bryce Dallas Howard posando como una pin-up de Frazetta mientras un T-Rex hace de las suyas.
Hay que entender que, nos gustara más o menos Parque Jurásico, aquella película es prácticamente el equivalente a La guerra de las galaxias para gran parte de la generación de los millennials. Los responsables de esta nueva entrega lo saben, lo aceptan y lo convierten en el motor que mueve el argumento. La moraleja final es: rechace imitaciones, nada supera a los velocirraptores y a los tiranosaurios de toda la vida.
Sinopsis
Fiel sucesora del exitoso clásico ganador de tres Oscar® dirigido por Steven Spielberg, Jurassic World transcurre exactamente 22 años después de los acontecimientos acaecidos en Isla Nublar. Jurassic World es el primer parque temático del mundo que combina realmente las maravillas de la ciencia y de la historia con la comodidad y el lujo al que están acostumbrados los viajeros internacionales. Todo empezó con una brillante idea que tuvo el escritor Michael Crichton.
Parque Jurásico, la película original, se estrenó en 1993 y conectó inmediatamente con espectadores de todas las edades en el mundo entero, convirtiéndose desde entonces en parte de la memoria cultural colectiva. Basado en la novela de Michael Crichton, una mezcla de ciencia-ficción e imaginación sin límites, el largometraje planteaba la pregunta siguiente: «¿Y si fuese posible?»
Steven Spielberg explica que ni él ni los otros productores tuvieron la intención de revolucionar el mundo del cine. Solo quería estar a la altura del increíble relato de Michael Crichton: «No depende de mí decidir qué es un punto de referencia y qué no lo es. Son los demás quienes deben decidir si una historia tiene éxito o no, pero soy consciente de que, desde un punto de vista tecnológico, fue un punto de referencia para toda la industria. Eran personajes creados digitalmente por ordenador que parecían totalmente reales con cualquier iluminación o condición atmosférica. Nuestro T. Rex digital incluso se paseaba bajo la lluvia».
Después de las siguientes dos entregas, El mundo perdido/Jurassic Park (1997) y Parque Jurásico III (2001), el productor reconoce que tenía muchos otros proyectos en mente. Por suerte para los seguidores de las entregas, las ideas para el mundo jurásico solo hibernaron, no desaparecieron. «Me cruzaba con muchas personas a las que no conocía de nada que me preguntaban: ‘¿Para cuándo el siguiente Parque Jurásico?'», dice Steven Spielberg. «Me di cuenta de la cantidad de veces que me habían hecho la pregunta y empecé a considerar la posibilidad de una nueva entrega».
Los seguidores habían ganado la batalla y el productor empezó a hablar con respetados guionistas para ver cómo podía resucitar un parque temático cuyo concepto había nacido hacía veinte años. «Puede decirse que Jurassic World es el equivalente a ver Parque Jurásico convertido en realidad», explica. «Queríamos que el sueño se cumpliera y que existiera un parque temático totalmente especializado en el milagro de crear dinosaurios a partir del ADN. Es la realización del sueño de Michael Crichton transferido al sueño de John Hammond. Esperamos que sea el sueño que el público siempre ha querido ver».
El productor Frank Marshall, con más de 70 títulos en su haber, algunos de ellos tan famosos como Indiana Jones y el templo maldito, la trilogía Regreso al futuro, El color púrpura o El curioso caso de Benjamin Button, que ha colaborado en numerosas ocasiones con Steven Spielberg, se unió al proyecto. El productor se entusiasmó con la posibilidad de volver a franquear las puertas de la legendaria Isla Nublar: «Parque Jurásico es una película emblemática, el público sigue queriendo ver dinosaurios y me gustó la idea de hacer otra. Nos ha llevado tiempo materializarla. Un parque temático en funcionamiento – se le ocurrió a Steven – fue el ancla y la clave de la historia. Ha valido la pena esperar».
El veterano productor Patrick Crowley, el socio de Frank Marshall desde la primera entrega de la exitosa serie Bourne, también decidió participar. Está de acuerdo en que hay un gran número de personas más que dispuestas a revisitar Parque Jurásico y que echan en falta el clásico estilo de cine de Amblin. «No creo que el público hubiese tenido la oportunidad de apreciar lo que significaron la primera película y las dos secuelas si se hubiera producido otra en 2005, por ejemplo», comenta el productor. «Entre tanto, ha aparecido una nueva generación de espectadores fascinada por las películas de los noventa. También ha emergido un nutrido grupo de cineastas a los que les intriga y apasiona este tipo de cine».
Un sinfín de realizadores estaban más que dispuestos a ponerse a la cabeza de la nueva entrega de una de las franquicias de más éxito comercial de la historia del cine, pero los tres productores se centraron en buscar un talento creativo que hiciera honor al espíritu y legado de la franquicia al mismo tiempo que le diese un nuevo impulso.
Y encontraron al joven director Colin Trevorrow. Pionero de los cortometrajes estrenados on line, dirigió su primer largometraje en 2012, Seguridad no garantizada, que ganó numerosos premios, entre los que destacaremos el del Gran Jurado en el Festival de Sundance y un Espíritu Independiente. Su trabajo llamó la atención de Steven Spielberg y Frank Marshall. Ambos estaban de acuerdo en que su enfoque basado en personajes muy desarrollados y temas totalmente especulativos era perfecto para recoger la antorcha.
Los productores y el director encontraron a Chris Pratt, un actor cómico convertido a estrella de acción, cuya última película ha sido Guardianes de la galaxia, donde da vida al rebelde Owen. «Nada nos garantizaba que Chris Pratt podría hacer el papel porque estaba trabajando en una exitosa serie cómica de televisión», explica Steven Spielberg antes de añadir, con cierta ironía: «Estaba seguro de que daría la talla y Colin creía profundamente en él, pero seguía siendo un poco arriesgado. Entonces se estrenó Guardianes de la galaxia y los dos nos felicitamos mutuamente por ser tan listos». Al productor le impresionó la prueba que realizó Chris Pratt: «Es un actor maravilloso, con mucha presencia en la pantalla. Tiene un enorme sentido del humor y sabe jugar en equipo. Le auguro una brillante carrera».
Chris Pratt es otro gran seguidor de Parque Jurásico y, al igual que el realizador, recuerda perfectamente el día que vio la película por primera vez en el cine de su pueblo en 1993. «Tenía 14 años y era fácil impresionarme. Me dejó atónito», dice. «Era una mezcla de ciencia e imaginación con un tremendo suspense, unas imágenes alucinantes y una gran historia. Un poco como si se hubiera reinventado el cine. Entonces descubrí que había películas geniales. Me convertí en un maníaco-jurásico y vi la película dos veces más ese mismo fin de semana antes de pasar los seis meses siguientes escapando de las garras de dinosaurios».
Con el fin de dar legitimidad científica al nuevo dinosaurio (el Indominus Rex), y a las otras especies que salen en la película, los productores volvieron a pedir la ayuda del respetado paleontólogo Jack Horner, profesor de la Universidad Estatal de Montana y conservador de paleontología en The Museum of the Rockies. Michael Crichton, cuando escribió Parque Jurásico, se basó en un libro de Jack Horner, Digging Dinosaurs (Excavando dinosaurios). Los trabajos actuales del paleontólogo se centran en innovadores métodos de ingeniería genética en los que se mezcla el ADN de pollos con material genético de dinosaurios.
No es la primera vez que Jack Horner asesora a la franquicia de Parque Jurásico. El paleontólogo entiende la importancia de que la película sea científicamente creíble sin por eso sacrificar la emoción que produce la fantasía. «Siempre me sorprende que todos se preocupen sobre todo por el tamaño de los dinosaurios, pero eso no tiene nada que ver con la autenticidad», explica el paleontólogo. «Nuestra idea del tamaño de los dinosaurios es errónea debido a los esqueletos y huesos que se han encontrado, que no son muchos. Los dinosaurios seguían creciendo durante gran parte de su vida. Por lo tanto, siempre habrá un T. Rex más grande».
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