Annabelle vuelve. ¿Pero a qué casa? ¿A la granja de la precuela (Annabelle: Creation) de la precuela (Annabelle) de Expediente Warren? No, la casa del título es el mismísimo hogar del matrimonio Warren, alrededor de cual gira este pequeño “universo cinematográfico”.
Una vez más, los excelentes y atractivos Vera Farmiga y Patrick Wilson dan vida a Lorraine y Ed Warren, que en la vida real fueron unos estafadores, como todos los médiums y videntes. Si en algún momento alguien pudo creer que la pareja de las películas reflejaba fielmente la vida y obra del matrimonio Warren, a estas alturas ya queda claro que los films de la franquicia ofrecen puro entretenimiento fantástico, y terror casi familiar, que equivale a un viaje en el tren de la bruja de la feria, pero en formato cine (Tengamos en cuenta que los niños de ahora no se asustan tanto como los de antes con estas cosas).
Annabelle, el monstruo más reconocible del bestiario Warren, es una muñeca que en realidad no se mueve ni hace nada por su cuenta. No tiene vida propia como Chucky, sino que funciona como foco de atracción de todo tipo de espíritus, no sólo los humanos. En los anteriores films hemos visto cómo atraía a un demonio cornudo no especialmente terrorífico (recordaba a un enemigo de segunda fila de Buffy, cazavampiros). En esta ocasión, la muñeca, a causa de la torpe e inevitable acción de una adolescente irresponsable, “despertará” a multitud de entidades relacionadas con los objetos malditos que los Warren guardan a un (supuesto) buen recaudo en su sótano.
En todas las telecomedias familiares hay un episodio en el que, en ausencia temporal de los padres, los chavales montan algún lío del que parece que no van a salir a tiempo, con cómicos resultados. Annabelle vuelve a casa funciona como la versión terrorífica de esa fórmula, haciéndose eco del magnífico film La puerta (Tibor Takács, 1987) o de The Babysitter (McG, 2017), aunque la historia que nos cuenta no es ni tan apocalíptica ni tan sangrienta.
El matrimonio Warren sólo aparece al principio (en una secuencia deliciosa, que parece salida de las páginas de un Creepy, con cementerio brumoso incluido) y al final de la película, dejando el protagonismo a su hija Judy (Mckenna Grace), la joven niñera (Madison Iseman) y la amiga de esta última (Daniela Ríos), que desempeña el papel clásico del personaje que desobedece una prohibición y es castigado por ello. Quizá la historia más vieja de la humanidad.
Al trío femenino se añade un joven zangolotino que ronda a la niñera, y que acabará siendo acosado por un sabueso fantasma (!).
Annabelle vuelve a casa responde a las expectativas que los fans de la franquicia tienen respecto a estas películas. Es un film bien hecho, con sus momentos de suspense (más que otras películas marca Warren), muchos sustos y monstruos que parecen salidos de una sesión de cuentos macabros alrededor de una fogata en un campamento de verano.
Lo atropellado del tramo final de la película le resta intensidad a la atmósfera creada durante todo el planteamiento y parte del nudo, dejando que todo el embrollo paranormal quede en poco más que una mera anécdota. Al fin y al cabo, lo que aquí tenemos es una película de terror adolescente que elude el slasher sangriento y no pretender perturbar más de lo necesario. Ahí radica la clave del éxito de esta franquicia, y es una fórmula más que respetable.
Sinopsis
Los demonólogos Ed y Lorraine Warren quieren evitar a toda costa que Annabelle cause más estragos, así que encierran bajo llave a la muñeca poseída en la sala de artefactos que tienen en su casa. La ponen «a salvo» en una vitrina sagrada bendecida por un sacerdote. Pero un año después, una noche de horror nada santa aguarda a la hija de diez años de los Warren, Judy, y a sus amigas después de que una visita a la habitación despierte a Annabelle… y a todos los espíritus malignos que residen allí.
El guión es obra de Gary Dauberman, el guionista de la franquicia Expediente Warren, que debuta como director con Annabelle vuelve a casa. «Era una progresión natural y el momento adecuado para dar este salto, y James y Peter fueron de gran ayuda», afirma el director refiriéndose a los productores James Wan y Peter Safran. Wan y Dauberman han escrito la historia, y este último afirma que supieron de inmediato que querían que se desarrollase en la casa de los Warren. De esa forma daban continuidad al ambiente glam de los 70, pero estudiando con mucho más detenimiento la casa de los Warren.
«Estamos a principios de los años 70, poco después del caso Perron que contamos en Expediente Warren: The Conjuring. Los Warren empiezan a sentirse presionados, ya que la gente se pregunta cómo se ganan la vida. Esa presión está afectando a Judy mucho más de lo que dice aunque Ed y Lorraine no lo saben».
Judy Warren es su hija de diez años. Y aunque ésta, al igual que todas las películas de Annabelle, es sobre todo ficticia y solo aborda brevemente el evento que se recoge en los verdaderos casos Warren, a Dauberman le pareció interesante experimentar el mundo paranormal que habitan sus padres desde el punto de vista de Judy. «¿Cómo sería ser su hija y verlos llegar a casa después del trabajo, donde lidian todos los días con esos terribles acontecimientos sobrenaturales?», comenta el director. «¿O tener en una sala de artefactos que son recuerdos de todas sus aterradoras investigaciones?»
Que los niños tengan curiosidad suele ser bueno, pero Judy se ha mantenido alejada de esa parte de la casa. Se toma en serio las advertencias de sus padres de no aventurarse más allá de la puerta cerrada. Puede que Annabelle sea la incorporación más reciente de la misteriosa colección, pero lo cierto es que el espacio alberga cientos de artículos. Y cada uno de ellos es lo bastante peligroso como para tenerlo bajo llave y recibir las bendiciones sagradas de un sacerdote.
«Cinematográficamente, siempre nos gustó la idea de utilizar la sala de artefactos como base de operaciones de una película», dice Safran, que ha producido las seis películas del universo Conjuring. «Ya habíamos dejado ver las posibilidades que ofrecía esa sala, pero en ‘Annabelle vuelve a casa’, podemos aprovecharla al máximo. La historia que Gary y James concibieron se basa en la idea de que es imposible poner límites a Annabelle, que en realidad es un reclamo para otros espíritus malignos».
Wan, creador de la franquicia Conjuring, que también produce esta cinta, afirma: «Creo que mi obsesión por las muñecas espeluznantes me llevó a los Warren. La historia de la verdadera Annabelle me llevó a indagar más sobre quiénes eran y a conocer mejor a esta muñeca que era la pieza central de su colección».
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