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«Saw» (2004): Una historia oral

Si piensan que esta película supuso un giro en el terror cinematográfico, tengan por seguro que aciertan. Honrando la tradición del gore, Saw combinaba con gracia y habilidad tres elementos clave: la casquería tradicional, integrada en juegos perversos, el misterio y el afán de supervivencia.

Y si bien es cierto, que no se trata de una obra maestra, fue una cinta lo bastante ingeniosa y atractiva como para impulsar dos fenómenos. Por un lado, dio lugar a una inagotable serie de secuelas, derivados e imitaciones que explotaban, con desigual fortuna, el mismo territorio temático: el llamado torture porn. Y por otro, promovió la carrera del dúo WanWhannell, fundamental para entender el auge de una productora, Blumhouse Productions, fundada en 2000 por Jason Blum y especializada en sagas de terror de presupuesto medio, como Paranormal Activity, Insidious o La purga.

Imagino que recordarán el argumento de la primera entrega de Saw. El fotógrafo Adam Stanheight (Leigh Whannell) despierta en el interior de un baño en ruinas, acaso en un edificio vacío. Su tobillo está encadenado a una tubería. En el mismo lugar, igual de confuso, se encuentra el oncólogo Lawrence Gordon (Cary Elwes). Junto a ellos, vemos un cadáver ‒¿el de un suicida?‒ con un revólver y una grabadora. Lo que escuchan en ese aparato es aterrador. Gordon ha de matar a Adam en el plazo de ocho horas si no quiere que su esposa y su hija sean asesinadas.

A partir de ahí, descubrimos que todo forma parte de un plan meticulosamente preparado por Jigsaw (Tobin Bell), un asesino que organiza trampas mortales en las que la víctima ha de probar ‒¡y de qué manera!‒ su voluntad de sobrevivir.

Esa elección entre una muerte espantosa y una ordalía insoportable es el eje alrededor del que giran las principales secuencias de Saw, un largometraje que está muy por encima de lo que aparenta. Sobre todo porque, como ya dije, supuso el debut de un director que llegaría bastante lejos, James Wan, y un guionista y realizador lleno de recursos, Leigh Whannell.

No debe sorprendernos que ambos tengan en tanta consideración este proyecto y todo lo que supuso para ambos. Incluso cuando sale a relucir la etiqueta de torture porn. «La gente que ha visto el Saw original no suele utilizar ese término», señala Wan. «Tal vez lo usarían para describir las secuelas y las imitaciones. Me propusieron hacer la secuela, pero sentí que ya había contado la historia que quería contar y no quería repetirme».

Leigh Whannell (actor y guionista): En Australia, James y yo fuimos a una academia de cine muy de arte y ensayo, donde se veía esmalte de uñas negro y boinas por todas partes, y la gente hacía películas acerca de la arena. Luego salía James y enseñaba sus cortos, que iban de zombis. Yo estaba convencido de que haría cosas geniales.

Tuve algunos problemas de salud antes de ponerme a escribir la primera entrega de Saw, y aunque al final no eran como para alarmarse, actuaron como un revulsivo para mí e hicieron que me planteara cómo llevaba mi vida. Fue algo que me cambió de verdad. Se me ocurrió que éste sería un tema interesante en el que cimentar un thriller

[Después de escribir el guión de Saw, Whannell coescribió  y produjo Saw II. También coescribió con Wan Silencio desde el mal (Dead Silence, 2007). Juntos elaboraron la trama de Saw III (2006). Asimismo, Whannell escribió el guión de Insidious (2011), dirigida por Wan. Todo apuntaba a que volverían a colaborar en la primera secuela de Insidious (2013). Mas adelante, el actor y guionista dirigió la tercera entrega de Insidious (2015) y El hombre invisible (2020)].

James Wan (director y coguionista): Yo diría que Saw es una película que te permite ponerte en el sitio de los personajes. Te va preguntando constantemente: “¿Qué harías si te encontraras en su lugar? ¿Llegarías a extremos impensables para sobrevivir?”

Leigh Whannell: El “factor desconocido” es la clave. No saber dónde estás ni lo que está pasando, no tener el control en definitiva, es aterrador. Saw sigue el punto de vista de las víctimas, no el de la policía, como solemos ver en los thrillers de investigación. A medida que avanza la trama, el espectador va juntando las pistas en tiempo real a la vez que los personajes. Por eso es fácil identificarse con ellos.

Gregg Hoffman (productor): El ingenio del asesino Jigsaw es lo que distinguió realmente a esta película. Los juegos a los que obliga a participar a sus víctimas son horrendos y perversos, pero sobre todo son tremendamente originales. Los espectadores nunca habían visto nada igual.

Leigh Whannell: ¡No me imagino a Jigsaw obligando a sus víctimas a jugar toda la noche a “Enredo”! Los juegos que prepara tenían que ser muy bestias. Así que, al escribir el guión, terminé imaginándome todas estas situaciones truculentas, como si yo mismo fuera un maníaco.

Danny Glover (actor): Incluso el antagonista, que es el personaje al que más odias de la película, es alguien que tiene algo que decir desde el punto de vista filosófico sobre la forma en la que respetamos la vida.

Cary Elwes (actor): Jigsaw hace que sus víctimas se den cuenta de lo valiosa que es la vida al amenazarles con quitársela. Les dice: «No deis la vida por sentada, y no esperéis hasta que sea demasiado tarde».

James Wan: Las intenciones de Jigsaw son buenas, pero sus métodos no [Risas]. Para mí, el género de terror es un ámbito que te permite experimentar más allá de los límites de lo establecido. Siempre me planteé este proyecto como una historia de intriga, una película rompecabezas. Recurrí al estilo de una película de terror para contar un thriller.

Greg Hoffman: Si vas a ver una película de género, siempre me ha parecido que tienes que darle la vuelta, removerlo, sorprender a la gente. Superarlo de alguna forma. Saw sería una película clásica de Hitchcock después de que Hitchcock hubiera visto más vídeos de la cuenta de Nine Inch Nails.

James Wan: Quería tomar a personas reales y meterlas en un universo anómalo y lyncheano, impregnado de la morbosidad grotesca de Dario Argento. Desde el principio, quise que Saw fuera una película despiadada y con una feroz intensidad, que no diera tregua a ningún personaje en ninguna situación.

James Wan: El guión de Saw se estructuró de tal forma que todos los hilos de la trama terminaran juntándose al final. Como las piezas de un rompecabezas que acaban creando una imagen completa.

[Una vez acabado el guión, Wan y Whannell debían volar desde Australia hasta Los Ángeles para presentar el proyecto. Fue entonces cuando decidieron rodar un corto protagonizado por Whannell, mostrando un ejemplo de lo que sería la película. Enviaron a los productores ese corto en un DVD junto con el guión].

Greg Hoffman: Empecé a verlo. Al cabo de dos o tres minutos, la mandíbula me colgaba hasta el suelo. Volví corriendo a mi despacho con el DVD y el guión y se lo mostré a mis colaboradores.

Cary Elwes: Aquel DVD era alucinante. Me leí el guión de una sentada, y es algo que nunca hago. Pensé: “Bueno, esto lo tengo que hacer. Como sea”. Era una historia de suspense magnífica, un thriller con una tensión increíble.

Monica Potter (actriz): Después de ver el DVD, tuve que verlo otra vez. Hizo que me sintiera turbada, y era porque quería hacerlo. Quería estar en esta película y no sabía decir por qué. Me quedé un poco preocupada.

Cary Elwes: James y Leigh supieron conectar con alguna parte de la psique. Mientras andaba por los estudios los dos primeros días, todos me iban diciendo: “¿A que el guión es una pasada?” Nunca oyes al equipo de rodaje diciendo esto. Nunca.

Danny Glover (actor): Me quedé realmente impresionado con la visión de Wan. James me vio en un reportaje publicitario en Australia. No me dijo “le vi en otra película” [Risas]. Me vio en un reportaje publicitario.

Cary Elwes: El Dr. Gordon y Adam son dos personajes que se encuentran atados en una habitación en circunstancias muy extrañas. Entre ellos surge todo tipo de emociones, pero al final encuentran realmente un territorio común, aunque terminen siendo antagonistas. Salieron cosas estupendas en los ensayos. Tuvimos mucha suerte.

Leigh Whannell: Para mí, lo más difícil era dar la talla frente a un gran actor como Cary. Por suerte, resultó ser un tío tan genial y atento que se me pasaron los nervios bastante rápido.

Por otro lado, cuando has tenido algo en la cabeza durante tanto tiempo, poder tocarlo es realmente flipante. Como el lavabo, el escenario principal. Estuvo en mi cabeza durante dos años, y de pronto podía entrar en él, tocar las paredes. Era algo increíble.

James Wan: Siempre creí que mi primera película la haría con un par de colegas sin salir de casa, un grupo de amigos reunidos en torno a una mesa. Pero esto fue alucinante. Sobre todo, me encantó trabajar con este reparto y este equipo. Todos me apoyaron mucho. Tuve muchísima suerte.

Leigh Whannell: Mi intención fue que el final de Saw hiciera que la gente saliese de la sala pensando en toda la película, como ocurría por ejemplo con Sospechosos habituales y El sexto sentido. Con estas películas, volvías a repasar escenas anteriores y todo quedaba más claro. La idea era lograr eso: de todas las partes de la película se desprende algo.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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