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«Battlestar Galactica» (2004-2009): Cultos religiosos en el espacio exterior

Hacia el final de Battlestar Galactica (BSG), se produjo una deriva mística que no gozó del aprecio de muchos seguidores. En esos episodios, se discutían de una forma no muy definida aspectos religiosos como el enfrentamiento entre politeísmo y monoteísmo, la naturaleza y autenticidad de las profecías, la existencia de seres superiores que manejan los hilos con un propósito oculto y que hacen notar su presencia mediante signos y presagios, el poder del amor, la reencarnación, la salvación….

Hubo quien se quejó de la introducción de estos elementos, acusando a la serie de propaganda teológica, pero lo cierto es que también se hallaban presentes en la serie original de 1978, aunque tratados con mucha más torpeza. Al fin y al cabo, el creador de la serie, Glen A. Larson, era mormón y codificó en su historia alusiones más o menos evidentes a sus propias creencias y a la mitología antigua. En la nueva Battlestar Galactica, los Cylones son, como los humanos, seres espirituales. Creen en un dios reminiscente de la deidad judeo-cristiana, un ser de amor que recompensa las obras realizadas en su favor. Creen que todos los seres inteligentes deben amar a Dios, que la misión sagrada de seres humanos y Cylones es procrear, y que el suicidio es imperdonable. Incluso las Bases Cylon son parte humanoide, con un híbrido biomecánico ejerciendo de cerebro computacional que murmura de forma ininterrumpida palabras aparentemente aleatorias y sin sentido, pero que algunos modelos Cylon, como el 3-D’Anna, piensan que ocultan mensajes divinos.

Los humanos, por su parte, son politeístas. Aunque probablemente no conozcan sus orígenes, adoran a una variación del antiguo panteón griego. Sus dioses (Apolo, Ares, Artemisa, Atenea…) son conocidos como los Señores de Kobol, el planeta en el que, se dice, nació la humanidad, y donde el hombre vivió con los dioses hasta que una deidad celosa se hizo con el poder. Los humanos huyeron y establecieron las Doce Colonias, mientras que otro grupo se marchó a la Tierra. ¿Fue ese dios celoso y renegado el que ahora adoran los Cylones? Sea como fuere, es un giro refrescante ver a los héroes humanos como politeístas, posiblemente como un guiño a la creciente aceptación del paganismo en nuestro propio mundo.

Cada colonia recibe el nombre de uno de los doce signos del Zodiaco. De hecho, descubren que la Tierra está situada en aquel punto de la galaxia desde el que pueden divisarse en la bóveda celeste los signos de las doce colonias en forma de constelaciones, dato este que les servirá a los humanos como referencia de navegación.

A lo largo de la serie, humanos y Cylones van encontrando signos y profecías que les guían hacia la Tierra. Pero no solo eso, sino que establecen un nexo entre ambas religiones, y por tanto, asumen la existencia de una inteligencia superior que guía los acontecimientos y cuya intención (Atención: espóiler) parece ser la extinción de ambas especies por los errores (pecados) cometidos y su sustitución por una nueva, un híbrido de humano y Cylon que se apareará con los humanoides de la Tierra, dando lugar a algo nuevo: la especie humana (Fin del espóiler).

La reencarnación fue otro de los temas religiosos explorados en BSG desde diferentes ángulos. Cuando muere el cuerpo de un Cylon, la mente es enviada en forma de señal electromagnética a un nuevo cuerpo. Éstos se hallan almacenados bien en bases emplazadas en diversos planetas remotos, bien en naves móviles que acompañan a sus flotas, muy apropiadamente denominadas Naves Resurrección.

A menos que el Cylon muera muy lejos de una de esas naves, su conciencia pasará a ocupar un nuevo cuerpo casi inmediatamente tras su muerte física, lo que permite una ininterrumpida experiencia vital, conservando todos los recuerdos de las anteriores encarnaciones.

Esta habilidad tiene otras implicaciones. Por ejemplo, las naves de combate Cylon son mitad mecánicas y mitad biológicas, y cuando una es destruida, sus memorias y habilidades son «descargadas» en nuevas naves. En el episodio Cicatriz (3 de febrero de 2006), los pilotos de la Galáctica han de enfrentarse a uno de estos seres, que ha estado en tantas batallas y ha sido destruido en tantas ocasiones que se ha convertido en la nave más experimentada, astuta y letal de toda la Flota Cylon.

Otra consecuencia es que existe la posibilidad de recordar retazos inconexos del breve periodo que media entre la muerte y la reencarnación. D’Anna, el modelo nº 3 de los Cylones orgánicos, se ha obsesionado con averiguar qué ocurre en ese viaje espiritual posterior a la muerte y quiénes son los modelos secretos. La propia D’Anna ha muerto muchas veces, y en esa especie de limbo previo a su reencarnación, cree haber visto cinco figuras brillantes, los cinco modelos perdidos. En un episodio de la segunda temporada, cuando D’Anna llega a un templo que podría dar la pista para encontrar la Tierra, ve los rostros de los cinco, un conocimiento herético que la condenará a los ojos de sus hermanos.

La reencarnación puede ser también la explicación a las alucinaciones que experimentan Gaius Baltar y Caprica Seis. Porque, durante el ataque inicial a las colonias, una bomba nuclear explotó lo suficientemente cerca de la casa del científico como para que éste hubiera fallecido si Seis no lo hubiese protegido con su cuerpo. Quizá el impacto de la explosión envió la señal de reencarnación a través del cerebro de Baltar, dejando una impresión en sus neuronas, y al mismo tiempo, atrapando algo de Baltar que pasaría a formar parte de la mente de Caprica al resucitar. ¿Es esto algo mínimamente científico? Probablemente no, pero en el contexto de la obra funciona, y además, añade misterio, drama e interés a los personajes. Y eso es lo que importa.

Hay una vertiente más sutil y humana en el tema de la reencarnación. Cuando está sometido a interrogatorio por Starbuck, el modelo Cylon Leoban afirma que todos tienen un destino que ya ha sido vivido antes. ¿Podría esto ser una referencia a la serie original? Quizá se refiera al concepto espiritual de que el tiempo es cíclico y que la historia se repite eternamente, variando de forma gradual y sutil. En este sentido, quizá los personajes de esta serie son reencarnaciones de los originales de los setenta.

Pese a todo el subtexto religioso que impregna la serie, ya sea monoteísta o politeísta, BSG trata sobre la humanidad en busca de la salvación. Esto es algo que está presente en todos los aspectos de la vida en la Flota: una nave prisión se rebela y los reclusos obtienen el perdón, permitiéndoseles vivir como ciudadanos normales de la Flota; en lugar de destruir el mercado negro, se le permite continuar porque su desaparición sólo significaría la sustitución por otro.

Durante la miniserie, el comandante Adama se pregunta por qué la Humanidad merece salvarse. Al fin y al cabo, crearon una nueva raza de esclavos y ahora los antiguos sirvientes han regresado para destruirlos. ¿Acaso los hombres no se merecen la extinción? Naturalmente, la creación de los Cylones no es culpa de todos y cada uno de los humanos. De hecho, ni siquiera lo es de esta generación. Esta es la historia de los descendientes de dos bandos luchando la guerra de sus antecesores, algo que remite de forma evidente a la propia historia y cultura norteamericanas, reproduciendo la época del esclavitud y la opresión de la minoría negra.

En un momento determinado, los propios Cylones se enfrentan unos con otros, pues parte de los modelos, arrepentidos por las atrocidades cometidas contra los humanos, también ansían la salvación. De nuevo, ambas especies se van acercando y símbolo magnífico de ello es que la Galáctica acaba convertida ella misma en un híbrido de tecnología humana y Cylon.

Otro tema recurrente en la religión es el poder universal del amor, y en BSG su símbolo más claro es que humanos y Cylones son capaces de procrear… siempre que el acto sexual lo sea también de amor. Todo lo cual resulta irónico si tenemos en cuenta cómo los Cylones trataron inicialmente de exterminar a la Humanidad en la creencia de que se trataba de una especie fracasada, indigna de Dios. Aun así, se dan cuenta de que necesitan a los humanos supervivientes, ya que son incapaces de procrear entre ellos. Tienen miedo de extinguirse, lo que ya apuntaba a que, en realidad, fueron creados por alguien diferente a los Cylones robóticos originales, habiendo perdido la tecnología que les permitiría crear más modelos.

Cuando Helo se queda en Caprica tras el ataque nuclear, se encuentra con un modelo 8 que cree ser Boomer (en realidad, es una copia de Boomer con sus recuerdos). Se enamoran y conciben un niño. Los Cylones que los vigilan en secreto afirman que ello solo puede suceder si el amor forma parte de la ecuación.

¿Sensiblero? Puede ser. Pero al fin y al cabo, el elemento biológico juega un papel importante en nuestras emociones y viceversa. Quizá los creadores de los Cylones conocían este condicionante, y deseaban integrar ambas especies de tal forma que la descendencia híbrida tuviera mejores oportunidades para prosperar individual y colectivamente.

Artículos de la serie:

Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 1978-1979)

Galáctica, estrella de combate (Battlestar Galactica, 2004-2009)

Battlestar Galactica (2004-2009): Concepción visual y diseño de producción

Battlestar Galactica (2004-2009): Un acercamiento realista a la ciencia-ficción

Battlestar Galactica (2004-2009): El desarrollo de los personajes

Battlestar Galactica (2004-2009): ¿Qué nos hace humanos?

Battlestar Galactica (2004-2009): Cultos religiosos en el espacio exterior

Battlestar Galactica (2004-2009): Ética, moral y supervivencia

Battlestar Galactica (2004-2009): Política en un mundo impredecible

Battlestar Galactica (2004-2009): Las secuelas

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".