Hollywood se empeña en no dejar ni una película de terror sin su remake correspondiente. A la espera de la “reinvención” de Leprechaun en el Espacio o de Los Ghoulies van a la Universidad, ahora nos llega esta nueva versión de la cinta de 1973 dirigida por George A. Romero.
Hay un tipo de películas algo incómodas de reseñar, esas que no son buenas, pero tampoco especialmente malas, sino simplemente sosas. Esta nueva versión de The Crazies está dirigida con bastante corrección, sin caer en meneos de cámara ni molestos efectos de postproducción de esos que pretenden asustar pero sólo marean.
El reparto no está mal, y cuenta con el protagonismo de Timothy Olyphant (conocido por la soberbia serie televisiva Deadwood) y Radha Mitchell (Melinda y Melinda). El director Breck Eisner (Sáhara) hace un buen uso de los escenarios rurales y sugiere influencias –salvando las abismales distancias– del maestro Spielberg.
Pero la película es más insípida que la comida sana.
Aunque ya se han contado hasta la saciedad historias sobre virus peligrosos que atacan Estados Unidos, y cuya contención por parte de los poderes fácticos conlleva la represión y el exterminio de la población, o películas en las que la gente enloquece y se convierte en una jauría de asesinos rabiosos, siempre se puede intentar algo nuevo o, al menos, lleno de convicción.
Los creadores de The Crazies se quieren apuntar al resurgimiento del gore. Algo de ello hay en este remake, pero parecen algo tímidos a la hora de crear una película potente en cuanto al reflejo de la paranoia o el terror.
Se insinúan situaciones de tensión que podrían haberse aprovechado mucho más, ya que los protagonistas pueden enloquecer en cualquier momento y volverse contra sus compañeros. Pero nunca se llega a sentir la angustia o la inquietud que otro director más valiente hubiera sabido expresar.
Mucho me temo que Breck Eisner es un simple contramaestre (al menos uno con oficio, algo es algo) de los productores de la película, esos que quieren llegar al máximo número de espectadores y no incomodar a nadie.
Y es que, bien lo sabe Rob Zombie, no conviene hacer un remake de una película de miedo juvenil –¿alguna película hollywoodiense de este género no está enfocada a las chavalería de la generación SMS?– en el que se innove demasiado respecto al original. Asimismo, tampoco lleva las de ganar un film de terror enfocado a la audiencia joven en el que las muertes sean molestas de ver.
El público masivo no quiere sorpresas ni argumentales ni visuales, y los productores tampoco quieren arriesgar su dinero en algo como El incidente, considerada una película terrible por buena parte de los espectadores y, lo que es peor, también por la crítica. Sólo por el hecho de no ser una producción al uso.
Mucho nos quejamos de remakes insulsos, pero al final, es lo que pedimos. Y nos dan dos tazas. Por cierto, el director de The Crazies está involucrado en una nueva versión de Cromosoma 3.
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