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Crítica: «Acantilado Rojo» (John Woo, 2008)

Con un par de años de retraso, llega a nuestro país la película que ha supuesto el retorno de John Woo al cine de acción más espectacular y personal, dejando al ingrato Hollywood de lado y volviendo a una China propensa a las superproducciones cinematográficas más espectaculares.

A principios de los 90 no había cinéfago joven que no adorase las películas hongkonesas de John Woo. Deslumbrados por sus danzarines tiroteos a cámara lenta, muchos aficionados buscaban por todos lados las películas de Woo y de sus directores “aledaños”.

Algunos de estos entusiastas fueron Sam Raimi y Quentin Tarantino, quienes propiciaron, con la mejor de las intenciones, el ingreso de Woo en el cine estadounidense. Pese a hacer un par de películas muy resultonas (Blanco Humano y Cara a Cara), tras la inclasificable extravagancia de Mission: Impossible II el director fue siendo relegado a encargos algo insípidos mientras todo Hollywood (y parte del extranjero) intentaba copiar su estilo e ideas visuales, algunos con mucho arte y creatividad (el citado Tarantino), pero otros con tanta infamia (Michael Bay) que terminaron por desprestigiar el cine de Woo.

Ahora que China es el territorio perfecto para la superproducción (un enorme montón de dinero y otro buen montón de gente dispuesta a trabajar por poco dinero y sin opción a la queja), los wu xia (cine de espadachines superheroicos y ambientación pseudo histórica) de alto presupuesto y de autor se han convertido en uno de los productos de exportación más rentables de aquel enorme país.

Tras el pistoletazo de salida que supuso Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000) y el éxito de la deslumbrante trilogía de Zhang Yimou formada por HeroLa Casa de las Dagas Voladoras La Maldición de la Flor Dorada, John Woo se venga del menosprecio de Hollywood con esta película de hazañas bélicas que deja a la altura del betún en diversión y puesta en escena a la mayoría de las cintas épicas norteamericanas de los últimos tiempos como pueden ser TroyaEl Reino de los Cielos o 300.

Es una pena que, por el mismo hecho de ser una película oriental, esta película no vaya a gozar de la popularidad que se merece. Hay que entender que mucha gente no está acostumbrada a este tipo de cine, y no les apetezca arriesgarse con estilos distintos de cine, o perderse en la trama porque los actores se parezcan demasiado (ciertamente, algunos personajes secundarios, todos con armadura y semblante guerrero, pueden ser confundidos por el torpe demonio blanco), pero también es una lástima que el espectador ávido de imágenes impresionantes y adrenalina fílmica se pierda este espectáculo total, en el que la acción estilizada y la estrategia militar por fin se mezclan de una manera nada confusa visualmente (toma nota, Ridley Scott) y tremendamente divertida.

Pese a tener momentos más sosegados y poéticos, Acantilado Rojo no tiene mucho que ver con el lirismo de las películas de Ang Lee o de Zhang Yimou, sino que se centra más en la narración y la aventura. Como en los wu xia de los citados directores, también podemos ver todas las señas de identidad del autor de The Killer (exceptuando las pistolas del 45): acción coreográfica a cámara lenta, tórtolas, el sugerido y platónico amor de un hombre por otro, montajes paralelos, cierta tendencia a la horterada, un héroe luchando mientras carga con un niño o un tenso clímax en el que los protagonistas se apuntan mutuamente con sus armas, entre otros tics reconocibles para fan.

El ubicuo y siempre efectivo Tony Leung se alza como protagonista, junto al también muy activo Takeshi Kaneshiro, sobre un soberbio reparto coral en el que también habría que destacar a la etérea belleza de Lin Chiling y la presencia de la siempre pizpireta Zhao Wei, quienes interpretan unos personajes femeninos con bastantes más agallas y resolución de los acostumbrados dentro del cine de Woo.

Acantilado Rojo es una película más bien larga (de hecho fue originalmente estrenada en dos partes), pero no sólo se pasa en un suspiro, sino que uno está deseando que no acabe mientras la ve.
La emoción de la buena aventura clásica (atención a la energética banda sonora de Taro Iwashiro) renace en el Lejano Oriente, y esperemos que sea acogida como se merece.

Sinopsis

La historia transcurre en el año 208, en una China gobernada por el último emperador Han, Xian Di, pero dividida en varios estados enfrentados. El ambicioso Primer Ministro Cao Cao utiliza al Emperador como títere para declarar la guerra al reino de Xu, al oeste del país, con el fin de eliminar los diversos reinos chinos y convertirse en Emperador de una China unificada.

El reino de Xu se alia entonces con el de Wu, lo que provoca la cólera de Cao Cao, quien envía un ejército de ochocientos mil soldados y dos mil barcos en su contra, con la esperanza de acabar con ambos reinos. Los aliados han de hacer uso de la sabiduría de sus dirigentes para transformar el curso de la guerra. La batalla decisiva será la del Acantilado Rojo, inmortalizada en la novela El Romance de los Tres Reinos.

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Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).