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Crítica: «X-Men: Primera generación» (Matthew Vaughn, 2011)

En X-Men: Primera generación (X-Men: First Class), Matthew Vaughn exhibe unas formidables cualidades narrativas. Vista en la oscuridad de un patio de butacas, su película sobrepasa las expectativas que despierta la típica superproducción veraniega, y nos sorprende con la fuerza de un thriller certero, inteligente y de elevada temperatura.

América es un país joven, pero su mitología ya ha conquistado el mundo. Y no me refiero sólo al western: también los superhéroes forman parte de nuestro imaginario desde hace décadas.

Vaughn, el director de la iconoclasta Kick-Ass: Listo para machacar, se introduce en el universo Marvel y convierte los orígenes de los X-Men en una reflexión sobre los ideales truncados en los sesenta.

En X-Men: Primera generación, uno siente cómo el Camelot de los Kennedy empieza a derrumbarse, dejando ese vacío sentimental que, desde entonces, nadie ha podido ocupar de forma satisfactoria.

Los cómics de mutantes –en los que se alude a los avances sociales, la tensión interracial, los derechos civiles y la política internacional– son un género idóneo para echar un vistazo por el retrovisor de la historia reciente.

Vaughn envuelve todos esos contenidos con la frescura y espectacularidad de un tebeo, y consigue cumplir dos metas bien dífíciles: honrar a sus personajes y no aburrir en ningún momento. Por esta y otras razones, pocas noticias fueron tan bien recibidas entre los fans de Marvel como la puesta en marcha de este reboot de la franquicia. Fue la productora Lauren Shuler Donner quien planteó la idea de revisar la juventud del Profesor Xavier y de Magneto.

Ocurrió durante el rodaje de X-Men 2, y Bryan Singer, que había redefinido el género del los superhéroes con X-Men, estuvo de acuerdo con Donner. De hecho, Singer creyó que la historia serviría para reflejar los miedos y las tensiones que caracterizaron la Guerra Fría.

Vaughn fue uno de los candidatos a dirigir el tercer capítulo de la saga, X-Men 3: La decisión final, pero finalmente acabó colaborando con otro guionista de cómics, Neil Gaiman, en la adaptación cinematográfica de un relato de este último, Stardust.

Sin embargo, por un golpe de suerte, Vaughn ha acabado al frente de X-Men: Primera generación, cuyo guión ha escrito junto a su amiga Jane Goldman y los guionistas de Thor, Ashley Edward Miller y Zack Stentz, dos veteranos de la televisión, con éxitos en su haber como Fringe y The Sarah Connor Chronicles.

¿Su mayor referencia a la hora de redactar ese guión? Sospecho que Vaughn y sus compañeros han leído los cómics de la serie X-Men: Primera clase y conocen el arco argumental de La Patrulla X: Hijos del átomo, pero lo cierto es que no toman al pie de la letra ninguno de sus ingredientes. A decir verdad, los combinan como si de una cinta de James Bond se tratase.
Al parecer, la premisa del film se debe a Sheldon Turner, el guionista de Up in the Air y La matanza de Texas: el origen. Así, tras la introducción, la película nos sitúa en 1963, en plena crisis de los misiles y durante el apogeo de la lucha por la integración de los afroamericanos.

Es la fecha en la que dos jóvenes mutantes, Charles Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr (magnífico Michael Fassbender) están preparándose para afrontar ese destino que finalmente los separará, como líderes de bandos opuestos, ya en sus papeles de Profesor X y Magneto.

Con todo, en esta cinta, Xavier y Erik aún son amigos, y juntos forman un equipo que parece invencible.

Kevin Bacon se mete en la piel del archivillano Sebastian Shaw, líder del Club del Fuego Infernal. Los seguidores de los cómics Marvel conocen bien esta siniestra hermandad: un grupo elitista de superhumanos ideados por Chris Claremont y John Byrne en Uncanny X-Men #129 (enero de 1979).

A pesar de ejercer sus poderes mutantes, el Shaw de las viñetas ha tomado parte en iniciativas potencialmente letales para la Patrulla X, como la construcción de los Centinelas, esos robots gigantes que son todo un peligro para los hombres X.

Bacon proporciona al personaje un tono elegante y distinguido. No en vano, Byrne se inspiró en el aristocrático actor Robert Shaw –lo recordarán por Tiburón y El golpe– para diseñar este maléfico personaje.

La sensual telépata Emma Frost, capaz de endurecer su cuerpo como el diamante, encuentra en January Jones una perfecta encarnación (en el sentido literal de la palabra).

Frost, la Reina Blanca, aparece en los cómics más recientes de la línea Astonishing X-Men como co-directora del Instituto Xavier y novia de Scott Summers. Por fortuna, no este perfil benéfico el que se muestra en la película, sino su faceta más retorcida y maliciosa.

Rose Byrne se hace cargo del personaje de la agente del FBI Moira MacTaggert. Más cambios: para los seguidores de los tebeos, Moira es la genetista creada por Chris Claremont y Dave Cockrum en Uncanny X-Men #96 (diciembre de 1975). Esta doctora escocesa, compañera de Xavier en Oxford y luego prometida suya, se convierte en una mujer valiente y adicta a la acción en la película de Vaughn.

Entre los restantes actores que cubren el panorama mutante encontramos a Nicholas Hoult (el Dr. Henry «Hank» McCoy, más conocido como Bestia), Jennifer Lawrence (Raven Darkholme, apodada Mística), Zoë Kravitz (Ángel Salvador), Caleb Landry Jones (Sean Cassidy, ese mutante irlandés al que llamamos Banshee), Lucas Till (Alex Summers / Havok), Edi Gathegi (Armando Muñoz / Darwin), Jason Flemyng (Azazel) y Álex González (Janos Quested, alias Marea).

Hugh Jackman hace un cameo como Lobezno, así que estén atentos a esa divertida secuencia, que da continuidad a la saga y sirve como punto de enlace con las películas de Bryan Singer.

Sinopsis

X-Men: Primera generación combina el grado de épica y acción característico de un éxito de verano con una historia sustentada fundamentalmente en los personajes que nos revela el origen de la saga X-Men; así como un oculto suceso de la Guerra Fría y un mundo al borde del Argamedón nuclear.

Cuando la primera generación de mutantes descubre, acepta y hace uso de sus extraordinarios poderes, surgen unas alianzas que determinarán la eterna guerra entre héroes y villanos del universo X-Men. Como todas las grandes historias X-Men, la trama y las cuestiones que plantea X-Men: Primera generación son tremendamente ambiciosas, al tiempo que ofrecen una visión profundamente personal de este inusual equipo de superhéroes.

La acción del filme se sitúa en los años 60; los inicios de la era espacial y una época rebosante del sentimiento de esperanza del Camelot de JFK. Pero también fue el punto álgido de la Guerra Fría, cuando las crecientes tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética amenazaban a todo el planeta; y cuando el mundo descubrió la existencia de los mutantes.

También es durante este período cuando Charles Xavier conoce a Erik Lehnsherr. Antes de que Charles (James McAvoy) y Erik (Michael Fassbender) adoptasen los nombres de Profesor X y Magneto, eran dos jóvenes inmersos en el proceso de descubrir sus poderes.

Antes de ser archienemigos, eran los más íntimos amigos, que trabajaban juntos y con otros mutantes para detener la mayor amenaza que el mundo hubiera conocido nunca.

Algunos de los jóvenes mutantes incorporados son ya personajes favoritos de los fans procedentes de las anteriores películas X-Men, mientras que otros son clásicos héroes de los cómics pero nuevos en la saga.

X-Men: Primera generación proporciona respuestas a cuestiones que han intrigado desde hace tiempo a los fans tanto de las películas como de los cómics: ¿Cómo llegaron a juntarse los X-Men? ¿Por qué está Charles en una silla de ruedas? ¿Cuál es el origen de la Mansión X y de Cerebro? Sin embargo, su temática y su contexto histórico resultarán absolutamente reconocibles para los no familiarizados con el resto de películas de la franquicia.

X-Men: Primera generación es un nuevo comienzo para X-Men. La historia es obra de Sheldon Turner, nominado al Oscar como coguionista de Up in the Air, y Bryan Singer, cuyo trabajo como director de las dos primeras películas de la saga, X-Men y X-Men 2, recibió los elogios de crítica y público de todo el mundo por su hábil y perfecta mezcla de drama, acción y ponderado trasfondo sociopolítico. Las películas X-Men dirigidas por Singer sirvieron de modelo para el resurgimiento de las adaptaciones cinematográficas de cómics y constituyeron un punto de referencia en la nueva era de películas de superhéroes.

La mayor parte del filme X-Men: Primera generación se desarrolla durante los años 60, un período apropiado para un relato de orígenes porque fue precisamente durante esta década cuando Stan Lee, editor, guionista principal y director de arte de Marvel Comics, junto con Jack Kirby, creó el cómic de los X-Men. Los X-Men, como muchos de sus predecesores en Marvel, conforman un inusual grupo de héroes, a veces mordaces, antisociales y manifiestamente imperfectos, sin embargo, siempre dispuestos a luchar contra los demonios de su vida sentimental, abordar sus problemas de autoestima, o enfrentarse a los villanos más poderosos de este universo de poderes especiales. Son hijos del átomo, son el homo superior y el siguiente eslabón en la cadena de la evolución. Cada mutante ha nacido con una mutación genética única, que se manifestó en la pubertad en forma de extraordinarios poderes. En un mundo cada vez más lleno de odio, prejuicios y miedo, hay unas anomalías de la ciencia… unos monstruos de la naturaleza… unos marginados que son temidos y rechazados por todos aquellos que no pueden aceptar sus diferencias.

“La principal prioridad a la hora de concebir la historia”, dice Singer, “fue pensar la época en que Charles y Erik se conocieron, con unos veintitantos años de edad. Decidimos que sería a principios de los años 60; el apogeo del movimiento por los derechos civiles y la Guerra Fría. Ambos aspectos de ese período proporcionaban una extraordinaria oportunidad de analizar los sucesos que iban a dar lugar a nuestro mundo moderno”. Uno de los puntos álgidos de la Guerra Fría fue la crisis de los misiles cubanos, durante la cual la amenaza de una fulminante extinción de la Tierra cobró una gran relevancia, y que para los mutantes supuso el aliciente definitivo para darse a conocer al mundo y evitar una conflagración que podría aniquilar al planeta.

Un ámbito igualmente importante para la película es el tema de los derechos civiles; ¿la humanidad aceptará a los mutantes, o les considerará una amenaza y pretenderá encarcelarlos o incluso eliminarlos? ¿Deberían los mutantes aceptar que son diferentes y reinar como los seres superiores del planeta, o deberían formar parte de la estructura social?

Copryright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y Cómo se hizo © 2011 Twentieth Century Fox Film Corporation. Cortesía de Hispano Foxfilm. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.