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«Las nueve sinfonías de Beethoven», de Marta Vela

Siempre he entendido que los libros de divulgación musical deben sellar nuestro compromiso con ciertos creadores. Seguramente habrá quien crea ‒y con razón‒ que es posible leer una obra sobre un autor o un intérprete al que no se admire. Mi grado de melomanía me impide ese lujo. No soy un especialista. Prefiero ir sobre seguro, y por eso elijo lecturas que confirmen mis ideales y mis pasiones. Comprendo que es un argumento bastante pobre, pero a la hora de escoger un rumbo musical, busco a quienes aclaran esa intuición.

Visto así, ¿qué repertorio genera más certezas? El de los clásicos, por supuesto. Ahí sí que me vuelvo intransigente, sobre todo cuando hablamos de figuras como Beethoven, un genio capaz de trasladarnos al Paraíso no sólo a través del estilo, sino en términos estrictamente sensoriales.

Algo así encuentro en este magnífico ensayo de Marta Vela: una obra rigurosa, que ilustra a quienes carecemos de formación musical, y que además está muy bien escrita, con esa cortesía que convierte un libro de divulgación en una escalera ascendente. Gracias a esa combinación de ciencia y amenidad, Vela reúne en el mismo espacio a los expertos en el sinfonismo de Beethoven y a sus seguidores menos informados. Al final, por difícil que parezca, contenta a unos y a otros, graduando sus comentarios en un arco que va de la erudición a la curiosidad.

Aunque el título del libro deje claro su interés principal, a lo largo de sus páginas aflora la biografía del propio compositor, cuya trayectoria es analizada por la autora con gran inteligencia y altura de miras.

Marta Vela nos habla del contexto histórico de cada pieza, de los temas que elabora Beethoven, de su misterio espiritual, de su estética o de los poetas en que se inspira. Al final de este proceso de revelado, la imagen que nos llega es la de un titán cuya modernidad expresiva aún nos interpela en el siglo XXI.

«El músico ‒escribe Blas Matamoro en el prólogo‒ no destruye la sinfonía sino que la despliega a partir de una inversión de la estética clásica. En efecto, para el Clasicismo el arte es belleza, la belleza es perfección y la perfección es plenitud. El compositor llena de materia un espacio abstracto y vacío que es la forma regida por normas racionales. (…) Al paso de los siglos, el arte se ha propuesto dejar de lado, aunque no aniquilar, lo bello para sustituirlo por lo verdadero. La música, que no dice verdades porque nada dice, es de verdad y no necesita decirlas».

Sinopsis

Un ensayo erudito y documentado, didáctico y ameno, magistral y original en su planteamiento, que se lee con naturalidad, que disfrutarán no solo los musicólogos y melómanos, sino cualquier aficionado a la música clásica.

Con Beethoven, la música sale de los salones y se torna algo decididamente público, que exige grandes espacios y mayores formatos orquestales. Superando la formación clásica heredada del siglo XVIII, sus Sinfonías, cada una con su propia personalidad, suponen el nacimiento de la formación orquestal moderna –que llega hasta nuestros días–, y la consagración del protagonismo, liderazgo y –para algunos– la tiranía del director de orquesta, como ya señaló Richard Wagner.

Pese a su ingente creación en todos los géneros –piano solo, música de cámara, obra sinfónica y coral, ópera, música incidental, lieder, conciertos para solista y orquesta–, el formato favorito de Beethoven siempre fue el orquestal, cuyas enormes estructuras sonoras bullían en su poderosa imaginación. Plasmó en sus nueve sinfonías los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad de que hacía gala, llevando la ansiada democracia al ámbito orquestal, con un logrado equilibrio de las familias de cuerda y viento, junto a un minucioso proceso de autonomía tímbrica para cada uno de los instrumentos, que requería mayores capacidades de afinación, emisión, potencia y agilidad en la interpretación. Más allá de sus maestros clásicos, creó un enorme sonido orquestal, que surgió, sin embargo, de los mismos recursos técnicos de que habían gozado, tan sólo unos años antes, sus ilustres predecesores Haydn y Mozart.

Todos los compositores posteriores, de la primera oleada romántica, hubieron de seguir el camino marcado por él hasta el engrose definitivo de la gran orquesta decimonónica. Beethoven tuvo la oportunidad de renovar todos los géneros musicales anteriores desde un indomable carácter, que se negaba a asumir la condición de compositor-sirviente de sus precursores, con un sólido argumento artístico: su genio y su propia creación musical, única e individual.

Marta Vela (Madrid, 1985) es profesora en la Universidad Internacional de La Rioja, pianista y escritora. Licenciada en Filología Hispánica, Piano, Dirección de Orquesta y Pedagogía de los instrumentos.

Junto a su labor docente, desarrolla una actividad muy intensa en diversos campos artísticos –interpretación, dirección musical, gestión cultural, elaboración de contenidos audiovisuales–. Sus líneas de investigación versan sobre música y literatura, interpretación y análisis, música vocal post-tridentina y música instrumental de los siglos XVIII, XIX y XX.

Publica regularmente en revistas especializadas de España, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, México y Costa Rica. En Radio Clásica presenta y dirige espacios como “Temas de música” y “Música con estilo”. Ha sido candidata al Premio Princesa de Girona de Artes y Letras en 2020.

Entre sus libros destacan Correspondencias entre música y palabra (2019) y Las nueve sinfonías de Beethoven (Fórcola, 2020).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.