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«Zora y los Hibernautas» (1980-1982), de Fernando Fernández

Por aquel tiempo, leíamos tebeos de todo tipo. Tanto los que nos divertían, sin más, como aquellos donde había un posible valor literario y artístico. El gusto iba formándose solo, probando esto o aquello.

Antes de que los superhéroes fueran tomando consistencia en el mercado, esa diversidad tan apabullante nos hacía felices. ¿Y dónde había mayor variedad? Pues en las revistas de historietas, donde convivían autores de todo nivel y pelaje. En los ochenta eran muy numerosas ‒Dossier Negro, Cimoc, El Víbora, Cairo, Vértigo, Totem, Rambla…‒, y a la hora de seducir a los lectores adolescentes, iban desplazando otras opciones más infantiles ‒Dumbo, Pumby, Don Miki o las cabeceras de Bruguera‒ que, sin embargo, seguían conservando su atractivo.

Viéndolo con perspectiva, quien mejor entendió a los lectores jóvenes fue Josep Toutain (1932-1997), guionista y dibujante, mítico director de la agencia Selecciones Ilustradas, donde trabajaron genios como Adolfo Usero, Alfonso Font, Carlos Giménez, Fernando Fernández, Josep Maria Beà, Luis Bermejo, Manfred Sommer y Vicente Segrelles.

¿Y por qué digo que Toutain supo entendernos? Pues porque en 1973 creó una editorial (Toutain Editor) que nos dio justo aquello que esperábamos. Terror, suspense, aventura y ciencia-ficción. La magia de los autores de Selecciones Ilustradas, sumada a la creatividad de norteamericanos como Richard Corben o Bernie Wrightson.

Gracias a las revistas de Toutain ‒sobre todo Creepy, 1984 y la elegantísima Comix Internacional‒, accedimos a un cómic adulto, sofisticado, lleno de posibilidades estéticas.

Dentro de esa oferta, uno de los títulos más refinados fue Zora y los hibernautas. Un tebeo excepcional, alabado incluso por Federico Fellini, quien destacó su «creatividad arabesca y onírica».

El trabajo de Fernando Fernández en Zora comenzó en 1979, y viene a ser todo lo contrario al feísmo o la sencillez que se impondría en el tebeo de los noventa. Zora es una obra sensual, pictórica, sumamente ambiciosa en su composición, dotada de un clasicismo formal que alterna las filigranas modernistas. Y lo más importante: realizada por medio de una amplia variedad de técnicas ‒probadas un año antes en otra historieta, Círculos‒, que nos dan una idea clara del oficio de su autor.

En este sentido, la trama de Zora, aunque interesante, no puede competir con el espectacular poderío artístico de las viñetas. En otras palabras, la forma queda por encima del fondo, sin que ello suponga problema alguno para el lector (Dato curioso: en un primer momento, participó en el guión Nicola Cuti, pero al final, fue Fernández quien tomó las riendas).

Ambientado en un futuro distante, el cómic propone una distopía. Alrededor de la Tierra, orbita una luna artificial, Colmena, donde solo viven mujeres. La protagonista, Zora, capitana de una nave que busca vida en el espacio, descubre a unos hombres hibernados. Ello desata una crisis en esa sociedad amazónica. Y es Zora, la salvadora de esos varones, quien va experimentar en mayor medida el cambio: descubriendo el amor, y abriendo paso a un porvenir muy diferente.

Aquí las referencias son numerosas, y van desde Alien hasta El Planeta de los Simios, pero en ningún caso restan originalidad a este cómic lleno de alicientes.

«En Zora ‒escribe el propio Fernando Fernández‒ llevé a cabo una fórmula que había experimentado en las historias cortas. Conseguir que la composición de cada plancha fuese diferente. En un trabajo de 8 o 12 páginas tenía su dificultad, pero hacerlo en una historia larga de 96 planchas era todo un reto. Durante un año y medio, dediqué a veces tanto tiempo a la composición como al resto de la realización, pero, años después he de confesar que me siento satisfecho, que valió la pena. Zora es quizá la única obra en su género que tiene tales características. En Zora también está implícito, desde la primera página, un sentido homenaje a las geniales formas de mi admirado Gaudí. La realización a todo color está compuesta por una extensa gama de técnicas pictóricas y de dibujo, pues en ella se alternan o combinan imágenes pintadas al óleo, acuarela, gouache, acrílicos, rotuladores, anilinas, tinta china, lápiz y sanguina, utilizados con pluma, pincel y aerógrafo».

Sinopsis

Un clásico de los 80 escrito y dibujado por Fernando Fernández. Una fantasía futurista que medita sobre el porvenir del género humano con el espectacular colorido que marcó el estilo del autor y de toda una época. Un clásico imprescindible para nostálgicos.

Fernando Fernández nació en Barcelona el 7 de Febrero de 1940 y es muy pronto, tan pronto como los 15 años cuando empieza a entintar fondos en Chispita de la editorial Grafidea o como a los 16 años que ya ha cumplido cuando escribe, dibuja y entinta una historieta de ocho páginas titulada Ghost Ship! que sería publicada en Inglaterra, México y España.

A partir de ahí empieza su trabajo a tiempo completo en la Agencia Selecciones Ilustradas de Josep Toutain, primero entintando Mister TV y Ray Comet para una editorial francesa, y después asumiendo un encargo para la editorial Fleetway de Londres. Más tarde comienza a publicar una tira diaria en el periodico Solidaridad Nacional sobre la biografía de la piloto Amelia Earhart.

Esporádicamente realiza portadas en blanco y negro para las colecciones Rosas Blancas y Hazañas del Oeste de Ediciones Toray, y también comenzará a colaborar para revistas de quinceañeras publicadas en Inglaterra por Fleetway tales como ValentineMarilyn y Roxy, donde seguirá durante más de una década. Es en estas publicaciones donde Fernando Fernández coincidirá con autores de la talla de MirallesPrunésClavéLongarón o Badía Camps.

A raíz de un viaje familiar a Buenos Aires, comienza su relación con revistas argentinas como GorriónPuño Fuerte o Tótem Gigante, que le darán la oportunidad de facturar historias cortas autoconclusivas de género bélico y ciencia-ficción y cuyos guiones escribirá el mismo, siempre sin abandonar su colaboración con Fleetway.

A la vuelta a Barcelona, en 1960 comienza a publicar en las revistas de aventuras bélicas de Fleetway, en concreto en Air Ace. En esta y en la otra cabecera, War Actions compartirá páginas con grandes historietistas ingleses, además de con Victor de La Fuente, que comenzaría al mismo tiempo que él para sumarse ambos a los españoles Manfred SommerJose Ortiz o Luís Bermejo y a otros como Hugo Pratt o Alberto Breccia.

También escribió guiones como los de la serie Suspense que otros dibujaron. Por ejemplo, Brocal o Rafael Auraleón, y los que se publicaron en War Actions por la mano de BuyllaPedro Añaños o él mismo.

A mediados de los años 60, Fernandez empieza a compaginar su labor de historietista con las de portadista de cualquier género e ilustrador en revistas de toda Europa. También empieza a despuntar su labor pictórica en multitud de exposiciones y certámenes, al tiempo que como ilustrador se enfrenta a una de sus etapas más fecunda, sobre todo al comenzar la década de los 70 y ampliar su campo de miras hacia la publicidad, las portadas de diferentes editoriales americanas, e incluso el campo de la fotonovela para la popular colección de Corín Tellado.
Del 70 al 73 publica la tira cómic satírica Mosca en el Diario de Barcelona, llegando a reunir más de 1000 tiras, y también en esos mismos años realiza una serie de trece historietas en blanco y negro que le marcarán definitivamente como un “autor” de historieta tal y como empezaba a denominarse y a dignificarse en aquella época la posición de los artistas del medio.

Estas historias fueron editadas primero por Warren en la revista Vampirella en estados Unidos y por Linus o Alter Linus en Italia. Más tarde, publicaría en Italia la novela gráfica Cuba 1898.
Su inquietud artística le lleva a trabajar como reportero para Interviú, o colaborando como humorista gráfico completo o simplemente como guionista en diferentes revistas de la época, entre ellas El Jueves. A raíz de una serie de carácter experimental titulada Círculos, empieza a pergeñarse el lujoso serial de ciencia-ficción Zora y los Hibernautas, que se estrena en la mítica revista 1984 y que llegaría a ser publicado por la norteamericana Heavy Metal.

Continuando con el enfoque pictórico que había volcado en Zora, en 1982 comienza con la adaptación de Drácula de Bram Stoker, esta vez en Creepy, con un planteamiento narrativo más tradicional que en Zora y donde al delirio experimental de finales de los setenta se añadían las posibilidades del color.

En 1983 Bruguera publicó un volumen titulado Firmado por: Isaac Asimov en el que Fernández adaptó diferentes relatos del famoso escritor de ciencia-ficción. Estas historia fueron más tarde publicadas por Zona 84, al igual que La leyenda de las cuatro sombras, una fantasía medieval con guión de Carlos Trillo. A la recopilación en tomos de Zora y Drácula habrá que añadir otra antología que Toutain publicó con el título Cuando el Cómic es Arte: Fernando Fernández.

Mientras alterna sus trabajos como ilustrador de ciencia-ficción y otros géneros para diferentes editoriales de varios países, producirá dos álbumes de la serie Argón, el segundo de los cuales escribiría J.M. Polls y la serie de historias de 9 páginas cada una, bajo el nombre genérico Zodiaco.

Después de estos trabajos, y a raíz de la seria enfermedad cardíaca que le obligó a contar con ayuda para poder terminarlos, decidió dejar su faceta de historietista para dedicarse exclusivamente a la pintura.

Fernando Fernández falleció en Barcelona el 9 de agosto de 2010.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.