En 1949, después de diez duros (muy duros) años de posguerra, aparece Florita, el tebeo femenino que gozó de mayor popularidad en la España de los años cincuenta. Fue el equivalente femenino de El Coyote y estaba destinado a fortalecer el espíritu de la nueva clase media, aspirante a burguesía.
Todas las secciones de la revista están encaminadas a crear en la niña una idea de lugar a ocupar en una sociedad donde sólo se le exigirá pura apariencia. Niñas de clase media educadas para un universo burgués que no llegarán a conocer: padre de edad mediana, educado y siempre impecablemente vestido en traje marrón o batín de seda; madre joven, muy bien vestida, que usa gestos de gran dama y nos es presentada a punto para salir de paseo o entretenida en labores propias de su sexo que nunca exigen esfuerzo por su parte, puesto que tiene criada; sirvientas con cofia; habitación propia; perritos falderos, profesores particulares; cierta independencia económica; clases de rítmica y patinaje en clubes especiales; cines de estreno; fiestas de cumpleaños…
Imagen superior: Florita, creada y dibujada por Vicente Roso Mengual (Vinaroz, 1920-Barcelona, 1996), fue un personaje que nació en las páginas de la revista «El Coyote». Las historietas de Florita (recopiladas en el volumen «Florita antes de Florita», EAGZA, 2016) alcanzaron tal éxito que la editorial Cliper decidió crear en 1949 la revista femenina «Florita». La publicación de esa revista prosiguió con muy buena acogida a partir de 1959, gracias al sello Hispano Americana de Ediciones. El principal atractivo de la publicación era Florita, una chica de clase alta que parecía vivir al estilo americano. Las niñas también podían leer en la misma revista «Las Peripecias de Annie Rooney», una tira creada por Ed Verdier en 1927, «Mark Trail», un tebeo ideado por Ed Dodd en 1946, o «Belinda», la tira publicada desde 1935 por Bill Connor y Steve Dowling.
En un trabajo fascinante de Terenci Moix, cuando aún firmaba como Ramón-Terenci Moix, Los cómics: arte para el consumo y formas pop (Barcelona, 1968), escribe: “El buen tono, en su aspecto socialmente alienatorio, es en última instancia lo que caracteriza a Florita frente a las otras revistas que explotaron a conciencia la mística de la feminidad”.
Año 1968… Terenci Moix… A veces, pienso, vivimos en un apartheid intelectual que nos impide evaluar, en su correcta dimensión, nuestra historia más reciente y las cosas que se decían y se escribían en una España (la de finales de los años sesenta) inmersa, de pleno, en un proceso de Transición… por mucho que el proceso, como tal, no se declarase “activo” hasta la muerte del dictador.
Por cierto, el capítulo dedicado a las revistas femeninas de niñas y adolescentes se abre con esta cita: “Hitler y Mussolini bordaban en sus discursos las distinciones entre estados machos y estados hembras. Sus estados machos, estados de dominio y de impulso, reducían a la mujer a la pura pasividad del hogar y de la pureza de la raza”.
Cita de Maria Aurèlia Capmany en su La dona a Catalunya, obra escrita en catalán y publicada en Barcelona, en 1966.
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