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«Todas las pantallas encendidas. Hacia una resistencia creativa de la mirada», de Antón Patiño

Más allá de la experiencia tangible, lo que llamamos iconosfera tiene dos planos: por un lado, los signos de la realidad accesibles a través del arte y los medios de comunicación convencionales, y por otro, esa acumulación de estratos que engrandece, segundo a segundo, el mundo digital.

Esa iconosfera permite distintas aproximaciones académicas. Podemos analizarla enciclopédicamente. También cabe recurrir a la semiótica para desentrañar su complejidad (aunque sea a costa de recurrir a un instrumental que, en ocasiones, oscurece el texto con una pedantería bien educada). Incluso podemos hacer una evaluación ideológica, atentos al impacto que esa descarga sensorial ejerce sobre la conciencia del usuario.

Para nosotros, el mundo se ha fragmentado en una infinita variedad de manifestaciones visuales. Gracias a la informática, el consumo de imágenes se ha convertido en un atracón indigesto y desaforado. Nos recordaba Umberto Eco en los setenta cuánta gente fue en busca de unicornios y volvió con rinocerontes. Hoy podríamos hablar del número de internautas que sale en pos de rinocerontes y se cruza con imponentes manadas de unicornios. En lugar de una matriz del mundo, internet nos ha regalado una matriz de los mundos posibles.

Aún es pronto para extraer conclusiones, pero ya tenemos algunas certezas al respecto, y es que la experiencia visual viene a ser, en la era del Photoshop y de la bulimia digital, una intuición pasajera, enriquecida por una nube de ficciones.

Frente a ese cambiante y complejísimo panorama, el pintor Antón Patiño se muestra preocupado por la alienación del pensamiento frente a ese proteico y vertiginoso ecosistema visual.

Cualquiera que se aproxime a las pantallas y fije su atención en ellas ‒la televisión, el iPad, el smartphone…‒ descubrirá dos cualidades poco virtuosas: son hipnóticas (incluso adictivas) y resultan engañosas. De hecho, el engaño y el autoengaño han pasado a ser otro rasgo de nuestra época. Si a ello le sumamos la pérdida de jerarquías, que otros entenderán como una tendencia al caos y a la trivialidad, podremos entender en qué medida es urgente reeducar nuestra mirada para escapar a ese zapping compulsivo.

De esto último se ocupa Patiño en su excelente libro: un ensayo apasionante, donde la estética, la ideología, la historia del arte y la filosofía se entrecruzan felizmente.

«Estamos atravesados por una exterioridad invasora ‒nos dice‒. El interior se haya colonizado por la nueva forma totalitaria de censura, la anulación por decreto del silencio. Mensajes y propaganda incesante, por teléfono, buzón, fax, correo electrónico, whatsapp y redes sociales. Somos asediados literalmente por todos los sitios: la posibilidad de supervivencia ‘mental’ parece complicada. (…) Hay que lograr salir de esa masa informe de consumidores consumidos, semejantes a un ejército teledirigido de robots o autómatas con sus carritos de la compra repletos hasta arriba (…). La dulce reclusión del confort doméstico funciona como consigna».

Sinopsis

El pintor y ensayista Anton Patiño se propone en este libro un análisis crítico de nuestro entorno visual, que desvela los mecanismos perceptivos de dominación. La hegemonía óptica de la imagen-poder segrega una telaraña hipnótica. Todas las pantallas permanecen encendidas (día y noche reclaman nuestra atención). No hay salida, sólo la experiencia creativa, la dimensión poética y la libertad de la mirada pueden servir de antídoto a un totalitarismo del espectáculo narcisista convertido en eje de una autoalienación colectiva sin precedentes. Reclusión insomne. Democracia visual. Pantallas parpadeantes para ojos sin mirada.

La deconstrucción óptica, el vértigo visual, la aceleración histórica expresan el alcance de los nuevos códigos de representación caracterizados por la simultaneidad perceptiva. Expresando un nuevo ámbito de la mirada y usos de la imagen en ese contexto, Patiño analiza aspectos críticos vinculados a la imagen como mediación instrumental y las posibilidades que nos ofrece el arte para ampliar la percepción, del mero entretenimiento a desarrollar nuestra sensibilidad.

Vivimos inmersos en una excitada visualidad hegemónica, una iconosfera dominante postula un régimen de la mirada. La imagen-poder en la economía de la atención. Es necesaria una resistencia poética y artística que active el resorte de la duración frente a la  disipación (propiciando un reencantamiento del mundo). Patiño traza metáforas del presente convulso (una instantaneidad incesante), y analiza cómo el «efecto actualidad» satura los poros de la realidad construyendo un mundo-imagen. De las máquinas de amnesia a la pantalla omnipresente, vivimos en un entorno narcótico donde la meta parece el olvido programado, el hechizo audiovisual, el embotamiento perceptivo. Se postula la dialéctica de la mirada a través del proceso artístico, una resistencia creativa en imágenes dialécticas que surgen de la duración e indagaciones de la introversión creadora como silencio activo.

Antón Patiño (1957), ensayista, poeta y artista visual con exposiciones en galerías y museos de todo el mundo: Ámsterdam, Estocolmo, Nueva York, París, Burdeos, Zürich, Stuttgart.

Sus obras se exponen en diferentes espacios públicos: Museo Reina Sofía, CGAC, MACBA, Artium. Su trabajo ha sido definido por el crítico norteamericano Donald Kuspit como «expresionista conceptual».

Lleva años investigando acerca de una teoría de la mirada. Entre sus últimos libros cabe mencionar sus ensayos Escritos de un sonámbulo (2011) y Libro dos lugares (2016). De sus libros de poesía Océano e silencio (2006) y Teoría do riso (2015).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.