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«Serenity» (2005), de Joss Whedon

En el artículo anterior, dedicado a Firefly (2002), vimos todas las vicisitudes por las que pasó esta teleserie de Joss Whedon, y las circunstancias que condujeron a su continuación por medio de una película. Ese largometraje, titulado Serenity, empezó a rodarse en julio de 2004, asumiendo el propio Whedon las labores de dirección.

Como otras series televisivas que han saltado a la gran pantalla conservando el reparto original (como Star Trek o Expediente X ), Serenity se siente algo incómoda tratando de ajustarse al nuevo medio. Puede que ello sea parcialmente debido a que Serenity fuera un caso insólito en tanto que, habiendo fracasado en la televisión, recibió una versión cinematográfica (solo hay otro ejemplo como el suyo: en 1982 Agárralo como puedas fue originalmente una fallida serie televisiva, también con Leslie Nielsen).

Serenity tiene el mismo problema que otras teleseries cuando se traspasan al ámbito cinematográfico: el formato de episodio semanal permite desarrollar convenientemente a todo el reparto de personajes, dando a todos oportunidad de perfilar su carácter distintivo. Las películas de Star Trek siempre parecen atrapadas en el dilema de dar más escenas a cada personaje o desarrollar una historia general de tipo coral. Whedon opta por la segunda opción y el resultado es que los personajes de Serenity carecen de la profundidad y carisma que tenían en Firefly .

Nathan Fillion es un actor de gran talento, encanto natural y aspecto imponente. Recupera su papel del capitán Reynolds y lo encarna con la misma desenvoltura que en la serie, enriquecido por los dilemas morales que Whedon incluye en la historia. Otros actores no tienen la misma oportunidad de avanzar en sus personajes. Gina Torres (Zoe) tiene el mismo potencial interpretativo que Fillion, pero carece de momentos que le permitan lucirse. Adam Baldwin (Jayne) cuya cortedad mental y brutalidad espontánea eran motivo de tantos momentos cómicos en Firefly, consigue seguir en la misma línea. Morena Baccarin (Inara) mantiene su elegancia y misterio, pero Jewel Staite (Kaylee), Alan Tudyk (Wash), Sean Maher (Simon) y Ron Glass (Book) apenas tienen ocasión de transmitir las complejidades de sus respectivos personajes. Whedon presenta un nuevo personaje de indudable atractivo, el agente de la Alianza y letal asesino interpretado por Chiwetel Ejiofor, pero su desarrollo y redención final resultan tan tópicos como decepcionantes.

Hay destellos ocasionales de algunas de las líneas narrativas que conducían la serie (la atracción entre Malcolm e Inara, el romance nunca iniciado de Simon y Kaylee) pero Whedon se centra en desvelar el misterio tras River (Summer Glau), el más enigmático de los tripulantes de la Serenity. River se convierte así en el personaje central de la película. Aunque Serenity no resolvió todas las cuestiones abiertas en la serie, sí que remató los principales arcos argumentales, proporcionando cierto sentido de final (o de nuevo comienzo).

La historia en sí es entretenida aunque no sobresaliente. Predomina un tono siniestro, oscuro, hasta pesimista respecto a Firefly, expresado en el cambio de tonalidad fotográfica: de los cálidos amarillos y tostados de la serie se pasa a los azules y el predominio de sombras. El director no acaba de aclarar del todo lo que se esconde tras River, pero nos explica el origen de los Reavers –que, aunque importantes en el argumento, nunca llegan a mostrarse claramente– y mata a dos de los protagonistas (lo que, dicho sea de paso, fue un golpe para los fans que confiaban en recuperar la serie televisiva tras el ansiado éxito de la película). Al final, Serenity es un episodio extendido, acelerado y engordado de Firefly. Hay más y mejores efectos especiales, pero Whedon no se deja cegar por ellos y se mantiene fiel a la historia que quiere contar.

En último término, Serenity es una buena película de ciencia ficción, pero no tan buena como la calidad de Firefly había hecho esperar. Whedon no consiguió salir del todo airoso del compromiso de satisfacer a los fans y, al mismo tiempo, atraer a un público ajeno no sólo a la serie, sino a la propia ciencia ficción. La prueba fue el mediocre resultado en taquilla.

Universal tenía la esperanza que los 40 millones de dólares invertidos en la película darían como resultado mínimo un taquillazo mediano. Organizó pases especiales antes del estreno para levantar expectación, pero un mes después del estreno sólo se habían ingresado 25 millones. Resultó que los que acudían a ver las películas eran principalmente los mismos fans que habían visto la serie televisiva. Al final, ni siquiera se consiguió recuperar el coste y el estudio canceló el estreno en varios países. Pero, como había sucedido anteriormente con Firefly, las ventas del DVD fueron inesperadamente buenas.

La reacción de la crítica fue en general favorable (aunque como siempre, hubo quien opinó que era un producto de poco interés para los que no conocieran la serie), resaltando los ingeniosos diálogos y el buen equilibrio entre drama, suspense y acción además de que los efectos especiales se hallaran al servicio de la historia y no al revés. Nada nuevo para quien hubiera visto el trabajo de Whedon en Firefly .

A raíz del éxito de la campaña popular de micromecenazgo para recaudar fondos para producir una película sobre el personaje televisivo Verónica Mars (serie detectivesca que recomiendo con entusiasmo), Whedon fue preguntado sobre si estaría dispuesto a apoyar una iniciativa semejante habida cuenta de que aún existe un nutrido y activo núcleo de fans de su serie. Por desgracia, su negativa fue tajante. En primer lugar, tenía por aquel entonces un acuerdo de dos años para seguir dirigiendo el universo cinematográfico de Marvel; además, Nathan Fillion se hallaba comprometido con otra serie televisiva de éxito (que también recomiendo): Castle ; y por último, una película de ciencia ficción necesita un presupuesto que difícilmente puede ser siquiera parcialmente satisfecho con una cuestación popular, por mucho que el coste de los efectos digitales se haya abaratado considerablemente en los últimos años.

Firefly triunfó gracias al talento de sus actores y el cariño que volcaron en sus personajes, la dedicación de sus fans y, por supuesto, la calidad de las historias. Ninguno de estos factores por separado podría haber conseguido la hazaña de resucitar una serie que no llegó siquiera a completar una temporada y trasladarla no sólo a una película de gran presupuesto, sino a toda una franquicia multimedia que incluye libros, videojuegos, cómics o juegos de rol. Que esta corta serie, más de diez años después de su cancelación y sin perspectivas de que reaparezca, siga acumulando seguidores es testimonio de su calidad. La estrella que brilla brevemente lo hace con más intensidad. Y ese fue el caso de Firefly.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Descubre otros artículos sobre cine, cómic y literatura de anticipación en nuestra sección Fantaciencia. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción, y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".