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«Tigre y dragón» (2000): Una historia oral

«Esta película ‒destaca Ang Lee‒ es algo así como un ensueño de lo que fue China. Se trata de una China que acaso no haya existido nunca, salvo en las fantasías de mi infancia, en Taiwán. Mi imaginación infantil fue alimentada, sobre todo, por las películas de artes marciales con las que crecí [el llamado wuxia, mezcla de acción y melodrama histórico] y por las novelas que leía en vez de hacer mis deberes. Mi equipo y yo escogimos el género más populista de la historia del cine –esas películas de artes marciales de Hong Kong– para explicar nuestra historia, y utilizamos este género casi como si fuera una herramienta de investigación para explorar el patrimonio de la cultura clásica china. De ese modo, tomamos las formas más populares de arte y las mezclamos con las más elevadas. Al fin y al cabo, ciertas artes marciales se transmiten secretamente en el tiempo a través de las grandes escuelas taoístas de entrenamiento y de pensamiento. ¿Y qué es el Tao? Por supuesto, si puedes explicarlo, no es el verdadero Tao. Es enigmático, ya que sólo puede manifestarse a través de contradicciones y conflictos del corazón. De hecho, esa fue mi experiencia del Tao mientras realizaba la película. Por ejemplo, los films de artes marciales son muy masculinos, pero al final, Tigre y dragón encuentra su centro en los personajes femeninos. Otro conflicto fue cómo mantener un equilibrio entre la trama y las escenas de lucha».

Estas declaraciones de Lee resumen la filosofía de Tigre y dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon), y en cierta medida, explican su éxito. En un momento en el que Hollywood definía las nuevas corrientes dominantes de la cultura popular (el llamado mainstream), esta cinta supuso un claro avance. Si la industria quería globalizarse, debía abrazar el mestizaje. Así, Tigre y dragón se presentó como una aventura china rodada por un autor prestigioso, protagonizada por un reparto asiático, pero reforzada con valores de producción estadounidenses. Su alcance en el mercado global fue un indicador de por dónde iba a moverse el cine de gran presupuesto dos décadas después: con eventos multinacionales que pudieran llenar los cines en todos los rincones del planeta.

Dialogada en mandarín, Tigre y dragón estaba protagonizada por actores que ya habían mostrado sus recursos en el mercado asiático e internacional: Chow Yun-fat, Michelle Yeoh, Zhang Ziyi y Chang Chen.

Su base literaria era un folletín de Wang Dulu, publicado entre 1941 y 1942. La historia se ambienta durante el apogeo de la dinastía Qing (1644-1912). Sus protagonistas son el estoico espadachín Li Mu Bai (Yun-fat) y su amiga (y secreta enamorada) Yu Shu Lien (Yeoh). Mu Bai le pide a Shu Lien que entregue su valiosa espada a su benefactor, Sir Te (Sihung Lung), pero el arma es robada por un enmascarado. Muy pronto descubriremos que la autora del robo es Jen Yu (Ziyi), la hija del gobernador, insatisfecha con los planes matrimoniales que debe aceptar. No obstante, el papel de villano recae en la perversa Zorro de Jade (Cheng Pei-pei), quien fingía ser la ayudante de cámara de Jen Yu. A lo largo de la historia, esta última duda entre seguir las malvadas enseñanzas de Zorro de Jade y aceptar la redención de la mano de los dos protagonistas. Para complicar las cosas, en otro momento de la historia, Jen acaba enamorándose de un bandido del desierto, Lo (Chang Chen).

¿Algo más sobre la película? Sí. Otro dato, muy significativo. Al margen de su origen literario, Tigre y dragón tiene un antecedente comercial muy claro: la producción animada Mulan (1998), que había permitido a Disney consolidar en el imaginario occidental el estereotipo de la guerrera china.

Desde el punto de vista industrial, Tigre y dragón planteó una novedosa alianza entre una compañía china (China Film Co-Production Corporation), tres norteamericanas (Columbia Pictures Film Production Asia, Sony Pictures Classics y Good Machine), una de Hong Kong (EDKO Film) y la taiwanesa Zoom Hunt International Productions. A lo largo de ocho meses, la cinta se rodó en distintos rincones de China, desde el desierto de Gobi hasta Beijing.

Otro de los puntos a favor de la película fue su banda sonora, ideada por un compositor de música sinfónica, Tan Dun, y reforzada por un solista de lujo: el cellista Yo-Yo Ma.

El guión de la película se debe a dos veteranos escritores, muy vinculados a la carrera de Ang Lee: el taiwanés Wang Hui-ling, en cuya trayectoria figuran películas como Deseo, peligro (2007), y el estadounidense James Schamus, guionista de El banquete de boda (1993), La tormenta de hielo (1997), Cabalga con el diablo (1999), Hulk (2003), Destino: Woodstock (2009) y La hija del Rey (2022).

Ang Lee (director): Tigre y dragón se rodó con un estilo realista, como mis anteriores películas, pero las emociones que expresa sí son reales. El argumento está coreografiado tomando el patrón de las artes marciales, y a la vez las peleas nunca son simplemente patadas y puñetazos, sino también un medio para que los personajes expresen sus circunstancias y sus sentimientos. Al mismo tiempo, trabajar con el maestro de las artes marciales Yuen Wo-Ping y su equipo me permitió aprender una forma casi perfecta de hacer cine, donde las imágenes y el montaje son como el baile y la música. Para mí, fue un tremendo privilegio realizar esta película.

James Schamus (guionista): Siempre vimos Tigre y dragón como un Sentido y sensibilidad con artes marciales

Ang Lee: Creo que en el fondo se parecen mucho. Sólo que cinematográficamente parecen muy diferentes. Hay «sensibilidad», una fuerza apasionada y romántica; si enloqueces con ella puede ser destructiva. Por otra parte hay «sentido»: contención, código social, obediencia, represión. Mis películas siempre parecen tratar sobre el modo en que estos conflictos se resuelven por sí solos. Una cosa que es diferente es que nunca había ido tan lejos con el romanticismo como con esta película.

James Schamus: Además también toma un giro femenino decisivo. La película presta una atención realmente cuidadosa a los personajes femeninos.

Ang Lee: Bueno, esto ya encaja con mis otras películas. Las mujeres hacen muchas cosas que hacen los hombres en este género. Abrazan el Tao, participan en duelos. Las mujeres son valientes y toman decisiones, de una u otra forma.

Las artes marciales siempre han sido uno de los principales espectáculos en la sociedad china, tanto en la ficción popular como en las películas. Siempre es un género preponderante. Crecí con él. Tenía fantasías sobre las cosas que quería probar aquí. Es un mundo ficticio. Tiene una ley propia y también un lenguaje cinematográfico característico. Es un mundo fascinante, donde la gente puede volar, y puede pasar cualquier cosa. Hay una parte de mí que cree que si no haces una película de artes marciales, no eres un director de cine de verdad. Es pura energía cinematográfica –brutal, divertida, atractiva–. Justo las razones por las que quieres ser un director de cine. Pero la gente tiende a menospreciar este género.

Quizá sorprendió que pudiera simplemente dejar lo que normalmente hago y hacer algo tipo serie B. Pero mientras lo estaba haciendo, ya no había escapatoria. Tenía que incorporar argumento, tenía que incorporar mujeres, tenía que incorporar belleza y cualquier cosa que creyera que le iba a añadir calidad.

La película una adaptación de la cuarta novela de una pentalogía escrita por Wang Du Lu, escrita antes de la Segunda Guerra Mundial. La leí en Taiwán a mediados de los noventa, cuando finalmente se permitió publicar libros que ya habían sido publicados en China. Me gusta este escritor y la forma nostálgica y a la antigua en que se acerca a la cultura clásica china. Hay cierto realismo en la novela. Tiene personajes femeninos destacables y un final trágico, dos cosas inusuales en las películas de artes marciales. De cualquier forma, tenía este proyecto en el corazón desde hacía tiempo. Rodé otras tres películas antes de empezar a hacerla.

El personaje de Jen ya salía bastante en la novela. Shu Lien (Michelle Yeoh) no. Y Li Mu Bai (Chow Yun Fat) no salía mucho en este episodio, era el personaje principal en el segundo. Tomé prestadas algunas cosas de allí, pero recree a Li y Shu Lien.

James Schamus: Existen novelas wuxia, un género basado en este tipo de héroes, que vivían en lo que es llamando el mundo jianghu [el universo de las artes marciales de la antigua China, una sociedad paralela de aventureros y rebeldes, al margen de la ley y expertos en las artes de la lucha. Se trata de un término muy vinculado a otro, wulin, que engloba a la comunidad de artistas marciales]

Ang Lee: El wuxia nos habla de guerreros de los tiempos de Confucio. Se trata de figuras de espíritu libre. Son como caballeros andantes, sin trabajo, sin lealtad al gobierno, rebeldes, de espíritu y corazón libre. Ese mundo jianghu es muy popular en la cultura china. Representa los sueños hechos realidad, como sugiere el personaje de Li Mu Bai, un desfacedor de entuertos, fiel a la palabra dada.

Las novelas wuxia tienen algunas premisas, como superar tus habilidades a través de la práctica de las artes marciales y superar obstáculos. Existe una habilidad sin límites. Continúas superándote a ti mismo a través de las artes marciales, y llegas a conseguir el éxito final, a través de esta superación… Este es un tema constante.

James Schamus: Y en este caso en concreto, la influencia taoísta…

Ang Lee: La fuerza interior, que en esencia es la búsqueda de la nada, del vacío, para encontrar tu fuerza interior. Porque tienes todas las tensiones de las emociones externas, relaciones externas complejas. Toda tu fuerza se va en direcciones diferentes y te descentra. Si puedes deshacerte de todas las tensiones y concentrar toda tu energía en un único canal, crearás un poder y una sabiduría tremendos. Ese es el estilo de las artes marciales, el estilo Wudan, contra el Shaolin, que es más violento, basado en la fuerza externa. La tradicional división en las artes marciales es Wudan para la fuerza interior y Shaolin para la fuerza exterior.

La esencia de la filosofía china, en las artes marciales y en todo tipo de filosofías, es buscar la armonía e intentar reducir los conflictos. Como todo el mundo tiene un Buda en su alma, posee en su interior un poder ilimitado que puede liberar.

El encargado de las coreografías, Yuen Wo-Ping, es uno de mis héroes. Él hizo la película que lanzó a la fama a Jackie Chan, El mono borracho en el ojo del tigre (1978). Cuando se trata de coreografía, creo que es de los mejores. Jackie Chan es grande, pero es un estilo diferente. Y Yuen Wo-Ping cuida el estilo clásico de las artes marciales. Tiene clasicismo y belleza.

James Scahmus: En ese sentido, Tigre y dragón no es una película de kung fu, en el sentido que asociamos con peleas callejeras. Esta película subraya la fuerza interior y la serenidad. Ahí es cuando entra en juego una coreografía más romántica y también la danza.

Ang Lee: Quería probar algo diferente. Incluso las estrellas de cine como Michelle Yeoh, primero han sido bailarinas cualificadas. Y Chow Yun Fat nunca había tocado una espada en toda su vida. En primer lugar y por encima de todo son unos actores magníficos. Utilicé mucho cable para los saltos, más del que había utilizado nunca Yuen Wo-Ping. Dos de las luchas culminantes implican a dos mujeres. Él es famoso por sus combates realmente masculinos. Y los movimientos de cámara son más elaborados, la iluminación, la belleza, la estética… Eso no es lo que normalmente buscan las películas de artes marciales.

James Schamus: En este film, las interpretaciones, el argumento tienen una especie de coreografía de artes marciales en su interior, tienen esa especie de grandeza. Y las propias artes marciales son como una danza, un tipo de arte muy abstracto: movimiento, montaje, movimiento, imagen…

Ang Lee: A través de las artes marciales expresas cómo te sientes en vez de simplemente pegar a alguien. Hay una cualidad dramática en ellas.

James Schamus: La gente está expresando donde está, sus ambigüedades y ambivalencias, los conflictos que siente. En la mayoría de las peleas en esta película, las personas no pueden luchar al 100 por 100 porque emocionalmente están rotas. Por eso, la lucha es una manera de pensar, de sentir y de relacionarse.

Ang Lee: Tigre y dragón demandó mucho tiempo, y algunas veces incluía escenas peligrosas. Tenías que tener cuidado con la seguridad de la gente. Los actores hacían cualquier cosa para satisfacerte y podían cansarse y perder la concentración. Especialmente cuando se les pedía que pusieran la interpretación por encima de las escenas de acción. Esto exigía mucha energía, muchas tomas…

James Schamus: Este film se rodó en casi todos los rincones de China, incluyendo el desierto de Gobi, la meseta Taklamakán y el norte del Tibet, cerca de la frontera con Kurdistán. Estuvimos durante un tiempo en Urumchi, donde todas las señales de las calles están en chino y en árabe, al sur del bosque de bambú en Anji. Y asimismo, al norte de Cheng De, donde se encuentra el famoso palacio de verano. Es una maravilla, y por eso muchas de las escenas están filmadas allí. El trabajo de estudio se hizo en Pequín, grabamos la música en Shanghai, e hicimos la postproducción en Hong Kong. Se unieron aquí todas las imágenes concebibles que puedas tener de China.

James Schamus: Cuando Chow Yun Fat voló hacia Pequín, literalmente cerraron la aduana del aeropuerto durante cuarenta y cinco minutos.

Ang Lee: Mientras todos los oficiales de las aduanas se ponían en fila para pedir un autógrafo.

James Schamus: Ese es el nivel de popularidad que tenía.

Ang Lee: En el rodaje fue como el Sr. Perfecto. Era muy noble. Se sabía los nombres de todo el equipo técnico.

James Schamus: Su esposa se iba un momento del rodaje, y dos minutos después él podía estar suspendido de un cable a 70 pies. «¿Dónde está mi esposo? Oh, Dios ¿qué estás haciendo allí arriba?»

Ang Lee: Cabeza abajo.

James Schamus: Hubiera hecho cualquier cosa por la película

Ang Lee: Chow Yun Fat se preparó durante dos meses. Michelle Yeoh durante cinco. Y la primera semana se rompió la rodilla.

James Schamus: Voló a Baltimore, donde su novio era un cardiólogo en el hospital Johns Hopkins, y cuidaron de su rodilla y volvió otra vez a Pequín. Estaba de nuevo en el trabajo en dos semanas. Michelle es increíble. Zhang Ziyi, que interpreta a Jen, era una bailarina antes de esto…

Ang Lee: Cuando estaba en el instituto, y después fue a una escuela de arte dramático en la facultad, y estaba en su tercer año de universidad. Necesitamos un permiso especial de la escuela para que la dejaran salir. Tenía 19 años. Zhang Yimou me llamó por teléfono diciendo «¿Quieres ver a esta actriz? Lo hace bien en nuestra película». Y pocas semanas después, hice un par de pruebas de cámara. Se entrenó menos de dos meses. Pero también entrenaba durante el rodaje.

James Schamus: La música de Tigre y dragón surge de las grandes tradiciones chinas y también de la música orquestal de Occidente. Aquí la música pop y la étnica funciona unida. Fue escrita por Tan Dun, quien compuso la última ópera de Peter Sellars, Peony Pavillion, y fue director musical en Tanglewood. Trabaja en China y en Estados Unidos. Y el gran Yo-Yo Ma interpreta los solos de violoncelo.

James Schamus: Originalmente enfocamos el guión a través de una fuerte narrativa. Pero cuando se tradujo el guión del inglés al chino, se hizo evidente que había gran parte de la base cultural que había desaparecido en el guión original inglés, porque no nos habíamos fijado en cómo la textura, tanto verbal como física. Por eso, Wang Hui Ling, un escritor asentado en Taiwán, hizo una importante reescritura de la película. Y cuando lo volvimos a traducir, pude asimilar una gran cantidad de información con detalle y sentimientos, como nunca había hecho antes. Y después volvimos al guión para reestructurarlo narrativamente, para acercarlo un poco más a la forma narrativa occidental. Estos movimientos en estos dos cambios realmente se aceleraron cuando empezamos la producción. Literalmente fue viajar una y otra vez a las escenas escritas en China.

Ang Lee: Yo era el tipo que estaba en medio de todos los diferentes escritores, que estaba en medio de los dos mundos.

James Schamus: El inglés sólo tiene unos pocos siglos. Actualmente estoy leyendo Beowulf, que tiene unos 1200 años, e incluso tiene que ser traducido al inglés contemporáneo para poder ser entendido. Cuando alguien dice alguna cosa en esta película, las palabras que dice el personaje, tienen raíces de 5.000 años, si no más. El chino inherente en cada palabra de este film tiene capas y capas de cultura y significados. Simplemente no existen para un oído occidental. Es una de las verdaderas ironías de esta película. Aunque la coescribí, nunca acabé de entender en su totalidad todos sus significados.

Ang Lee: En chino el significado del título se ve fácilmente, porque Jen tiene el nombre «dragón» unido a su propio nombre, Y Lo, su amante, es el pequeño tigre. Estos son significados muy obvios para los chinos. Pero Tigre y dragón también sugiere que bajo la superficie social se mueve alguna cosa más. Todo el mundo en la película es una especie de dragón escondido. Li Mu Bai y Shu Lien tienen los papeles de modelos. Tienen que reprimir sus deseos. Eso es lo que cuenta en su trabajo y su estilo de vida. Es una cualidad de cómo se ven a sí mismos. Quizás sólo se expresan totalmente cuando luchan.

Nuestros personajes mayores sienten la sensación de pérdida e intentan agarrarse bien. Los más jóvenes reflejan algo juvenil y apasionado. Jen es una persona enérgica. Se enfrentará a cualquier cosa que interfiera en su camino. En cierto modo ella es la mala de la película, pero una mala agradable. Es consecuente consigo misma. Amable pero rebelde, a veces, problemática, una fuerza de destrucción. Igual que Lo. Pero al mismo tiempo también sienten la fuerza de lo correcto y del sentido común.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes y las declaraciones de Ang Lee y James Schamus © Sony Pictures Classics, Columbia Pictures Film Production Asia, Good Machine International, Edko Films, Zoom Hunt, China Film Co–Production Corp. y Asia Union Films & Entertainment Ltd. Cortesía de Lauren Films. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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