En 1981 se detectó un fenómeno tan novedoso como refrescante en el mundo de la distribución y venta de comic-books: la aparición por todo el país de una red de varios cientos de tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de tebeos y productos relacionados con ellos. Estos establecimientos contaban con distribuidores de comic-books diferenciados de aquellos que suministraban material a los quioscos.
Este cambio permitió que se desarrollara un nuevo mercado de venta y distribución al margen de los canales tradicionales. De hecho, una de las razones del crecimiento y el éxito de estas nuevas tiendas fue la gradual desaparición de los puntos de venta de cómics en las pequeñas tiendas en las que los norteamericanos siempre los habían adquirido.
Marvel se aprovechó pronto de este nuevo panorama lanzando el primer número de una serie, Dazzler (marzo de 1981), con la que se pretendía probar la fuerza de ese nuevo mercado de tiendas especializadas o mercado directo. Aquel cómic se vendió exclusivamente a través de ese canal y los ejecutivos de la editorial se quedaron de piedra al ver las cifras: más de 400.000 ejemplares, casi el doble que cualquier colección normal de la casa.
En ese entorno, aparece un nuevo jugador. En 1971, dos hermanos entonces adolescentes, Steve y Bill Schanes, fundan Pacific Comics y empiezan a vender comic-books por correo. En 1974 abrieron la primera de su cadena de tiendas, un movimiento pionero que, como hemos apuntado arriba, resultó un acierto. Desde ese momento y hasta 1980, el número de tiendas especializadas en el país pasó de 300 a 1.500, y Pacific se había aprovechado de su iniciativa pionera para crecer muchísimo. Así que en 1981 deciden dar el salto a la edición.
No fueron los primeros distribuidores en convertirse en editores. De hecho, fue la iniciativa de Capital Comics de editar y distribuir Nexus la que inspiró a los hermanos Schanes a seguir idénticos pasos. Convencieron a Jack Kirby para que saliera de su retiro y realizara para ellos Captain Victory and the Galactic Rangers (noviembre 1981), que se convirtió en el primer cómic con material nuevo publicado por una compañía independiente y cuyos derechos pertenecían al autor.
Fue el pistoletazo de salida. El éxito de Pacific (que vendió 110 copias de aquel primer número de Captain Victory) demostró que había otra forma de hacer las cosas en un mercado tradicionalmente dominado por las dos grandes, Marvel y DC. Las consecuencias fueron inmensas: propició la aparición de otras compañías independientes que operarían en el mismo mercado directo (Eclipse, Comico, First, Kitchen Sink, Eagle Comics,…) y que atraerían tanto a autores noveles como a veteranos; y animó a las principales editoriales a introducirse con más fuerza en ese creciente segmento de la industria e imitar ciertas políticas de sus competidoras más pequeñas, como el respeto a los derechos de autor o la utilización de mejor papel en algunos de sus títulos.
Para 1984, Pacific Comics, la primera editorial independiente, había lanzado más de veinticinco títulos en los que habían podido verse el trabajo de autores como Mike Grell, Dave Stevens, Richard Corben, Neal Adams, P. Craig Russell, John Byrne, Sergio Aragonés o Arthur Adams. Fue en esa euforia que apareció el cómic que ahora nos ocupa, Pathways of Fantasy, una colección editada por Bruce Jones que imitaba los pasos de sus hermanas Alien Worlds en el campo de la ciencia ficción y Twisted Tales en el del terror: antologías bimensuales de historias cortas firmadas por autores conocidos.
Todas aquellas antologías de Pacific estuvieron supervisadas por la pareja –literalmente, puesto que se casaron en 1984– compuesta por Bruce Jones y April Campbell. Con ellas se pretendía recuperar en clave moderna el espíritu de los vanguardistas cómics de la EC de los cincuenta. Y para ello se optó por un formato de lujo: papel Baxter (de mayor espesor que el del comic-book tradicional y, por tanto, de más resistencia al envejecimiento), mejor calidad de reproducción, portadas pintadas, un color muy cuidado y contenido adulto que obligaba a colocar en portada la leyenda Recommended for Mature Readers.
Se trataba de imitar la línea marcada por el magazine Epic Ilustrated (1980–1986) de Marvel, solo que reduciéndolo a formato comic-book, dividiéndolo en tres títulos…y mejorando el nivel de los guiones, la mayor parte de los cuales recaían en el propio Bruce Jones, un auténtico maestro en el formato de historieta corta. Jones y Campbell hicieron su trabajo tan bien que no tuvieron dificultad en atraer a algunos de los mejores dibujantes del momento.
Como ejemplo de todo lo dicho, valga como ejemplo este cómic que ahora comentamos, Pathways to Fantasy. El número uno, fechado en julio de 1984, demuestra lo en serio que aquellas editoriales independientes y Pacific en particular se tomaban no sólo el cómic, sino al lector. Diez años más tarde Image volvería a revolucionar la industria pero mientras ésta sólo consiguió consolidar un puñado de títulos que sobresalieran por encima de la mediocridad general del material que ofrecían al tiempo que se aprovechaban de la fiebre especuladora vigente entonces, compañías como Pacific se esforzaron por atraer a creadores de calidad contrastada ansiosos no de imitar lo que ya habían hecho para Marvel o DC, sino de realizar material original dirigido a un público más exigente y adulto.
Para empezar, la portada es simplemente maravillosa, una ilustración firmada por un Barry Smith pletórico que también se encargaría de dibujar la primera historia, Stalking, escrita por Bruce Jones, sobre la relación de un hombre y un lobo perdidos en el desierto. Goblin Market, un cuento de la escritora victoriana Christina Rosetti ilustrado por un John Bolton en su mejor momento. A Night to Remember, de Jeff Jones, es una experimental mezcla de dibujos y prosa que ni aun hoy tendría cabida en cualquiera de los sellos de las grandes editoriales. Hunger es quizá el relato más flojo de los cuatro, dibujada por Lela Dowling. Cerrando el cómic encontramos una mini-historieta de tan sólo dos páginas pintada por Scott Hampton y que muestra esa mezcla de humor, terror y final sorpresa tan característica de su guionista, Bruce Jones.
Por desgracia, los lectores se quedaron sin saber si los editores lograrían mantener el impresionante nivel del número uno, porque la colección nunca llegó a contar con un segundo. La situación financiera de Pacific se deterioró debido a que las tiendas no le pagaban a tiempo y ello provocó a su vez problemas organizativos y retrasos en los lanzamientos de series comprometidas con autores que acabaron llevándoselas a la competencia. Ésta, además, era cada vez más nutrida y, para colmo y desconfiando de que la distribuidora propiedad de Pacific les atendiera debidamente, todas esas nuevas compañías desertaron hacia otros distribuidores.
En verano de 1984, los cómics de Pacific aún eran rentables, pero su rama de distribución debía cientos de miles de dólares y en septiembre se declaró en bancarrota. Algunos de sus títulos acabaron en manos de Eclipse, como Alien Worlds o Twisted Tales, todavía dirigidos por Bruce Jones y April Campbell. Pero por desgracia, no fue el caso de Pathways to Fantasy, que a diferencia de las mencionadas no había demostrado aún su viabilidad comercial.
Barry Windsor-Smith, Jeff Jones, John Bolton, Scott Hampton… difícilmente podía obtenerse una combinación mejor por el dólar y medio que costaba este cómic. Treinta años después de su edición original, Pathways to Fantasy nº 1 sigue siendo una pequeña joya que cualquier lector amante del cómic bien hecho agradecerá rescatar.
Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.