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Los cowboys, las primeras estrellas del western

En los primeros pasos de este género cinematográfico, tres fulgurantes estrellas crearon escuela: “Broncho Billy”, William S. Hart y Tom Mix.

Además del trabajo de pioneros del cine como Edwin S. PorterDavid Wark Griffith y Thomas Harper Ince, el género del western creció y se enriqueció gracias a las indispensables aportaciones de tres prolíficos cineastas que se convirtieron en iconos del mismo: las estrellas cowboys Gilbert M. Anderson (1880-1971), William S. Hart (1864-1946) y Tom Mix (1880-1940).

“Broncho Billy”, una estrella temprana

Los inicios de la carrera de Gilbert M. Anderson (variación de su nombre real Gilbert Maxwell Aronson) están ligados a la compañía de Thomas Edison. Como actor, participó en el reparto de la emblemática El gran robo del tren (The Great Train Robbery, Edwin S. Porter, 1903), normalmente considerada la película inaugural del género del western (si bien había habido otras escenas previas, pero no tan complejas).

Además de actuar, Anderson comenzó pronto a trabajar como guionista, director y productor. En 1907 fundó junto con su amigo George K. Spoor la compañía Essanay, cuyo nombre hacía referencia a las iniciales de ambos (pronunciadas «S and A«). Essanay produjo cientos de cortometrajes de western.

Anderson tomó su famoso apodo de Broncho Billy and the Baby, una historia del escritor Peter B. Kyne que había sido publicada en The Saturday Evening Post en 1910, empleándolo por primera vez en Broncho Billy’s Redemption (1910). Con este sobrenombre escribió, dirigió y protagonizó una abultada lista de películas, como por ejemplo Broncho Billy’s Christmas Dinner (1911), Broncho Billy’s Heart (1912) o Broncho Billy’s Oath (1913).

Los roles de «Broncho Billy» eran muy diversos, pudiendo ser presentado unas veces como héroe y otras como forajido. Uno de sus personajes más representativos es el del «bandido de buen corazón» («good badman«), que se arrepentía de sus delitos y pretendía rehabilitarse. Temas tan representativos para el western como la venganza, el conflicto entre la ley escrita y la justicia, la redención y el perdón, eran usuales en sus películas.

A pesar de sus distintas personalidades, la imagen de «Broncho Billy» como cowboy rudo y torpe no varió apenas mientras permaneció en escena (durante las dos primeras décadas del XX).

William S. Hart, un vaquero maduro

El actor de teatro William Surrey Hart fue descubierto por el cineasta Thomas H. Ince. Sin embargo, pronto adquirió entidad por sí mismo y se convirtió en una figura vital dentro de la evolución del western. En sus películas –además de protagonizarlas, Hart colaboraba en los guiones y usualmente hacía de director y productor– ofreció su visión peculiar del Oeste, un paisaje hostil y salvaje que condicionaba a sus ocupantes.

William S. Hart supuso «la personificación del fuerte, silencioso y, a menudo, sacrificado héroe del Oeste de las pantallas» (1). Al igual que hiciera «Broncho Billy» (al que desbancó en popularidad), interpretó en muchas ocasiones el rol de good badman, aunque sus personajes adquirieron mayor profundidad psicológica.

Los westerns de Hart se alejaron de la visión juvenil dominante en el género, inclinándose por un tratamiento más realista, sombrío y maduro y otorgando más importancia al argumento que a la acción.

Uno de sus filmes más relevantes fue Los pilares del infierno/Las bisagras del infierno (Hell’s Hinges, Charles Swickard y William S. Hart, 1916), en el que la figura de la mujer se desgajaba en una dualidad (2): la dama redentora (Clara Williams) y la malvada «vampiresa» de saloon (Louise Glaum).

Su último western fue El hijo de la pradera (Tumbleweeds, King Baggot y William S. Hart, 1925), obra espectacular que recreaba la histórica carrera de colonos acaecida en Cherokee Strip, en la que se disputaron las tierras recortadas al denominado «Territorio Indio» de Oklahoma.

El salvaje Oeste como espectáculo: Tom Mix

De todas las estrellas del western mudo, la más duradera fue Tom Mix. Si bien se inició en el cine en una fecha tan temprana como 1909, en la compañía Selig, su carrera se catapultó a partir de su contrato con Fox (firmado en 1917).

Al principio, la imagen de Tom Mix fue similar a la de sus contemporáneos «Broncho Billy» o William S. Hart, un vaquero de tratamiento realista, pero con el tiempo (y a medida que adquiría popularidad) se fue sofisticando, adquiriendo el aspecto de una estrella de rodeo.

Las películas de Mix destacaron por su espectacularidad y su trepidante acción. Aderezadas con peleas, llamativas acrobacias a caballo –muchas realizadas por el propio actor, que tenía amplia experiencia como jinete–, persecuciones y toques de comedia, constituían un divertimento apto para todas las edades (lo que no sucedía con los filmes de Hart, más amargos y oscuros).

Con Mix, el western se convirtió en leyenda. La estrella encarnó a un gallardo y pintoresco cowboy repleto de sentimientos y valores patrióticos. Sus héroes luminosos, sanos y atléticos no solían matar a nadie y generalmente vencían a los villanos a base de puñetazos. Su misma biografía fue retocada convenientemente, de tal forma que Mix fuera retratado como un héroe dentro y fuera de las pantallas.

Algunas de sus películas mudas fueron Sky High (Lynn Reynolds, 1922), El gran robo del ferrocarril (The Great K & A Train Robbery, Lewis Seiler, 1926) y The Last Trail (Lewis Seiler, 1927). Su carrera prosiguió en el cine sonoro, siendo su última película El jinete alado (The Miracle Rider, B. Reeves Eason y Armand Schaefer, 1935).

(1) William K. Everson, El western de Hollywood. 90 años de cowboys, indios, bandidos, sheriffs y pistoleros además de otros héroes y villanos, Barcelona, Odín, 1994, p. 47.

(2) Para más información sobre el papel simbólico de la mujer en western, recomiendo la lectura de mi artículo “Mujeres del Far West. Estereotipos femeninos en el cine del Oeste”, publicado en la revista Área Abierta y disponible en este link.

Copyright del artículo © Lola Clemente Fernández. Reservados todos los derechos.

Mª Dolores Clemente Fernández

Mª Dolores Clemente Fernández es licenciada en Bellas Artes y doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis “El héroe en el género del western. América vista por sí misma”, con la que obtuvo el premio extraordinario de doctorado. Ha publicado diversos artículos sobre cine en revistas académicas y divulgativas. Es autora del libro "El héroe del western. América vista por sí misma" (Prólogo de Eduardo Torres-Dulce. Editorial Complutense, 2009). También ha colaborado con el capítulo “James FenimoreCooper y los nativos de Norteamérica. Génesis y transformación de un estereotipo” en el libro "Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena" (CSIC, 2009), de Juan J. R. Villarías Robles, Fermín del Pino Díaz y Pascal Riviale (Eds.). Actualmente ejerce como profesora e investigadora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).