“¿Por qué parecemos todos unos muebles moribundos? ¿Por qué nada es importante?” (La virgen y el gitano, de D.H. Lawrence)
David H. Lawrence se ha convertido en mi escritor de cabecera en los últimos meses. En él está casi TODO lo que ahora me interesa, básicamente la dicotomía instinto contra razón. Creo que es el escritor más moderno que yo he leído (moderno en el sentido de VISIONARIO) y me encanta cómo usa todos los sentidos para escribir (y cómo apela también a todos).
Hasta tal punto me fascina, que estos días ando leyendo a dos manos y al tiempo sendas traducciones de La virgen y el gitano, una de sus novelas cortas. En una mano, la edición compilatoria de sus novelas breves en Random House Mondadori (2007), al cuidado de Pilar Mañas y con la traducción (esa novela concreta) de Pablo Mañé Garzón, aparecida por vez primera en 1980; en la otra mano, la versión de la Editorial Impedimenta, con traducción de 2008 a cargo de Laura Calvo Valdivieso.
Reconozco que esta última es más digerible: divide en frases cortas al tiempo que esponja las especificaciones, y desmenuza el contenido en dosis más correctas para un lector “actual”, aunque a veces se nota demasiado que ha tenido de referencia (por decirlo suavemente) la traducción de Mañé Garzón; con todo y ser más embrollada, prefiero la versión de este último: es más literatura. O al menos yo aprendo más como escritor no domesticado por las “buenas maneras” circunstanciales de mi tiempo (presente).
Pero la cuestión que provoca este texto mío no es valorar una traducción por encima o debajo de la otra: que cada cual busque la que le lata. Lo que me sorprendió fue una de las pocas diferencias remarcables entre ambos textos vertidos al castellano, diferencia reiterada en dos ocasiones a lo largo del capítulo VI. Vean (modo figurado de indicar que lean) esta frase de la versión “antigua”: “La judía estudió su rostro con la peculiar audacia burguesa de las de su raza”.
Vean ahora la versión moderna de la ¿misma? frase: “La judía estudió su rostro con la peculiar audacia burquesa que tienen las de su religión”.
Vaya. Ya estamos con la diferencia entre raza y religión. Aplicado a la realidad, un terreno pantanoso donde los haya y donde no me apetece incursionar a ciencia cierta de quedar empantanado.
Volviendo a los libros, más adelante vuelve a haber disparidad de criterios, pero esta vez con otra ¿raza? ¿religión? Veamos: “(El gitano) se había vuelto inaccesible. Su raza llevaba mucho tiempo con su peculiar lucha contra la sociedad establecida…”, en versión Mañé Garzón; “Él también se había vuelto inaccesible. Los de su religión llevaban también mucho tiempo enzarzados en su peculiar lucha contra la sociedad establecida…”, en versión Calvo Valdivieso.
Anda. Ambos traductores también se pelean por definir a los gitanos como “raza” o “religión”. Aquí, aplicar el concepto religioso como el estrictamente definitorio de la estirpe/comunidad (por usar otros dos conceptos de una connotación biológica frente a una neutra) gitana me suena, si no falaz, sí poco ajustado al uso común tradicional.
Pero a mí esa dicotomía, como lector, en realidad me la suda… Lo que me interesa a estas alturas es saber qué escribió D. H. Lawrence realmente. Pues, queridos y queridas, helo aquí:
Caso 1) “The Jewess searched his face with the peculiar bourgeois boldness of her race.”
Caso 2) He too had gone inaccessible. His race was very old, in its peculiar battle with established society…”.
Por favor, no adulteremos los clásicos con nuestras modas morales.
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.