En el Diccionario nacional o Gran diccionario clásico de la lengua española (Madrid-París: Establecimiento de Mellado, 1853), de Joaquín Ramón Domínguez, se nos dice que baremo es un «Libro elemental de aritmética, así llamado del nombre de su autor».
Nos proporciona algún dato más el Diccionario enciclopédico de la lengua castellana (París: Garnier Hermanos, 1895), de Elías Zerolo, donde la voz se explica del siguiente modo: «baremo: [de Barreme, n. pr.] m. Galicismo que usan algunos por tabla de cuentas ajustadas».
Una vez conocido el nombre propio del cual deriva el vocablo de marras, la pesquisa etimológica nos lleva al DRAE de 1992, que propone tres definiciones principales «Cuaderno o tabla de cuentas ajustadas», «Lista o repertorio de tarifas» y «Conjunto de normas establecidas convencionalmente para evaluar los méritos personales, la solvencia de empresas, etc.». Como queda de manifiesto, nada se dice ya del personaje a quien debemos este sustantivo tan eufónico.
La duda es de fácil solución. El matemático francés François-Bernard Barrême (1638-1703) fue el inventor del barrême, el sistema de contabilidad que mencionaba el diccionario de Domínguez y que originó el neologismo. A todo esto, recabando datos sobre este sabio descubrí no hace mucho que el catálogo de un librero-anticuario incluía entre sus ofertas un pedagógico ejemplar de L’arithmétique, ou le livre facile pour apprende l’arithmétique de soi même, sans maître, en edición bruselense de 1771. Como se ve, la búsqueda de una palabra puede brindar felicidades como ésta a los bibliófilos.
Digresiones al margen, lo que nadie puede ignorar es la importancia de algunos matemáticos a la hora de acuñar conceptos que sobrepasan las fronteras de su gremio. Pensemos, por ofrecer dos ejemplos, en el álgebra booleana, según el diseño del británico George Boole (1815-1864) o en el adjetivo cartesiano, mucho más extendido, aun a pesar de que algunos hablantes lo utilicen sin haber leído jamás al francés René Descartes (1596-1650).
Por supuesto, es aún menos conocido Barrême, y eso que su nombre, «entre proverbial y técnico, se aplicó a los libros análogos al suyo y luego a los calculadores hábiles. Compter comme Barrême fue una expresión popular que implicaba la idea de una ciencia infalible en las operaciones aritméticas» (Néstor Luján, Cuento de cuentos. Origen y aventura de ciertas palabras y frases proverbiales, Barcelona: Folio, 1994, p. 29).
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí, con el seudónimo «Arturo Montenegro», en el Centro Virtual Cervantes, portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas. Reservados todos los derechos.