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La Venecia esotérica de Corto Maltés

Hugo Pratt, el creador de los cómics de Corto Maltés, está considerado uno de los grandes novelistas gráficos del siglo XX. También fue alguien apasionado por el esoterismo. Ingresó en la masonería, dentro de la logia Hermes, dependiente de la Gran Logia de Italia. Y, obviamente, esto se reflejó en su obra. Especialmente, en Fábula de Venecia (1977).

Pratt se consideraba veneciano de adopción. Según cuenta en “La herencia de mi abuela”, prólogo de la obra mencionada, su vínculo con la ciudad nace de sus vivencias infantiles por los lugares más oscuros y sugerentes de la ciudad de los canales, allí donde reside el misterio y donde Pratt se inició en la historia esotérica de Venecia.

La acción del cómic transcurre en algún momento de la década de 1930. Corto Maltés ha llegado a la ciudad siguiendo la pista de una esmeralda de valor incalculable, la “clavícula de Salomón”, y en su búsqueda se las habrá de ver con figuras reales, como los fascistas que rondan las calles en busca de camorra, y personajes de otro tiempo que le acompañan, como Hipazia, un alter ego de Hipatia de Alejandría, que le guía en su ruta por Venecia, o como el escritor inglés Frederick Rolfe, conocido como barón Corvo, quien le indica que la esmeralda se halla dentro de una escultura de león que ha de encontrar.

El primer lugar que visitará será la iglesia de San Pietro di Castello, donde Corto inspecciona una lápida funeraria de origen árabe. De allí se dirigirá al Arsenal, donde Hipazia le ha señalado la existencia de leones griegos con inscripciones en caracteres rúnicos.

Corto se dirige en góndola al gueto judío de Venecia para encontrarse con Melchisedech, un anciano sabio que le revela que la esmeralda que busca es la piedra que Satanás le dio a Lilith, la primera mujer de Adán, y le advierte de que sus poderes son muy peligrosos. La piedra ha recorrido la historia de la humanidad pasando de mano en mano, desde Salomón hasta los gnósticos que rendían culto a Abraxas, pasando por el evangelista Marcos, patrón de Venecia, cuyo símbolo es precisamente un león alado.

Es así como Corto se pone tras la pista de una gema gnóstica con la figura de Abraxas; Melchisedech le confirma que existen dos de esas gemas en Venecia. La historia transcurrirá a partir de ahí entre encuentros y desencuentros con los fascistas, grupo que también había seguido la pista de la clavícula de Salomón.

Conectar los puntos de la aventura significa recorrer las calles menos transitadas pero más cargadas de historia y misterio de la ciudad de los canales. Existen guías especializadas en la Venecia esotérica de Corto Maltés y rutas organizadas por agentes locales que saben del turismo alternativo.

Tal y como hiciera Pratt, alojarse por unos días en la ciudad de los canales siguiendo la búsqueda iniciada por Corto Maltés se antoja una adecuada transición para ese primer contacto con la historia profunda de ese lugar.

«En la Fondamenta que va hacia la Madonna dell’Orto y San Marsilian ‒nos dice Pratt‒, hay un palacio con una cruz teutónica, una rosa y un camello de piedra. A mucha gente, esto no le dirá nada; pero, cuando se es veneciano de corazón, se comprende enseguida que detrás de un símbolo teutónico se esconde seguramente un enigma; un rosal que se enrosca en torno a una cruz vendrá a añadir misterio. La presencia de un camello acabara de seducir del todo el alma de un veneciano, infinitamente inclinada hacia cuanto suponga intriga.» (“La herencia de mi abuela”)

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Rafael García del Valle

Rafael García del Valle es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. En sus artículos, nos ofrece el resultado de una tarea apasionante: investigar, al amparo de la literatura científica, los misterios de la inteligencia y del universo.