Soy muy fan de toda la saga La purga, con un entusiasmo adolescente.
Me entusiasma que una saga que empezó con una premisa maravillosa y una mediocre primera entrega (nada casualmente la más serie A de todas: porque como serie A, ¡The Purge no funciona!) haya apostado por la metáfora política sin medias tintas ni poses de qualité, sino desde la trinchera de lo macarra, lo grotesco y la militancia en el cine de violencia y terror.
Esta franquicia, muy controlada por su inventor, cuenta hasta ahora con cuatro películas y una serie de dos temporadas:
The Purge (2013), conocida La noche de las bestias en España y La noche de la expiación en Perú. James DeMonaco guioniza y dirige este pistoletazo de salida, que se salva porque la idea de partida es fabulosa. Una primera mitad muy convincente se diluye en una conclusión del montón. Pese a ello, la noción de jugar a implantar un día al año donde ningún crimen sea castigado legalmente resulta tan atractiva y acoge TANTAS modalidades de historias, que el éxito y la continuación de la saga estaban garantizados.
The Purge: Anarchy (2014): cinematográficamente, con diferencia, la mejor de todas. Frank Grillo, que parece un Nuevo Romántico torturado porque le acaban de expulsar de Duran Duran en su crisis de los 90, pasea su fornido palmito junto a un reparto ajustado donde destaca la maravillosa Carmen Ejogo. DeMonaco logra un tono carpenteriano muy meritorio, una poesía del nihilismo que se pega a la retina y a los huesos. ¡Bravo!
The Purge: Election Day (2016): la magia no se repitió. Pese a centrarse de nuevo en el entrañable personaje que encarna Grillo, su responsable, DeMonaco, empieza a dar muestras de fatiga y desgaste. Algún apunte político interesante, alguna explotación más de la apuesta estética, y lamentablemente, poco más. Lo mejor: la facha de Donald Trump no hubiera desentonado en la congregación de los Nuevos Padres Fundadores.
The First Purge (2018): la inevitable precuela termina por ser el largometraje con menor vuelo visual, pero el más interesante desde su enfoque social ¡y el que más dinero ha recaudado, chupémonos ésa! Por primera vez, DeMonaco se ocupa solamente del guion y cede las riendas de la realización a Gerard McMurray, quien transforma la peli en un telefilme sin que le tiemble el pulso. Pero la trama y los puntos de vista resultan apasionantes por inesperados: la crónica de cómo el experimento de La Purga, financiado por un partido blanco y supremacista, se inicia en un barrio de población mayoritariamente negra, era carne de polvorín y funciona con ideas de guion extraordinarias. Ese chulo que pretende pasar la velada de la Purga en compañía de dos prostitutas, sin saber que éstas planean convertirle precisamente en su presa de la noche, es oro puro; o la ingenuidad bienintencionada de la científica detrás del experimento, encarnada por ¡Marisa Tomei!, quien se pasea ante la cámara con el aplomo de una actriz oscarizada entre currantes de nivel televisivo.
El filme fue recibido con mucha polémica (¿se olería algo DeMonaco y por eso cedió las riendas de la dirección a un realizador negro?), con acusaciones ridículas de racismo cuando la intención era todo lo contrario. Pero no ayudó, claro, establecer como protagonista a un proxeneta que se redime gracias a su antiguo amor del barrio. Hasta nueva noticia, Disney no está todavía por la labor de crear una película romántica con ese material.
The Purge, la serie, primera temporada (4 de septiembre de 2018-6 de noviembre de 2018): desarrollada todavía bajo la fértil actividad guionística de su creador original, esta primera tanda que, como era de prever, se desarrolla a lo largo de una noche con tres historias diferenciadas que más tarde convergen, supone otro bajón de la factura visual (se diría rodada hace un cuarto de siglo por alguna cadena de cable sin mucho presupuesto), pero sigue trufada de grandes hallazgos desde su libreto… como esa secta de idiotas suicidas que salen de excursión en plena vigencia de la Purga para ser sacrificados a hachazos con una sonrisa beata en el rostro. Más allá de cierta decepción en lo formal (decepción a la que contribuye el concurso de actores decadentes como William Baldwin: si Grillo parecía un exDuran Duran, Baldwin parece aquí un miembro de Spandau Ballet tras el fracaso de su carrera en solitario), el conjunto confirma que un espectador afín como yo podría comerse, feliz de la vida, una temporada de La Purga por año.
The Purge, la serie, segunda temporada (15 de octubre de 2019-17 de diciembre de 2019): DeMonaco sorprende con un giro de 180 grados y delega por primera vez el timón de la saga a otros guionistas. Además, renueva el enfoque visual, que gana mucho en empaque y dirección con respecto a la anterior temporada. La premisa también innova: ahora la historia arranca justo al final de una Noche de la Purga, y seguiremos a varios personajes afectados por esa jornada a lo largo del año siguiente. Rebaja un poco el terror en favor de la intriga y el elemento policial, pero el retrato de un adolescente introvertido que queda perturbado por haber descubierto su capacidad para matar y la intervención del tipo duro Max Martini, el Steve Forrest de nuestros tiempos, hacen muy agradable esta remesa, cuya conclusión moral además apabulla: según la última edición de La Purga, ¡¡¡LA VIOLENCIA DE FICCIÓN GENERA VIOLENCIA REAL!!!
La ironía de este mensaje es digna de aplaudir con los muñones.
PD. En 2021 se estrenó la quinta entrega de la saga: La purga infinita.
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