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«La leyenda de las cuatro sombras» (1984), de Carlos Trillo y Fernando Fernández

Fernando Fernández y Carlos Trillo. Con decir eso basta. Los buenos aficionados saben que hablamos de dos de los mejores creadores que ha tenido el cómic de habla hispana. En La leyenda de las cuatro sombras, ambos exhiben un talento difícil de igualar.

Viejos cuentos de hadas, interpretados desde una perspectiva adulta. De eso trata La leyenda de las cuatro sombras, originalmente publicada por entregas en Zona 84, la revista con la que el editor Josep Toutain quiso prolongar el legado de otra cabecera mítica: 1984.

Tres brujas, como las de Macbeth, inician a una joven cuando un misterioso caballero interrumpe su ceremonia. Se trata de un caído: un espíritu celeste que busca los tres elementos que constituyen su poder. Para recuperarlos, necesita la ayuda de tres perdedores como él.

Gracias a las brujas, encuentra a quienes han de participar en la búsqueda. Deor, el poeta que ha perdido la imaginación. Maldon, el rey que ha perdido la autoridad. Y Weland, el inquisidor cuya fe le ha abandonado.

El espíritu de blanca armadura emprende su búsqueda junto a esos tres desgraciados: un rey sin reino, un poeta sin rima y un sacerdote que no encuentra a Dios. Juntos visitarán enclaves prodigiosos, como la ciudad amurallada de Zobeida, donde reina en soledad la bellísima Egil, última soberana de esa tierra y guardiana de un sorprendente secreto.

En esta fantasía medieval, los giros de la trama sirven a un perfecto equilibrio entre ilustración y texto. Aventuras, sueños y magia se entretejen en una historieta repleta de referencias literarias. Si el conjunto recuerda vagamente el esquema argumental de El mago de Oz, no faltan alusiones cultas y esotéricas, como esa piedra de la locura que Carlos Trillo toma de un cuadro de El Bosco y que dio título a otra obra de la escritora argentina Alejandra Pizarnik.

Fernando Fernández, creador de hitos del tebeo español como Zora y los Hibernautas, pone de nuevo en práctica su estilo pictórico, y lo hace con la idoneidad, inspiración y sabiduría propias de un maestro. Su dominio de los pinceles resulta incontestable.

Fernández extrae de cada viñeta expresión, luminosidad y calidez, otorgando al conjunto un hechizo singular, que lo sitúa entre las cimas del cómic español. Y sin dejar el terreno estético, sorprenden las posibilidades cromáticas de una obra que, gracias a la cuidadosa paleta de colores, revela una acertada utilización del tono que mejor pueda acentuar el sentimiento predominante en cada episodio.

La leyenda de las cuatro sombras oscila entre la épica, el misticismo y la melancolía. Con una intensidad narrativa sin fisuras, que atrapa al lector de inmediato, la historia discurre ligera como un cuento donde el tiempo queda suspendido.

Y creedme, sería un relato infantil idóneo si no fuera por otro regalo de Fernando Fernández: un generoso muestrario de bellezas femeninas cuya apariencia está lejos de ser recatada. Poco más se puede pedir.

«¿Una fábula moral? ¿Un cambio de eje para las habituales historias de fantasía? ‒recordaba Trillo a propósito de este cómic‒ No sé, hace poco [en 2009] volví a leerla republicada por Glénat España y me parece que resiste el paso del tiempo, lo que no está mal. Nunca proyectamos volver a trabajar juntos con Fernando. Apenas nos conocimos personalmente. Él hizo alguna cosa más con guiones propios –recuerdo un suntuoso Drácula– y se retiró de la historieta hacia la ilustración y la pintura y falleció hace muy poco».

Sinopsis

Carlos Trillo retoma algunos elementos clásicos de las leyendas medievales para construir un guión en que entremezcla misterio, tensión y poesía con enorme maestría, y que Fernando Fernández remata con su siempre excelente dibujo.

Trillo (Buenos Aires, 1943) comenzó a trabajar en el medio gráfico en 1963, tras muchos años como lector profesional de historietas. En 1975 se lanzó a lo grande a ser guionista, con las series Un tal Daneri para Alberto BrecciaEl loco Chávez para Horacio Altuna. De entonces a hoy, Trillo se ha convertido, guión a guión, en un permanente ejercicio de profesionalidad y creciente calidad.

La cantidad y calidad de su obra es imposible de resumir. Baste con recordar algunas de sus creaciones: Alvar Mayor, Las puertitas del señor López, El último recreo, etc., colaborando con una mayoría de grandes dibujantes españoles, argentinos e italianos, con obras como Light & Bold, Clara de noche, La leyenda de las cuatro sombras y muchas más, que acreditan a Trillo como uno de los mejores guionistas actuales en lengua castellana, si no, simplemente, el mejor.

Fernando Fernández nació en Barcelona el 7 de Febrero de 1940 y es muy pronto, tan pronto como los 15 años cuando empieza a entintar fondos en Chispita de la editorial Grafidea o como a los 16 años que ya ha cumplido cuando escribe, dibuja y entinta una historieta de ocho páginas titulada Ghost Ship! que sería publicada en Inglaterra, México y España.

A partir de ahí empieza su trabajo a tiempo completo en la Agencia Selecciones Ilustradas de Josep Toutain, primero entintando Mister TV y Ray Comet para una editorial francesa, y después asumiendo un encargo para la editorial Fleetway de Londres. Más tarde comienza a publicar una tira diaria en el periodico Solidaridad Nacional sobre la biografía de la piloto Amelia Earhart.

Esporádicamente realiza portadas en blanco y negro para las colecciones Rosas Blancas y Hazañas del Oeste de Ediciones Toray, y también comenzará a colaborar para revistas de quinceañeras publicadas en Inglaterra por Fleetway tales como ValentineMarilyn y Roxy, donde seguirá durante más de una década. Es en estas publicaciones donde Fernando Fernández coincidirá con autores de la talla de MirallesPrunésClavéLongarón o Badía Camps.

A raíz de un viaje familiar a Buenos Aires, comienza su relación con revistas argentinas como GorriónPuño Fuerte o Tótem Gigante, que le darán la oportunidad de facturar historias cortas autoconclusivas de género bélico y ciencia-ficción y cuyos guiones escribirá el mismo, siempre sin abandonar su colaboración con Fleetway.

A la vuelta a Barcelona, en 1960 comienza a publicar en las revistas de aventuras bélicas de Fleetway, en concreto en Air Ace. En esta y en la otra cabecera, War Actions compartirá páginas con grandes historietistas ingleses, además de con Victor de La Fuente, que comenzaría al mismo tiempo que él para sumarse ambos a los españoles Manfred SommerJose Ortiz o Luís Bermejo y a otros como Hugo Pratt o Alberto Breccia.

También escribió guiones como los de la serie Suspense que otros dibujaron. Por ejemplo, Brocal o Rafael Auraleón, y los que se publicaron en War Actions por la mano de BuyllaPedro Añaños o él mismo.

A mediados de los años 60, Fernandez empieza a compaginar su labor de historietista con las de portadista de cualquier género e ilustrador en revistas de toda Europa. También empieza a despuntar su labor pictórica en multitud de exposiciones y certámenes, al tiempo que como ilustrador se enfrenta a una de sus etapas más fecunda, sobre todo al comenzar la década de los 70 y ampliar su campo de miras hacia la publicidad, las portadas de diferentes editoriales americanas, e incluso el campo de la fotonovela para la popular colección de Corín Tellado.
Del 70 al 73 publica la tira cómic satírica Mosca en el Diario de Barcelona, llegando a reunir más de 1000 tiras, y también en esos mismos años realiza una serie de trece historietas en blanco y negro que le marcarán definitivamente como un “autor” de historieta tal y como empezaba a denominarse y a dignificarse en aquella época la posición de los artistas del medio.

Estas historias fueron editadas primero por Warren en la revista Vampirella en estados Unidos y por Linus o Alter Linus en Italia. Más tarde, publicaría en Italia la novela gráfica Cuba 1898.
Su inquietud artística le lleva a trabajar como reportero para Interviú, o colaborando como humorista gráfico completo o simplemente como guionista en diferentes revistas de la época, entre ellas El Jueves. A raíz de una serie de carácter experimental titulada Círculos, empieza a pergeñarse el lujoso serial de ciencia-ficción Zora y los Hibernautas, que se estrena en la mítica revista 1984 y que llegaría a ser publicado por la norteamericana Heavy Metal.

Continuando con el enfoque pictórico que había volcado en Zora, en 1982 comienza con la adaptación de Drácula de Bram Stoker, esta vez en Creepy, con un planteamiento narrativo más tradicional que en Zora y donde al delirio experimental de finales de los setenta se añadían las posibilidades del color.

En 1983 Bruguera publicó un volumen titulado Firmado por: Isaac Asimov en el que Fernández adaptó diferentes relatos del famoso escritor de ciencia-ficción. Estas historia fueron más tarde publicadas por Zona 84, al igual que La leyenda de las cuatro sombras, una fantasía medieval con guión de Carlos Trillo. A la recopilación en tomos de Zora y Drácula habrá que añadir otra antología que Toutain publicó con el título Cuando el Cómic es Arte: Fernando Fernández.

Mientras alterna sus trabajos como ilustrador de ciencia-ficción y otros géneros para diferentes editoriales de varios países, producirá dos álbumes de la serie Argón, el segundo de los cuales escribiría J.M. Polls y la serie de historias de 9 páginas cada una, bajo el nombre genérico Zodiaco.

Después de estos trabajos, y a raíz de la seria enfermedad cardíaca que le obligó a contar con ayuda para poder terminarlos, decidió dejar su faceta de historietista para dedicarse exclusivamente a la pintura.

Fernando Fernández falleció en Barcelona el 9 de agosto de 2010.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imagen y sinopsis © Ediciones Glénat. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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