Manuela Tomasa Sánchez de Oreja, la Gran Piscatora Aureliense, es la primera española autora de un tratado astrológico. En 1741 recibió licencia del Consejo de Castilla para publicar su Teatro de Signos y Planetas. Pronóstico y diario general de quartos de Luna, juicio de los acontecimientos naturales y políticos de la Europa y otras partes para el año de 1742. Y ahí aparece, en la portada de su Pronóstico, con su telescopio, su compás, su esfera armilar… todos los instrumentos propios para interpretar los orbes celestes.
Especuladora de los cielos, dice de ella fray Diego de la Cruz, trinitario madrileño: “yo confieso que la he oído hablar de la Facultad, pero con tal puntualidad y viveza, que me causó gran diversión”. Haciendo suyas las palabras de Aristóteles, dice este fraile que el ingenio y la discreción no están ligadas sólo al sexo varonil pues, tal y como señaló el griego, ya se sabe que las mujeres son más sagaces que los hombres.
Manuela dedica su obra a Diego de Torres Villarroel, el celebérrimo Gran Piscator de Salamanca, de quien se considera discípula, aunque Manuela es autodidacta en sus conocimientos, tal y como manifiesta en el prólogo de su obra: “(con mi escrito quiero) dar a entender al público mis estudiosas matemáticas tareas, que con genial inclinación practico, sin deber a Profesor alguno de ellas más explicación que la que bebí en la fuente de mi Biblioteca.”
Su opúsculo se vendió en la covachuela de Pedro Rodríguez, en las gradas de San Felipe el Real, uno de los puestos de libros más famosos de aquel Madrid que mediaba el XVIII. Un Madrid en el que no pocas mujeres luchaban por abrirse paso en la práctica de las más diversas artes.
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