Curioso destino el de Giovanni Sgambati (1841-1914). Liszt se lo recomendó a Wagner, dado que Sgambati era, como Liszt, un notable concertista de piano. Wagner admiró algunas de sus partituras y, a su vez, lo recomendó al editor Schott para que las publicase.
O sea que el compositor romano se manejaba entre los grandes. Así logró cumplir su carrera de instrumentista, para lo cual compuso un concierto. Luego, su nombre fue desdibujado por un categórico olvido. Su Requiem fue empezado a componer antes de 1900, tal vez en memoria del rey Víctor Manuel II. Cuando Humberto I fue asesinado, en 1900, sufrió algunos agregados con motivo de su posible ejecución. La edición completa data de 1908.
La estructura de la obra es curiosa porque, además de los números corrientes en las misas de difuntos, incluye un motete para barítono solista, el Versa est. Pero lo importante de su solución es cómo Sgambati concilia sus dos grandes querencias: Verdi y Wagner. La sombra del primero se hace notoria en muchos pasajes y en el sesgo general de la obra, una evocación de la muerte y de los muertos en plan dramático y colosal, como el Requiem verdiano. Pero Sgambati no se queda recostado en el gran ejemplo. Las sugestiones germanas lo alcanzan y su estremecimiento llega a las fronteras del expresionismo, consiguiendo efectos de singular fuerza. No casualmente son alemanes los entusiastas artistas que han emprendido esta recuperación.
Disco recomendado: Giovanni Sgambati (1841-1914): Messa da Requiem / J.Wilsing, barítono. Coro Filarmónico de Heilbron. Staatsorchester Stuttgart. Dir.: Ulrich Walddörfer / CARUS / Ref.: CARUS 93.121 (1 CD)
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